martes, 11 de septiembre de 2012

La mejor alternativa a la teta es una almendra

Queridas y queridos, mi detector de cenutrios (Cenutri-O-Matic, marca registrada) echa humo esta última semana, hasta tal punto que me he visto obligada a sacar punta al lápiz rosa chicle y casi le saco humo de tanto como he tenido que darle... Será porque estamos en septiembre y los imbéciles despiertan de su letargo estival, será porque cierran las piscinas municipales y cada mochuelo ha de volverse a su olivo o quizá sea que a cualquiera le dejan contratar una conexión a internet y abrir un blog (incluida la que suscribe).

Sea por la razón que sea, tengo tres temas en la recámara y hoy voy a despachar el que más daño me ha hecho en la mandíbula: me ha dejado tan boquiabierta que todavía estoy estudiando la posibilidad de pedir a mi odontólogo un certificado de la luxación que me ha provocado para demandar a la perpetradora del texto.

Sabéis quienes me conocéis y amáis, queridas y queridos, que la moi es defensora de las tetas propias y ajenas y del derecho de nuestros churumbeles a alimentarse a chupetazos de las mismas, es decir, de la lactancia materna. Se ha hablado de este tema recientemente en este nuestro rinconcito del despotrique feliz y hemos llegado a la conclusión, como buenas amigüitas, de que no se puede convencer a quien no quiere dar la teta y que lo deseable (por ello trabajamos) es que todas las mujeres tengan a su disposición información de la buena (no de la patrocinada por Cutribén o Pestlé) para poder decidir si dan el pecho con todas las bazas en el canalillo. A mí, lo reitero, me cuesta creer que una mujer bien informada no prefiera cosas tan sencillas, básicas y posibles en la mayor parte de los casos como el parto de baja intervención y la lactancia materna, no sé, es como si alguien me dijera que prefiere que le sonden para no tener que hacer pis, pero oye, cada quien que haga de su capa un sayo.

Y en estas estábamos, de buen rollo y felices como perdices, cuando llega una señora (perdonad el eufemismo) de esas a las que les gusta la polémica, el donde-dije-"digo"-digo-"figo" y el hacerse las ofendidas en sus reales dignidades y se saca de la manga, en un blog con gran cantidad de seguidores, que si no das la teta, lo mejor que puedes hacer es endiñar a tu recién nacido bebidas caseras a base de avena, almendras, caldos de carne orgánicos (los caldos inorgánicos se hacen de piedras y no molan) e hígado.

No contenta con ello, lo airea por toda la red, extendiendo el tufo de su panfleto como si de un calcetín sudado se tratase, y se vanagloria de su autoría con fervor. Solo era cuestión de tiempo que alguien con dos dedos de frente lo leyese y alucinase, como así fue. ¿Y qué hizo esta energúmena, peleada con su propio entendimiento y enemiga del de los demás? Acusar a toda una profesional como Alba Padró (cuyo fantástico blog Som la Llet debería ser de obligada lectura, gracias a la ayuda del Googlecio traductor para quienes solo parlamos catalán en la intimidad), que ha ayudado desinteresadamente a cientos de mujeres a establecer y mantener sus lactancias, de estar vendida a la industria de la alimentación infantil y de promover un "veneno", que es como la tipa llama a la leche artificial. Ah, y de ser una esbirra de la OMS, que se conoce que se forra con las leches artificiales y es más mala que el Smith de Matrix.

Sumo y sigo: ante la avalancha de comentarios en su contra que se le venían encima y viendo que llevaba todas las de perder, esta individua (nuevamente, perdonad el eufemismo, oh fans míos) optó por repetir el mismo mensaje en mayúsculas una y otra vez, preguntando a las allí virtualmente presentes por qué defendían un producto "tóxico" y cuáles eran sus intereses en el caso, todo esto sin dejar de faltar al respeto a Alba. Terminó por borrar todos los comentarios que no fuesen del tenor de "oh, qué buen artículo, en cuanto encuentre una neurona por ahí suelta me lo leeré y te alabaré de nuevo, diosa de las parrafadas sin puntos y aparte".

El caso es que el principio del artículo no estaba tan mal, pues trataba de las diferencias entre la leche materna y la artificial y de por qué la artificial no puede ni acercarse remotamente a la forma de alimentación de la que naturaleza nos proveyó en su día, pero esta señora, en su soberbia internetera, tuvo la feliz idea de rematar el texto con unas recetas para preparar licuados caseros que ella llama "lechadas" (yo prefiero "soplapolleces" por ser más técnico y certero) y que luego, cómo no, eliminó de su blog, no fuese a ser que, con razón, alguien con dos dedos de frente la fuese a acusar de ser una inconsciente redomada.

A esta señora se le argumentó por activa, pasiva y recidiva que las alternativas sensatas para alimentar a un recién nacido son las siguientes, en el orden que cito y que no es idea mía, sino de asesoras de lactancia expertas y de pediatras versados en la materia:
  1. Leche materna de la rica teta de mamá.
  2. Cuando esto no es posible (por motivos reales, por favor, no por "no me sube la leche" o "mi pediatra dice que ayudita"), leche de banco de leche o de donaciones certificadas y fiables.
  3. En último caso (yo calculo que si las asesoras de lactancia pudiesen hacer su trabajo de información y formación sin injerencias indeseadas, hablaríamos de un 1-2% en total), leche artificial.
Bueno, pues esta chica acusaba a quienes allí intervinieron de promover un "veneno", un producto "tóxico". Mira que se le insistió en que todas somos conscientes de que la leche artificial dista muchísimo de igualar los beneficios de la leche materna y que jamás se animaría a una mujer a dar leche artificial "porque sí", pero nada, ella erre que erre en su intrínseca burrez. Ojo: sé que en ciertos casos muy concretos puede ser necesario alimentar a un bebé con fórmula a base de soja, pero no es, ni mucho menos, una alternativa adecuada para la gran mayoría de los lactantes.

No quiero extenderme demasiado, queridas y queridos, así que dejo aquí esta entrada por hoy. Iba a enlazaros al post original, pero además de ser un ladrillo infumable, su autora ha tenido a bien retirarlo de la red para no ofender más retinas ajenas.

Me despido, pues, prometiendo que mañana os copiaré las recetas de "leches" vegetales que sugiere esta chavalita para que os riáis y flipéis a partes iguales.

Y me marcho al parque, que con la tontería se me va a hacer de noche,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

domingo, 19 de agosto de 2012

Yo tuve un hijo con David Duchovny

A veces, lo que parecía una noche normal de descanso tras un día de trabajar, jugar con los nenes y hacer arrumacos al costillo, se vuelve una proyección de cine en sesión continua y el cerebro le juega a una buenas o malas pasadas en forma de sueño.

Esto es, queridas y queridos, lo que me ha sucedido a mí esta noche: en primer lugar, uno de esos sueños de los que te despiertas pensando "oh, ojalá sea una premonición, esto no se lo puedo contar a nadie porque dicen que si lo cascas no se cumple y yo quiero que se cumpla" en plan tinéiyer total, para, a continuación, recibir una venganza cósmica en forma de horrible pesadilla de esas que te hacen pensar "voy a encender el ordenador para contárselo al mundo a la de ya, esto hay que deshincharlo".

Por tanto, sin más dilación, queridas y queridos, paso a contaros mis sueñipesadillas de hoy para que os descojonéis de los vericuetos nocturnos de la mente de la Vaga.

Primer sueño
Estoy en una casa que se supone que es la mía, pero es mucho mayor y (todavía) más bonita que Vaga Manor. Ni rastro de Ambrosio y su equipo, pero de eso me doy cuenta ahora, en el sueño no. En un butacón (pongamos que un chester monoplaza, pero esto lo estoy añadiendo yo ahora) encuentro sentado leyendo al que, en el sueño, sé que es mi marido (ahora es cuando alucináis de lo mal que estoy): David Duchovny (sí, sí, el de "Expediente X"); pero no el de ahora, que ya empieza a estar madurito tirando a pasao, sino su versión del pasado, bien jamonaco y potentorro él.

Yo, que le veo todo concentrado, me voy hacia él, dejo sobre la mesa los papeles que está leyendo y me siento en su regazo en plan "soy Catwoman y pienso tatuarte mi nombre en la espalda a arañazos" y ¡zas!, nos enrollamos apasionadamente.

De este sueño saco yo dos conclusiones, a saber:
- Vaguita, vente al sofá, que te voy a dar tanta marcha que
después serás capaz de dormir incluso sobre un toro mecánico.
- Nones, David, que luego te me haces adicto al sexo otra vez y
ya la tenemos liada... Además, es que de trasnochar me están
saliendo unas ojeras que luego me dejo el sueldo en corrector...
  1. ¡Cómo cambia la mente de una mujer casada! Para ser fiel incluso en sueños, mi cabeza se lo monta de tal modo que dejo a mi querido Lord Muchomacho (que además es como veinte años más joven que el Duchovny) fuera de la historia y me invento que mi costillo es el actor. Toma ya sexo conyugal, ¡así no son cuernos!
  2. Mi mente se cansa menos que mi cuerpo. Si después del día tan ajetreado de ayer encima tengo ocasión (y obligación conyugal, claro, que eso es por contrato) de beneficiarme a dos pibones de tal calibre, creo que invariablemente me habría quedado dormida antes de terminar con el segundo. De lo cual, deduzco que, si algún día se me presenta la ocasión, tendré que sugerirles que lo hagamos todos juntos, pero no revueltos, para ahorrar algo de tiempo y poder dormir. Ojo, que no sería por vicio, sino por pragmatismo, que las divas no podemos ir con ojeras por la vida ni siquiera por una noche loca con David Duchovny.
Yo me imagino que, de haber acontecido en la vida real, el diálogo habría sido más o menos así...:

- Ven aquí, Vaga mía, que te voy a poner tal sonrisa en la cara que vas a amortizar la ortodoncia del tirón.
- Ay, David, no sé, si ya nos cuesta a Muchomacho y a mí encontrar sitio y momento para poder retozar sin que se despierten los nenes, imagínate ahora tener que hacerlo sin despertarles a ninguno de los tres...
- Tira pa'cá, mujer, ¡que te voy a hacer un expediente "XXX" de los que la Scully no cató!
- Bueno, si me lo pintas así, ¡Jerónimooooooo!

Total, que yo me desperté pensando "mmmh, Duchovny, qué bien besa, cómo se mueve, qué cuerpazo, qué tío" y me volví a dormir... Ilusa de mí, no sabía que me esperaba el... ¡Tachánnnnnn! (redoble de tambores y fanfarria de terror con alarido incorporado, por favor)...

Segundo sueño
Estoy en un box de un hospital. Es bastante pequeño y tengo calor. Lady Rabbit está conmigo y yo estoy conectada a un monitor. Estoy de parto (no, no me preguntéis si el hijo es de Duchovny o de Muchomacho, en el sueño no queda claro) y las contracciones son incomodísimas de pasar tumbada en la camilla.

Lady Rabbit intenta ayudarme a paliar el dolor como puede, pero inmovilizada en litotomía (no sé por qué me han colocado así, si es solo el rato del monitor o es continuo) no hay mucho que podamos hacer. Con nosotras hay otra mujer, una ginecóloga a la que, en el sueño, yo considero respetuosa y con la que parece que me siento a gusto.

De repente, el monitor refleja que la frecuencia cardiaca de mi bebé baja en cada contracción. La ginecóloga observa durante un par de contracciones más. Miro a Lady Rabbit, veo la angustia en su cara y le aprieto la mano con fuerza. Yo misma propongo bajarme de la camilla y pasar un par de contracciones en cuclillas para intentar ayudar al descenso del bebé, pero no hay manera: empujo hasta sentir que me rompo, pero mi bebé no sale y las bradicardias siguen produciéndose.

Máquina que hace "¡ping!", ¡cómo te odio!
La médica dice que hay que hacer una cesárea y yo respondo "házmela ya". Me subo a una camilla que está pegada a la otra pared del box, resignada a pasar por otra operación y pensando "ya sé cómo va esto, la recuperación con otros dos nenes en casa y un bebé va a ser durilla pero al menos he vivido un parto maravilloso con U-6, no todo podía ser bueno, en unos minutos tendré a mi bebé conmigo y esto habrá terminado", pero mientras lo pienso me van ahogando las lágrimas que intento aguantar. Miro a la ginecóloga y veo que tiene en la mano un cuchillo de los de sierra de Ikea, con mango negro, ensangrentado hasta las cachas, y le pregunto "espera, espera, ¿me vas a operar con eso?" y ella me responde "cuando no hay tiempo, no hay tiempo; ahora, si puedo, lo lavo un poco".

Pero es mentira, no lo lava y hunde la punta en mi tripa. Yo, llorando, miro a Lady Rabbit, que me coge la mano con cara de estar ella misma a punto de llorar, y le digo entre lagrimones que no quiero otra cesárea.

Y ahí me desperté.

De este sueño, también saco dos conclusiones, pues soy una dama muy reflexiva:
  1. Que aún no he conseguido quitarme la idea de que el parto de U-6 fue de chiripa y que volver a quedarme embarazada sería tentar a la suerte y comprar papeletas para una posible cesárea one more time.
  2. Que mi azotea no funciona demasiado bien, porque a ver qué carajo hacía yo en un hospital, sin mi marido y con una ginecóloga en vez de una matrona, inmovilizada en litotomía y con la maquinita del ping sonando sin parar.
Queridas, queridos, ser una diva es difícil, pero mucho más difícil es ser, simplemente, una mujer.

Y ahora, voy a desayunar para pensar en cosas más mundanas.
Se despide al olor de los croissants caseros,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

jueves, 9 de agosto de 2012

Hablemos de tetas

Queridas, queridos, periódicamente me viene a la cabeza este tema y tengo siempre la entrada para el blog a medio redactar... A ver si hoy por fin consigo concretar y dar forma a mis ideas.

Como sabéis, queridas y queridos, la lactancia no es el tema principal de este blog, aunque yo misma me considero una defensora del amamantamiento hasta que madre e hijo quieran. No suelo tratar este asunto porque ya hay blogs que lo abordan en profundidad y porque hay tanto ginesaurio contra el que arremeter que me sobra poco tiempo para otros menesteres, pero hoy me vais a permitir, oh admiradores míos, que hablemos de tetas. De tetas, de tetas lactantes y no lactantes.

Ejem... No me refería a este tipo de tetas, ¿quién ha googleado
para ilustrar este post? ¡Pero si las tiene más grandes que yo!
Pensando en lo de la señora Abenia y sus exabruptos, la verdad es que a mí me parece muy bien que esta señora no quiera dar el pecho a sus hijos (en concreto ella no tiene muy buena información, lo cual es una lástima porque no será una decisión realmente libre, pero no deja de ser suya), lo que me molesta es que no me deje a mí darlo en paz.

Veamos si me explico. Cuando veo a una mujer dar un biberón a su hijo, no me dedico a arengarla sobre los beneficios de la lactancia materna. Ni mucho menos. ¿Qué sé yo si ese biberón es de su propia leche, por ejemplo? ¿Qué sé yo acerca de esa mujer, de por qué no enchufa a su hijo a la teta? ¿Me importa a mí, acaso, si es porque no quiere o porque no pudo? Así que me callo y miro hacia otro lado. Me meto en mis asuntos, vamos.

No creo en los bandos. Me disgusta que, cuando alguien habla de lactancia desde el respeto y exponiendo las cualidades de la leche materna, alguna mujer se sienta mal y diga que se la acusa de "mala madre". Porque tampoco creo en las "malas madres" (aunque haberlas, las habrá, como las meigas, digo yo), ni en el coco ni en el hombre del saco ni en los penes submarinos. Me apena sobremanera que alguna mujer confunda la defensa de la lactancia con un ataque hacia ella, hacia sus decisiones o hacia una experiencia que, por "a" o por "b", ella no pudo cambiar.

Esto ya es otra cosa. Tetas de mujer, el bebé es opcional.
Me resulta curioso que percibamos como ataques cosas que no pretenden serlo; es como si yo me sintiese dolida cuando se habla de los problemas que puede tener un bebé por el hecho de nacer por cesárea. Ya me habría gustado a mí evitar la cesárea por la cual nació O.G., pero el pasado no puedo cambiarlo; solo puedo comenzar cada día dispuesta a minimizar esos posibles problemas y a dejarle claro que su madre le adora y que dará cualquier cosa por él y por su hermano.

Y me pregunto si detrás de esa sensibilidad, de ese sentirse ofendida, no habrá una mujer herida, una mujer a la que le estropearon la posibilidad de dar el pecho a su bebé con mala información o con poca voluntad por parte de los profesionales que, en teoría, deberían haberla ayudado. ¿No será que estos temas nos molestan porque todavía nos duelen demasiado? Me veo a mí misma recién operada, lidiando con mi dolor y mi indignación, intentando digerir lo que había sucedido y por qué las personas que supuestamente tenían que cuidarnos nos habían tratado así. Solo con el tiempo pude asumir lo que había sucedido y entender que únicamente podía mirar hacia atrás en busca de inspiración para vivencias futuras.

Digo esto con todo mi cariño hacia esas mujeres, porque creo que, cuando tomas una decisión informada, lo haces con todas las consecuencias y te toca un pie lo que diga el de al lado, no te molesta especialmente... No sé, por ejemplo, cuando decidí parir en casa (antes de quedarme embarazada del pequeño U-6), varias personas de mi entorno se echaron las manos a la cabeza porque estaba muy reciente la muerte de una bebé en Cáceres tras un parto domiciliario, pero a mí lo que ellos opinasen me daba bastante igual. Yo me había informado y sabía lo que quería, ¿por qué iba a molestarme que ciertas personas dijesen chorradas?

Esto es lactancia prolongada. En este caso, lactancia diferida,
pero lactancia al fin y al cabo. Nótese que el buen señor lo que
tiene ya es más vicio que una garrota y que no puede ser sano
que un chico tan mayor continúe con el biberón...
Lo que no me parece de recibo es insultar a la gente solo por optar por una cosa u otra. Descalificar a los demás y comparar, en este caso, a quienes dan el pecho con "dudosas mendigas", animales u homínidos de Atapuerca me parece de tener muy poco cacumen y hace a esa persona merecedora de una respuesta contundente y en su propio idioma. Tampoco se me ocurre llamar a una mujer "mala madre" por no amamantar, aunque me cuesta creer que una mujer bien informada no prefiera esta opción. Es más, conozco a más de una mujer que, no  habiendo podido dar el pecho a pesar de haberlo intentado, continúa ofreciendo a su bebé el pecho como consuelo, calmante o "somnífero".

Sumo y sigo: las opiniones son como los traseros, cada uno tiene el suyo y el del tipo de al lado es siempre más feo. Así que estaría bien que quien no entiende mínimamente de un tema se callase o, por lo menos, no hiciese apología de su ignorancia en una tribuna pública como es un blog. Digo yo. Y vuelvo a recurrir a mi experiencia vital: antes de ser madre, todos estos temas me importaban poco tirando a nada, me preocupaban menos que el pronóstico del tiempo para el fin de semana y sabía de ellos absolutamente nothing. Razones todas por las cuales no solía hablar de estos temas y mucho menos opinaba sobre lo que hacían quienes tenían hijos. Es más, les encontraba muy plastas (mi entorno era profundamente clasicón y aburrido para estas cosas) y procuraba que ni saliesen estas conversaciones. Pero jamás me dediqué a criticar a nadie por dar teta, biberón o tapitas de jamón del bueno a sus retoños. Hasta ahí podríamos llegar.

Así que, por favor, dejemos de pedir respeto para quien ataca. Si alguien me critica por dar el pecho, pienso soltarle cuatro frescas. Del mismo modo, si tú das biberón y te tocan las narices, harás bien en reaccionar. Pero, de verdad, no confundamos los artículos informativos o autobiográficos con esas peroratas absurdas de quien no tiene nada más que hacer que aporrear el teclado intentando crear frases con sujeto, verbo y predicado.

No sé si he conseguido explicarme u os he dejado más liadas que el pelo de Lidia Lozano, pero lo he intentado. Otro día os contaré las fantabulosas teorías sobre bebés que tenía antes de ser madre, una risa.

Se despide y se marcha a cenar,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

miércoles, 8 de agosto de 2012

De tetas, fluidos y derrapes mentales

Queridas, queridos, rompo mi estival silencio durante el cual me he dedicado a fingir que trabajo (con nivel de éxito moderado-alto) y a disfrutar de mis churumbeles y recién estrenado maridito (a total satisfacción, por cierto), porque por varios canales me habéis asediado, oh fanes que lo sois, para pedirme que ponga coto a tanta chorrá como se lee por estos blogs de Dior. Y es que, ya se sabe, hoy día a cualquiera se le deja tener un bló y en internet no se estila eso tan selectivo y disuasorio del derecho de admisión.

Resulta, queridas y queridos, que una energúmena muy mona ella, de esas cuyo cometido televisivo es decorar la pantalla (fundamentalmente) y servir de ejemplo a los padres para recordarles a sus hijos adolescentes la importancia de una correcta formación académica, ha decidido soltar los deditos para decir alguna gilipollez de esas que sonrojan al leerlas de tanta ignorancia como destilan. Yo, en principio, pensaba circunscribirme y limitarme a la genial crítica de la siempre acertada Alba en su blog Som la Llet, pero la aclamación de mis admiradores, que son los más guapos e inteligentes del mundo mundial, ha removido mi conciencia, así pues, allá va: ¡toma fluido color rosa chicle en todo el jeto, maja!

Por cierto, echaréis en falta quizá (solo quizá) el enlace a la entrada original del blog de esta individua (me niego a llamarla "mujer"), pero es que no pienso ponerla. Si queréis contactar con ella, la googleáis, como todo hijo de vecino (esto admite dobles y triples lecturas, yes). Ah, a mí también me encanta lucir canalillo, pero no me gano la vida con ello sino con mi cerebro (y no donándono a la ciencia, sino ejercitándolo). Hale.


Lactancia, ¿hasta cuándo?
Del 1 al 7 de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Nadie niega sus beneficios (bueno estaría), pero aún sigo consternada, con todos mis respetos, por la imagen que mis retinas registraron hace unos días en medio de una de esas cenas con amigos que se alargan y en las que tocas todos los palos (pues no toques tanto los palos de los que no conoces ni media y documéntate un poquito antes, como he hecho yo contigo, que no sabía ni quién eras hasta ahora, perlita). La de una madre amamantando a su hijo de unos 4 años. ¡La leche! (¡Oh! ¡Horror y pavor! ¡Excomunión! ¡Qué osada, dar teta a su hijo en vez de usar sus pechos como objetos decorativos! ¿Será guarra, la tía?)

Fue de esta manera que decidí (expresión de influencia francesa; lo correcto es "como decidí") compartir la foto en mi perfil de Twitter. El tema dio bastante juego, estas fueron algunas de las ingeniosas respuestas de la red (ingeniosas te parecerán a ti, bonita, que por lo que estoy viendo tienes el nivel intelectual justito como para entretenerte con un canuto hasta que te salga la "o"; ni las reproduzco porque solo hay una o dos que merezcan la pena).
Entonces, ¿hasta qué momento? Ese es el 'quiz' de la cuestión (No, chata. Será en todo caso el "quid", porque un "quiz" es un concurso y, que yo sepa, aquí en estupidez ninguna puede competir contigo, porque juegas con ventaja). ¿Hasta el infinito y más allá? No son pocos los hombres que con curiosidad hacen una cata de leche materna cuando sus parejas están nutriendo a su pequeño. Recuerdo una divertida comida con una conocida compañera de televisión, que nos contaba en un descanso a toda la mesa que la escuchábamos, entre carcajadas, cómo, cuando dió (sin tiiiiiilde, anda) a luz, una enfermera les sorprendió a ella y a su marido en la habitación del hospital en plena faena, succionando esté (¿esté? ¿Otra vez nos habla en fgancés, señogaaaa?) el pezón de la susodicha para estimular la subida de leche. ¡Los hombres pueden ser tan condescendientes! ('modoirónicoON'). No pierden oportunidad.

Lo sabemos de sobra, nos lo han dicho hasta la saciedad, "la leche de la madre es un magnífico alimento para el churumbel" (no, bonita, no es un "magnífico alimento", es EL alimento normal y lógico. Lo demás son inventos del ser humano), le basta este alimento para crecer con mucha rapidez. Pero en un país desarrollado, más allá de los seis meses recomendados (documéntate, Adri, la OMS recomienda seis meses de lactancia exclusiva y luego prolongarla como mínimo hasta los dos años complementándola con otros alimentos; es decir, la leche materna sigue siendo lo fundamental y el resto es un añadido), ¿qué sentido tiene alternar el bocadillo de mortadela o los deberes de clase con unos sorbos de leche materna? Que alguien me lo explique, por favor (¡qué cortedad! Tiene el sentido de dar a tu hijo el mejor alimento posible mientras ambos así lo queráis, el de reforzar vuestro vínculo de una manera muy sencilla y directa y el de "porque me sale de las tetas hacerlo", por si el argumento de la libertad te parece bien. Por cierto, qué poco fina eres, los bocadillos de mortadela no están a la altura de la teta. Si quieres comparar, en todo caso un jabuguito). ¿Tanto ha subido el cartón de leche que sale a cuenta elegir esta opción? (Suba o no suba, sale a cuenta, sí: la teta es gratis, está siempre disponible sin calentar nada, la llevo encima aunque me olvide de las llaves de casa y a mis hijos les encanta.)

Este será el nuevo símbolo internacional
para los baños de mujeres, porque dar la
teta es tan asqueroso que el sitio adecuado
es el mismo donde se giña. ¿No, Adri?
Caso aparte requiere el amamantamiento en plena calle, siempre me ha parecido que el acto en sí requiere de cierta privacidad (la que a la madre del nene le salga de las mismísimas tetas, así de claro te lo digo, y si no te gusta, pues no mires). Hoy en día no es difícil encontrar lugares habilitados donde poder disfrutar de la intimidad, luego están los probadores de numerosas tiendas (¿para echar un polvo, dices? Yo es que tengo casa propia y valoro mucho mi intimidad... Ah, para dar teta; no, eso lo puedo hacer en cualquier parte donde a mi hijo le dé hambre. Qué bien te sentaría esperar con tus trapitos en la mano en la cola de la tienda porque yo estoy dando teta en un probador... ¡Ay, insensata). Y digo esto porque no será la primera vez -admito que soy bastante escrupulosa- que se me haya indigestado la comida al observar enfrente mía (Mamá novata tiene toda la razón en que no debo dejar pasar este error; se dice "enfrente de mí") a una mujer sacándose 'las ubres' para alimentar con sus fluídos (sin tiiiiilde, second time) a su bebé (aquí se me ocurren varias respuestas:
  • Pues te jodes.
  • Pues si te indigestas, así mantienes la línea.
  • Mira, mona, mi madre es muy del refranero español, pero en esta ocasión te viene que ni pintado un dicho de mi padre, que reza "todos los guarros sois escrupulosos". No sé, pero si no se te indigesta el cortadito pensando en todos los tíos que se la menean, fluidos incluidos, a tu salud viendo las fotos de tu entreteto, no entiendo por qué te sienta tan mal que una mujer dé utilidad fisiológica y práctica a sus pechos. 
  • ¿Será envidia? 
  • Nota mental: añadir una bolsa de plástico a mi Hermès de paseo por si me encuentro a alguna mojigata luce-teta de estas, para que pueda vomitar sin manchar nada al verme dar teta) 
Es algo que no me ha causado buena impresión desde una tierna edad, no sé cómo gestionaré esta etapa cuando se me presente, pero me resulta muy animal, de Atapuerca (pues anda que no eres tú pijotera, bonita. Vamos, que antes de darte el pecho tu madre se hervía la teta... Si es que has tenido la suerte de ser amamantada, que por la ojeriza que le tienes al tema yo diría que a ti te han criado con Pelargón y gracias... Y después pasaste directamente al bocata de mortadela, claro).
Quizá un trauma infantil que se remonta a cuando de la mano de mi progenitora me cruzaba con las dudosas mendigas que se ponían en medio del paseo a pedir, aprovechándose de un niño, quizá ni de ellas, en los brazos (¿y qué tienen que ver las mendigas que llevan un niño en brazos con las mujeres que dan el pecho? Tus asociaciones de ideas son muy peculiares, con un test de Rorschach me gustaría a mi verte, ingeniosa). O de un libro de geografía en el que aparecía una indígena alimentando a un jabalí con su pecho, imagen que hubiera deseado me arrancaran de los ojos (mejor te iría, sí). Así que vaticino, con bastante probabilidad, que yo seré de esas 'malas madres' que se apunten a la moda del biberón ("moda" es la palabra clave: tú no actúas por convencimiento ni por reflexión, sino por moda. Ya te digo yo que el año que viene se llevarán los pelos en las piernas, créeme... ¡Qué pena que te hicieses una depilación definitiva, ahora serás una fashion-paria! Igual te lo crees, como eso de contrastar no es lo tuyo...); y no por una cuestión de estética, porque en mi caso la gravedad no es un problema, sólo tenéis que observarme (tú también puedes observar mis preciosos pechos turgentes de madre lactante, ¡ah, no, que te dan asco! Pues tú te lo pierdes), sino de clara desnaturalización o sentido de civilización (es que dar teta es de salvajas, lo civilizado es usarlas para goce de pajilleros), según se mire (tus hijos y tú os lo perdéis, chatita, pero a mí déjame dar la teta en paz y ocúpate de las tuyas).
Únicamente nosotros, los seres humanos, por llevar la contraria al mundo, bebemos leche de otra especie cuando cesa la lactancia. Igual no seamos todo lo naturales que pensamos entonces (¡Saludad a Adri, inventora de la rueda, descubridora del fuego y fundadora de la civilización humana! ¡Que se ha dado cuenta de que no somos naturales! ¡Nos vestimos, nos calzamos y asfaltamos caminos por los cuales circulamos con máquinas malditas!). Al parecer es dudosamente recomendable. Al final, he optado por apuntarme a la leche de arroz y la de almendras (eso no son "leches", sino bebidas vegetales. De verdad, lee un poquito más). La de soja, magníficamente publicitada, resulta que no es saludable para una mujer joven y sana por su contenido en estrógenos (fitoestrógenos). Y muchos cánceres de mama son sensibles a los estrógenos (pues dar la teta ayuda a proteger contra el cáncer de mama, one more time, tú te lo pierdes).

Recapitulando, ahora que registro en mi mente los amigos que se han criado a punta de tetina, la verdad es que están hechos un toro (sí, como que tienes hecha una lista mental de quién ha mamado teta y quién se la ha mamado al jefe. Anda ya a Parla. Y si son varios, estarán hechos "unos toros"). Pero yo no quiero ser una vaca (no, ¿para qué? Si ser imbécil se te da de miedo). Cada una que decida libremente.

-Fin de la paja mental de esta chica-

Pues sí, cada una que decida libremente y, a ser posible, que no insulte a quienes hacemos otra cosa, porque ni somos vacas ni mendigas ni provocamos náuseas a nadie. Que a mí me parece cojonudo que esta chica se llene de ceros la cuenta corriente posando para revistas de pajilleros, pero, que yo sepa, no le he preguntado su opinión sobre las aplicaciones prácticas de mis tetas, así que, Adri, bonita, revísate los manuales de ortografía de Bachillerato y luego sigues diciendo memeces.

Y ahora, voy a merendar con pastelitos caseros y leche de vaca, que yo soy así de antinatural y lo disfruto, OH YEAH.

Se despide,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

10/8/2012
Siguiendo la recomendación de mi querida Mamá Novata, y con la sana intención de que la autora de tal pajilla mental aprenda ortografía, procedo a añadir un par de correcciones/sugerencias en rosa chicle.

jueves, 12 de julio de 2012

¡Abajo la feminización! La solución definitiva

Lo tengo, queridas y queridos. Después de una noche insomne, presa de la preocupación, el desasosiego y el desespero más profundo, llevada por mi gran empatía e inmensa compasión hacia los débiles, los desvalidos y los imbéciles representados por los ginesaurios, he dado con la solución perfecta al problema del alarmante incremento del número de mujeres en la profesión médica que tanto preocupa al tal Ladilla y a sus acólitos.

¡Tenían la respuesta ante sus ojos y no eran capaces de verla! Si bien eso dice muy poco acerca de su interés en su propia salud visual, yo, que no gusto de hacer leña del árbol caído ni del ginesaurio moribundo, voy a ser tan magnánima que se lo plantearé con meridiana claridad, en modo esquema:

Haces bien en estar seria, bonita, porque como esta iniciativa
triunfe, vas a ir al rudo paro a menos que te operes tus indignos
bajos de mujer...
  1. No admitan ni una mujer más en las facultades de Medicina. Cuando se reciba una solicitud firmada por una "fémina" (como ellos gustan de llamarnos... Cuando somos pacientes, somos "la señora" y si vamos como médicas, somos "féminas"), sugiero que se tache con Tipp-Ex el nombre de la carrera y se sustituya por algo más acorde con nuestro bello sexo, como "Macramé aplicado" o "Arreglos Ikebana de ayer y hoy".
  2. Añadan a la Selectividad una prueba física que demuestre inequívocamente el sexo de los concurrentes y hagan que compute un 70% de la nota final, como, por ejemplo, "Lanzamiento de chorro de orina". De todos es sabido que la naturaleza, rácana en ocasiones, no dotó a la anatomía femenina de la posibilidad de orinar a grandes distancias, lo cual quedará patente en esta prueba y descalificará a las osadas "féminas" que pretendan irrumpir con sus órganos genitales adjuntos en el viril y sensato mundo de la medicina.
  3. Impidan sistemáticamente a las ya matriculadas que terminen sus estudios. Suspéndanlas. Pónganles prácticas el sábado por la mañana, que es cuando todas las "féminas" vamos a la peluquería a ponernos los rulos y a depilarnos las piernas. Ríndanlas por agotamiento. Y, cuando supliquen un traslado de expediente, derívenlas a las nuevas femi-especialidades antes mencionadas (véase punto 1).
  4. A las doctoras que ya están ejerciendo, propónganles una suculenta ventaja fiscal a cambio de esterilizarlas. Total, son solo mujeres, ¿qué más da? No van a quedarse sin pacientes solo por despojar de su capacidad reproductiva a unas cuantas insensatas que han tenido el atrevimiento de meterse en un mundo que debería ser solo de hombres (pero de hombres de verdad, no de esos metrosexualillos modernos que se dan cremita, dan besos a sus mujeres sin que sea su cumpleaños y recogen a sus hijos del colegio o incluso los llevan al médico. Esos son la deshonra del género masculino y confiamos en que, en el futuro, se les apliquen las mismas medidas que a las "féminas" para mantener puro el ámbito de la medicina).
  5. Las que ya están embarazadas no tienen remedio, pero oblíguenlas inexcusablemente a programar sus partos para poder organizar las guardias y saber cuándo comienzan sus permisos de maternidad. Por supuesto, si se les convence para someterse a una cesárea programada, tanto mejor, porque así ya sabemos a qué hora entran y salen del quirófano y nos apañamos todos divinamente.
  6. Las doctoras no deberían dar lactancia materna. En todo caso, en diferido, es decir, que se saquen leche en sus casas y luego la asistenta (o asistente, que no queremos ser machistas) se la dé al bebé. Pero ¿qué es eso de faltar al trabajo para alimentar a sus hijos? ¡Si se crian igual de bien con biberón! ¡Hombre, por favor! Además, la industria nos dará jugosos beneficios si promovemos esta interesante iniciativa.
  7. La doctora Allison, después de operarse,
    acudiendo a su guardia ataviada con bata de
    invierno. La acompaña un simpático residente
    de primer año.
  8. Y por último, pero no menos importante: los mejores incentivos deberían ser para las doctoras que entren en razón y accedan a cambiar de sexo. Dios no creó primero al hombre por que estuviese preparando un borrador, no: lo hizo en primer lugar porque es el sexo perfecto y escogido. ¿A qué objetivo más noble podría aspirar una simple mujer que a convertirse en varón, el rey de la creación? Pero, eso sí, que sean varones muy muy machos, como los ginesaurios de pro, y participen en las actividades propias de este bien nacido gremio, a saber: ridiculización del sexo femenino a través de viñetas, profesión de exabruptos sobre los úteros ajenos y viejunidad mental extrema.
Con estas simples medidas, los ginesaurios conseguirán su loable objetivo, a saber: relegar a la mujer al lugar que le pertenece, la pata de la cama (con cuerda de máximo metro y medio para poder ir al mingitorio), y detener la peligrosísima feminización de una profesión que debería ser ejercida solo por quienes tengan dos pelotas gordas y peludas que plantar sobre la mesa.

No me lo agradezcáis, Ladilla y secuaces. Las divas somos por naturaleza generosas y yo me desvivo pensando en vosotros y en cuán guapos luciréis criogenizados como Walt Disney tras vuestros óbitos, a la espera de que las generaciones venideras os resuciten para encerraros en una jaula de zoológico para exhibiros y que las mujeres os tiren cacahuetes directos al ojo.

Y ahora, me marcho a comer.
Lady Vaga,
la diva que divaga.

Edito: Clau tiene toda la razón; ayer, en la entrada anterior, ella propuso, con buen criterio y mejor tino, muchas de las ideas que yo aquí desgrano. Si bien yo no había leído su comentario, no puedo atribuir la coincidencia a un error informático como la bellísima y nunca photoshopeada Ana Rosa, así que pensaré que existe la telepatía y que tengo el honor de estar en la misma onda  mental que la divina Clau.

miércoles, 11 de julio de 2012

Nuevo Premio Mojón de Oro, categoría "Machista de mierda"

Queridas, queridos, mi admiradísima y adorada Fran-tástica, la mujer que yo querría ser de mayor si no fuese porque ella siempre será joven, como las grandes damas de la historia, ha puesto en mi conocimiento que los señores ginecólogos, representados por el simpático y bonachón doctor Ladilla, están preocupados porque ahora hay más médicas que médicos. No contentos con reflexionar en privado sobre el tema, lo publican en un medio como el Diario Médico, que no sé si se han planteado que quizá lean más mujeres que hombres, para dejar patentes por escrito y para la posteridad su evidente misoginia y sus problemas de erección.
Este texto me ha dejado tan perpleja y carente de fe en ciertos sectores que no puedo por menos: hay que comentar en rosa chicle, o me sale una úlcera del tamaño del Gran Cañón. Os aviso desde ya que la perorata del simpar Ladilla evidencia un evidente desprecio hacia media humanidad y hacia la Constitución española, pero quizá a estas alturas eso ya no nos sorprenda, teniendo en cuenta que su idea de humor inteligente es cachondearse de las mujeres con patologías ginecológicas.

En fin. Aquí os dejo esta perla salvaje (porque cultivado, lo que se dice cultivado, el Ladilla no es. Que no me diga que de repente lee a Nietzsche o a Herman Hesse porque este con mirar la publicidad de champú anticaspa va que derrapa...). Mis impresiones, as always, en rosa chicle.

 problemas logísticos y de cobertura

La crisis agudiza los problemas de la feminización

Casi el 65 por ciento de los MIR que han acabado este año la residencia son mujeres. En Ginecología y Pediatría las féminas que la han terminado superan el 85 por ciento, y en Endocrinología el 79 por ciento. Los problemas logísticos y de cobertura de los turnos de trabajo en estas especialidades son cada vez mayores. Además, la crisis y los recortes en Sanidad -que apenas permiten que se realicen sustituciones- están empezando a hacer mella en unas plantillas cada vez más adelgazadas. La solución está en buscar un modelo laboral diferente.
Alicia Serrano   |  18/06/2012 00:00

El 64,8 por ciento de los MIR que han acabado este año la residencia son féminas, según un informe elaborado por Vicente Matas, responsable del Centro de Estudios de CESM-Granada. En Obstetricia y Ginecología el 85,6 por ciento de los médicos que han terminado su formación especializada son chicas, en Pediatría alcanza el 84,7 por ciento, y  en Endocrinología y Nutrición el 79 por ciento. Estos datos son un reflejo de lo que está sucediendo en el SNS, donde el 51,2 por ciento de los ginecólogos que ejercen en España son féminas y también lo son el 70 por ciento de los pediatras.
Estas especialidades -aunque también sucede con otras en las que el número de mujeres supera al de hombres (ver cuadro)- empiezan a tener problemas logísticos y de cobertura de los servicios médico quirúrgicos debido a las bajas por maternidad, la lactancia y la reducción de jornada por cuidado de hijos para conciliar la vida familiar y laboral. (A ver: las mujeres españolas tenemos, de media, algo así como un hijo y pico... ¿De verdad les hace tanto trastorno el cubrir una baja o dos a cada una? Respecto a la lactancia, es una horita diaria, ¿no hay nadie que pueda quedarse ese rato? Esto en cuanto a dos cosas que solo podemos hacer las mujeres, léase parir y dar teta, pero vamos, que si hablamos de nenes relativamente mayorcitos, los padres, sean médicos, barrenderos o topógrafos, también pueden cogerse una reducción. O no, que los hombres son imprescindibles en sus trabajos, claro...)
  • Las especialidades donde hay más mujeres que hombres tienen problemas de cobertura de turnos, aunque de momento no lo son asistenciales
Problemas de cobertura  
"En Ginecología empezamos a tener problemas de cobertura, aunque de momento no está repercutiendo en la calidad asistencial, la docencia o la investigación, pero lo hará en un futuro próximo. Por ello, es necesario buscar un modelo laboral diferente que se adapte a las nuevas necesidades", explica José María Lailla, presidente de la Sociedad Española de  Ginecología y Obstetricia (SEGO) (a mí se me ocurre que os dejéis de entorpecer, por ejemplo, partos normales y así tendríais más horas para iros a casa a descansar...). Lailla cree que es necesario dar un giro a los planteamientos laborales actuales, y lo dice con conocimiento de causa. En enero, este ginecólogo experimentó en sus propias carnes (¿en sus propias carnes? ¿De verdad? ¡Yo quiero ver una foto de la episiotomía que le hicieron! No, no, ¡me pido curarle los puntos! (Bwa-ha-ha-ha-!) la feminización del servicio que dirige en el Hospital San Juan de Dios de Barcelona. Entonces, la mayoría de las adjuntas de su departamento -4 de 5- le pidieron librar la misma semana para cuidar a sus hijos que estaban de vacaciones (¡Qué osadas! ¡Al paredón con ellas!). "A pesar de que contamos con 14 adjuntos, de los cuales 5 son mujeres, tuvimos que negociar con ellas para que hicieran algunas guardias (¡Oh! ¡Tuviste que negociar! ¡No pudiste imponer tu criterio y santa voluntad a pesar de ser tú el jefe y además poseedor de un pito y ellas solo cuatro pobres mujeres! ¡Dónde vamos a parar!). El problema se recrudecerá en los próximos años, ya que de los 22 residentes que hay en el servicio sólo dos son hombres. Además, las mujeres pedirán una jornada más reducida en un futuro no muy lejano.", dice. (Vaya, vaya con el adivino que adivina el color del vino, él ya sabe qué pediremos las mujeres en el futuro, ¿qué tal si centra sus habilidades sobrenaturales en predecir los números que ganarán el sorteo de la ONCE y se forra para irse a un paraíso tropical y dejar de decir chorradas en España? Aunque, bien pensado, con tal de no aguantarle yo también me reduciría la jornada al máximo... ¿Se puede ser más gilimemo? ¿Ningún hombre le pidió permiso para cuidar de sus hijos?)
  • Serafín Málaga, de la AEP, cree que hay que exigir que en la cobertura de las plazas MIR se tenga en cuenta la feminización de la especialidad
El 98 por ciento de los permisos de maternidad los sigue cogiendo la mujer médico y también el 96 por ciento de las excedencias por cuidado de hijos, según datos del Observatorio de la Mujer Médico de CESM. Para poner algo de cordura en esta situación , Serafín Málaga (¿poner cordura? Tómense su medicación, Serafín-figurín y locuaz redactorzuela, que yo no veo que sea ninguna locura cuidar de los hijos), presidente de la Asociación Española de Pediatría (AEP), cree que hay que exigir que en la cobertura de las plazas MIR se tenga en cuenta la feminización de cada especialidad (¿o sea, que cuantas más mujeres haya en cada especialidad, menos habrá que contratar? No entiendo muy bien cuál es el problema, la verdad... Ni la solución que proponen estos señores tan listos.)

El caso de Endocrinología, que parte de una base deficitaria de especialistas, es parecido al de Ginecología y Pediatría. "Éste es el factor determinante para explicar los problemas que se pueden producir para garantizar la cobertura en periodos particulares -como bajas laborales, maternales, vacaciones- y también en la práctica habitual. Tener un déficit de especialistas implica redoblar esfuerzos, y las ausencias derivadas de motivos fisiológicos, como la maternidad, hacen que la situación sea más exigente", explica Javier Salvador, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (prohibamos a las mujeres tener hijos y asunto resuelto, ¡con un par!).
Si en estos momentos existe un déficit generalizado de plantillas y la mayoría de los facultativos de un servicio son mujeres, ¿cómo se van a poder sobrellevar estas circunstancias? "Los problemas se dan fundamentalmente por las guardias, ya que sólo se pueden dejar de hacer por enfermedad, embarazo, lactancia o si eres mayor de 55 años. Antes, los hombres eran más numerosos que las féminas en un departamento y las guardias no se resentían. Si al déficit de pediatras se añade la feminización de la especialidad, el problema será mayor", señala Málaga (huy, huy, que a mí esto me huele a "envidia de útero"... Que estos varones se sienten discriminados porque ellos solo pueden dejar las guardias si se ponen malos o se hacen mayores, mientras que nosotras nos escaqueamos lindamente con la excusa de "es que estoy preñá" o "es que tengo que dar teta"... ¡Ay, pillines, que se os ve el plumero!)
La crisis y los recortes en Sanidad -que apenas permiten hacer sustituciones- están golpeando de lleno a las especialidades más feminizadas,  y quizás también a la mujer médico. "En estos momentos se sabe que si una mujer se queda embarazada nadie va a cubrir su baja como sucedía hace dos años. Esta situación te hace reflexionar cuando tienes que decidir si vas a contratar a una mujer", argumenta Lailla. (Ahí es nada: todo un señor jefe de servicio de un hospital y presidente de la SEGO se permite el lujazo de decirnos claramente y en nuestras redondas caras que él DISCRIMINA a la mujer por el mero hecho de tener útero y tetas en vez de un palito y dos pelotas. Señor Ladilla, mírese la Constitución, que ahí dice claramente que no se puede discriminar a nadie por su sexo... Claro que igual usted es fan de aquel espabilado que celebró la mayoría de edad de nuestra Carta Magna proclamando que "si la constitución fuese mujer se pondría de largo y si fuese ciudadano votaría")

Yo creo que una buena solución sería prejubilar a todo estos ginesaurios anticuados y machistones de sus puestos y sustituirles por "féminas" dispuestas a escuchar a sus esclavas, digo empleadas, y empatizar con ellas. Nada de contratar hombres, que además de ser muy pocos en la carrera, está claro que no están por la labor de cogerse bajas para cuidar de sus hijos ni a reducirse la jornada. ¿Qué tal así? Ah, no, que eso es discriminatorio e implica presuponer que todos los hombres son iguales y, claro, está feo... En fin, cada uno que saque sus propias conclusiones, pero a mí se me cierra el chichi en falso solo de pensar que mi salud reproductiva está en manos de señores tan viejunos mentales, reaccionarios y machistrógrados de asco como esta gente.

El afable Ladilla se ha hecho acreedor, por tanto, al premio Mojón de Oro en la categoría Machista de Mierda, con tantos y tan variados méritos, que no puedo sino otorgarle, fascinada ante su siempre sorprendente versatilidad, el prestigioso galardón:

Un precioso mojón chapado en oro para una de las mentes
más preclaras y glamurosas de la obstetricia española.
Ahí es nada. La he cogido de El Barón Rojo,
 Y ahora, me marcho a la piscina, pues estoy viendo que leer estas declaraciones tan impactantes al final me va a afectar y voy a tener que crear el premio Pota de Oro...

Se despide y se va a lucir bikini,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

martes, 10 de julio de 2012

Premios Mojón de Oro: primer galardonado

Queridas, queridos, ya tardábamos mucho en leer alguna estupidez proferida por un pretendido profesional. O quizá era yo, que estaba de vacaciones desconectada de mi cuasi omnipresente monotema, pero al volver a la realidad he recordado que tenía guardada para vosotros esta perla, que merece ser reproducida para el deleite y la risa de mis nunca suficientemente mimados fans. Leed y mantened vuestras mandíbulas sujetas para no quedar boquiabiertos por siempre jamás.

Queridas, queridos, qué a gusto me reí el otro día en la sala de espera (sí, a las divas también nos hacen esperar a veces) de mi esteticista, meneando mi divinamente calzado pie mientras leía un panfletillo autoproclamado "revista" en el cual se incluía un texto de un tal Manuel Marcos, que por lo visto dice que es jefe de servicio o algo así del servicio de Ginecología y Obstetricia de ciertos hospitales privados de esta nuestra Especomunidad autónoma... Al simpático obs-tétrico le dio por hablar de cesáreas y virgendelacosturatorcida, lo que soltó por esa boca (o por esos dedos)...

No os digo más que pedí la revistilla para llevármela a casa y leérsela a Muchomacho, quien me agradeció el gesto, pues de tanto descojone que le provocó el libelo que escribía aquel individuo ha hecho en tres minutos el esfuerzo equivalente a dos millones trescientas veinticuatro mil abdominales y se le ha puesto la tableta que ríanse ustedes, queridas y queridos, de cualquier jamonazo de revista, que mi Lord le da mil vueltas.

¿Que qué decía? Pues si la rescato del coche (a U-6 le pareció pura bazofia y la chupeteó hasta convertirla en pasta de papel apta para su reciclaje), os lo copio esta noche, pero de momento os adelanto que la culpa de la alta tasa de cesáreas que sufrimos en las Espéins y Olé es de las madres, claro, que nos da por preñarnos siendo ya casi octogenarias, nos sometemos a tratamientos de fertilidad y, claro, somos de alto riesgo desde antes ya de perder la virginidad.

Ah, y una cosa más total aún y que me encantó (aquí casi me orino encima si no llega a ser porque tengo el suelo pélvico de baldosa catalana y eso no hay quien lo haga temblar): las cicatrices uterinas previas (por ejemplo, por una cesárea anterior) son motivo de cesárea y programada, para más inri. Ole tus cojones, rey. Bien descansado te habrás quedado después de decir tamaño despropósito, que no solo es contrario a toda evidencia científica, sino que incluso es explícitamente desmontado por un organismo declaradamente conservador (conservador de sus ansias  de control sobre el parto) como es la SEGO, que afirma en sus protocolos que las mujeres con cesárea previa deben tener la oportunidad, si no concurren otros factores de riesgo, de intentar (al menos intentar) un parto vaginal. Ignoro si este individuo cobra por cada cesárea en metálico o en jamones o es simplemente que no quiere que se le oxide la mano de rajar y necesita practicar cinco o seis veces al día... Pero, sinceramente, lo siento por las mujeres que vayan a parir a alguno de los hospitales en los que él decide algo.

Así que, para premiar estas contribuciones al ejercicio abdominal, a la sanación por la carcajada y a la alegría en tiempos de crisis, magnánima como solo una diva puede ser, he decidido crear el Premio Mojón de Oro, en cuya primera edición galardono a este señor (perdonadme el eufemismo) en la categoría "Payasada de Altura". Y, como no hay premio sin estatuilla que lo represente, aquí tiene el señor (otra vez el eufemismo) Marcos su award, que espero recoja vestido de castaño como la ocasión exige:

¡Toma mojón! ¿O qué os pensábais? Que una, además de diva, es fina.
Por cierto, lo he cogido de aquí.
Y con esta importantísima noticia de alcance universal me despido, que mis retoños me reclaman para jugar a hacer bolitas de plastilina.

Lady Vaga,
la diva que divaga.
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