Queridas, queridos, sé que os he dejado más tirados que un par de zapatos de la temporada anterior y que es del todo inadmisible que una diva como yo prive a sus admiradores, fans, acólitos y secuaces de su luminosa presencia y radiante estilazo, pero, qué queréis, a veces la vida real, esa prosaica sucesión de acontecimientos presuntamente encadenados por eso de la causa-efecto, me mantiene alejada de este rinconcito nuestro de relax y expansión.
Lo cierto es que últimamente no tengo ganas de escribir. Para qué negarlo. Me digo a mí misma que voy a hacer tal o cual cosa para el blog, pero el cuerpo no me lo pide; supongo que estoy atravesando otra etapa. No es que no haya noticias que me hagan salir la mala uva a raudales o que no me lleguen casos que merecen ser contados; no es eso.
Estoy dedicándome a disfrutar de mis pequeños, cada día un poco menos pequeños, O.G. y U-6. Como este no es un blog de maternidad al uso, no me entretendré contandoos sus proezas físicas y lingüísticas, las cuales, ya podéis imaginar, me hacen babear hasta el punto de la deshidratación (lo cual es fatal para el cutis y estupendo para las vendedoras de cremitas y potingues con quienes me cruzo al hacer ejercicio de consumismo), pero os diré, en resumen, que el martes me reincorporo a la vida laboral y que, por tanto, estoy apurando cada momento junto a ellos lo mejor que puedo. Sé que lo entendéis y que no me condenáis a mí, sino a la coyuntura económica que obliga a vuestra diva a arrimar el hombro (sin hombreras, pues no las necesito ni me gusta su ochentera estética) para levantar la imagen y el PIB de nuestras Espéins y Olé.
Así que, queridas y queridos, no puedo deciros cuándo volveré (aunque siempre que me planteo dejar de escribir un tiempo, de pronto me vienen a la cabeza todas las ideas y a los dedos las cosquillitas), pero estoy segura de que lo haré. Al fin y al cabo, gracias a todos vosotros, que me habéis apoyado y animado, estoy aquí, con U-6, disfrutando de su presencia, cuando nos lo pintaban negro.
Hace un año, por estas fechas, yo estaba postrada en una cama de hospital, pensando que jamás conocería a mi hijo. Ahora, le tengo junto a mí, luchando por morderme el ordenador. Gracias a todos los que nos habéis acompañado; jamás sabréis cuánto nos ayudásteis.
Besos casi currantes,
Lady Vaga.
P.D.: El título no augura un suicidio-bloguicidio seguro, solo mi temporal retiro total o parcial, según el trabajo y las autoridades (es decir, mis hijos) lo requieran.
sábado, 17 de marzo de 2012
miércoles, 22 de febrero de 2012
Ruth, próxima llegada a Ítaca
Queridas y queridos, permitidme que en esta ocasión me dirija a una persona que ha aparecido en mi vida hace unos meses y a la que he cogido mucho cariño, por su especial vulnerabilidad y su valentía. Es más, hasta me voy a poner seria y todo, ¡venga!
Querida Ruth: esta carta es para ti, enterita y todita, desde el encabezamiento hasta la despedida. Es para ti porque me siento un poco "madre" contigo, aunque cuando tú naciste no andaba yo todavía en el "equipo fertilidad"; bueno, qué narices, no andaba ni siquiera en el "equipo preadolescencia"... En cualquier caso, he seguido la historia de tu embarazo y nos has permitido saber de tus miedos, tus anhelos y tus peripecias.
Sé que eres una persona valiente con una gran tendencia a comerse el coco. Creo que esto debe de tener que ver con cómo funcionó tu primer parto y con ese miedo a lo desconocido que no pudiste vencer entonces (¿cómo vencerlo, si no te dieron la ocasión?). Sobredimensionas lo negativo, eso es algo que a veces me ha hecho tener ganas de agarrar mi mejor sartén y estampártela en la cabeza, pero creo que, pese a todo, te las estás arreglando para crecer en este camino y para utilizar cada piedra que te encuentras como un apoyo para continuar ascendiendo.
¿Recuerdas cuando buscabas quien te atendiese el parto? No tuviste problema en viajar hasta Madrid, en pelear contra viento y marea, en visitar a diferentes profesionales, en buscar lo mejor para tu bebé y para ti, ¡si eso no es ser valiente, no sé qué lo será! Y ni aun así te me relajas. Eres muy dura contigo misma y no te mereces machacarte como lo haces, querida mía.
Eres muy joven y, a pesar de ello, tienes las cosas muy claras. Sabes que tu mayor obstáculo es el miedo al dolor y yo te digo: no lo temas. El dolor es, en este caso, un poderoso aliado. Piensa que no es lo mismo sentir dolor que estar sufriendo... ¿Cuánta gente no se somete voluntariamente al dolor porque es consciente de que el fin lo merece, por ejemplo, al hacerse un tatuaje o un piercing? Vale, soy la menos indicada para poner esa comparación porque mi fantástico traje de piel está intacto, pero creo que para el caso me sirve, burdamente, y si no pensemos en, qué sé yo, la depilación con cera... Porque el dolor del parto es el más útil del mundo, ¡te trae a tu bebé! ¿Hay mayor recompensa?
Querida Ruth, quiero que sepas y tengas presente que tu parto será tuyo, fantástico e intenso, gozado y disfrutado, desde el momento uno. Y quiero que recuerdes mis palabras cuando tengas a tu bebé en brazos (esto es mucho aventurar por mi parte, oxitocínica perdida como estarás, pero bueno, ahí lo dejo): "¿ves cómo podías, pedorra?"
Besos de una diva que te aprecia,
Lady Vaga.
Querida Ruth: esta carta es para ti, enterita y todita, desde el encabezamiento hasta la despedida. Es para ti porque me siento un poco "madre" contigo, aunque cuando tú naciste no andaba yo todavía en el "equipo fertilidad"; bueno, qué narices, no andaba ni siquiera en el "equipo preadolescencia"... En cualquier caso, he seguido la historia de tu embarazo y nos has permitido saber de tus miedos, tus anhelos y tus peripecias.
Sé que eres una persona valiente con una gran tendencia a comerse el coco. Creo que esto debe de tener que ver con cómo funcionó tu primer parto y con ese miedo a lo desconocido que no pudiste vencer entonces (¿cómo vencerlo, si no te dieron la ocasión?). Sobredimensionas lo negativo, eso es algo que a veces me ha hecho tener ganas de agarrar mi mejor sartén y estampártela en la cabeza, pero creo que, pese a todo, te las estás arreglando para crecer en este camino y para utilizar cada piedra que te encuentras como un apoyo para continuar ascendiendo.
¿Recuerdas cuando buscabas quien te atendiese el parto? No tuviste problema en viajar hasta Madrid, en pelear contra viento y marea, en visitar a diferentes profesionales, en buscar lo mejor para tu bebé y para ti, ¡si eso no es ser valiente, no sé qué lo será! Y ni aun así te me relajas. Eres muy dura contigo misma y no te mereces machacarte como lo haces, querida mía.
Eres muy joven y, a pesar de ello, tienes las cosas muy claras. Sabes que tu mayor obstáculo es el miedo al dolor y yo te digo: no lo temas. El dolor es, en este caso, un poderoso aliado. Piensa que no es lo mismo sentir dolor que estar sufriendo... ¿Cuánta gente no se somete voluntariamente al dolor porque es consciente de que el fin lo merece, por ejemplo, al hacerse un tatuaje o un piercing? Vale, soy la menos indicada para poner esa comparación porque mi fantástico traje de piel está intacto, pero creo que para el caso me sirve, burdamente, y si no pensemos en, qué sé yo, la depilación con cera... Porque el dolor del parto es el más útil del mundo, ¡te trae a tu bebé! ¿Hay mayor recompensa?
Querida Ruth, quiero que sepas y tengas presente que tu parto será tuyo, fantástico e intenso, gozado y disfrutado, desde el momento uno. Y quiero que recuerdes mis palabras cuando tengas a tu bebé en brazos (esto es mucho aventurar por mi parte, oxitocínica perdida como estarás, pero bueno, ahí lo dejo): "¿ves cómo podías, pedorra?"
Besos de una diva que te aprecia,
Lady Vaga.
martes, 21 de febrero de 2012
Un perro para cada embarazada: derecho inalienable
Mi amiga la Guiri no me deja descolgarme de la actualidad e interrumpe mi bien merecido retiro faringítico para darme malvadas ideas derivadas de la lectura de noticias como esta: según El Mundo, las embarazadas que tienen perro hacen más ejercicio que las que no. Por supuesto, ante tan reveladora información, mis ojos se han abierto hasta que he escuchado "clonc, clonc" y he tenido que bajarme de los tacones para recoger mis globos oculares, que habían utilizado mis nervios ópticos para hacer puenting sin temor al viento ni al vértigo. ¡Albricias! ¡Qué descubrimiento tan sesudo! ¿No os parece, queridas y queridos, que un estudio de tanto alcance bien podría firmarlo el ínclito Dr. Zoidberg?
En fin. Como no me queda otro remedio, paso a la rosachiclez pertinente y os copio la noticia en cuestión, que no es que no tenga desperdicio, es que solo merece ser impresa si la vais a usar para asear vuestras posaderas después de ingerir, digerir y defecar medio kilo de ciruelas.
En fin. Como no me queda otro remedio, paso a la rosachiclez pertinente y os copio la noticia en cuestión, que no es que no tenga desperdicio, es que solo merece ser impresa si la vais a usar para asear vuestras posaderas después de ingerir, digerir y defecar medio kilo de ciruelas.
Un perro para las embarazadas
AFP
- Tener mascota ayuda a cumplir las recomendaciones de ejercicio diario
Laura Tardón | Madrid
Las embarazadas que tienen perro hacen más ejercicio. Según un estudio publicado en la revista 'PLoS One', cumplen con los 30 minutos diarios recomendados en un 50% más que las mujeres que no tienen mascota (un momento: ¿hacen un 50% más de ejercicio que las que no pasean a sus perros o de todas las mujeres que hacen ese ejercicio recomendado, las que tienen perro son un 50% más?). Dados los beneficios de esta práctica sobre la salud, los investigadores proponen incluir esta forma de paseo en compañía como estrategia para mejorar los hábitos de las gestantes (sí, hombre, yo que me paso los embarazos haciendo pis cada diez minutos, si encima tengo que pasear al perro ya puedo ir con una bolsita... Pero para recoger lo mío, ¡anda ya!).
Como argumentan los autores del artículo, de la Universidad de Liverpool (Reino Unido), numerosos estudios demuestran que "la obesidad o una subida importante de peso durante el embarazo puede afectar tanto a la madre como al bebé. Por ejemplo, podría ocasionar dificultades en el nacimiento o tener implicaciones en el desarrollo de una futura obesidad del niño" (sí, es mejor no coger nada de peso para tener un bebé bien flaquito y llevarlo a la Mercedes Benz Fashion Week recién nacido, ¡a rentabilizar el embarazo YA!)
Según Jackie Calleja, ginecólogo del Hospital Universitario Quirón Madrid, se sabe que "la actividad sedentaria junto a una dieta poco equilibrada y sobrepeso son factores de riesgo para desarrollar enfermedades que aparecen en el segundo y tercer trimestre de la gestación, como la preeclampsia, la diabetes gestacional, fatiga..." (y, of course, paseando a un perro se quita todo eso, está claro: de golpe, comeremos fenomenal y nos pondremos más tonificadas que Jane Fonda cuando sacó el primer VHS... Ay, Jackie, cómo nos gustan las predicciones apocalípticas...).
Por estas razones, recalcan los expertos del estudio británico, los médicos hacen un seguimiento constante del peso y aconsejan realizar ejercicio diario. El ginecólogo español da algunas pistas: "Conviene hacer ejercicio, no deporte, aeróbico entre 30 y 40 minutos tres o cuatro días a la semana. Yoga, pilates, jogging, natación para embarazadas, pasear en bicicleta, caminar. Lo importante es que la embarazada esté activa y se mueva a un ritmo normal, a una intensidad media. Por ejemplo, en media hora pasear unos dos kilómetros" (bueno, eso es razonable. Pero creo que es lo mismo que cuentan a los viejitos del Saber Vivir cada mañana y a ellos no hace falta amenazarles con cataclismos, oye...)
Normalmente, las gestantes optan por caminar (sí, las preñadas nos volvemos muy perezosas y de volar pasamos), señala Carri Westgarth, uno de los autores de la investigación. "Aunque ya se había demostrado que tener perro aumenta la actividad física en los adultos en general, este es el primer estudio que valora esta relación en las embarazadas", agrega (¿será porque es una gilipollez de estudio?).
Y la respuesta es afirmativa (o sea, que sí es una gilipollez. Gracias). Después de analizar a más de 11.000 gestantes, "observamos que tener uno o más perros les ayuda a alcanzar los 150 minutos de ejercicio recomendado a la semana" (¡hagámoslas tener doce perros, entonces, y parirán bebés vigoréxicos! Eso si no se nos infartan antes, corriendo tras tanto can, claro). Los resultados muestran que tener mascota es una motivación y "obliga a mantener actividad física diaria", ya que supone un compromiso con el cuidado del animal (nos ha jodido, es que generalmente la gente que tiene animales los quiere muchísimo y no pasa de ellos por estar embarazada, por estar el tiempo malo ni por chorradas...). Sin embargo, aclaran los investigadores, no se puede decir que la compañía de un perro esté relacionada con menor peso durante la gestación. Lo que sí se puede decir es que ayuda a promover el ejercicio durante esta etapa, por lo que convendría "estudiar cómo puede incluirse como estrategia de salud y analizar qué tipo son las más adecuadas", entre otros factores (traducción de la última cita literal: "convendría estudiar cómo podemos seguir sacando pasta a la universidad para que nos financie estas chorrimemeces y podamos continuar viviendo del cuento sin dar ni palo).
Bueno. Yo tengo que decir que esta noticia me ha dado que pensar y he llegado a la conclusión de que está muy mal enfocado el estudio. No es por el ejercicio por lo que yo querría un perro, sino por protección. Considero muy necesario, a la luz de los hechos de los que cada día tenemos conocimiento, que el estado regale a cada embarazada un perrito. Pero no un caniche ni un perrito de aguas de esos tan monos que caben en un bolso divino, no: un pitbull, un rottweiler o un mastín. Un perrito bien grande y hermoso, de esos que hace que te tomen en serio, vaya.
Ya me estoy imaginando las visitas al ginecólogo, esas salas de espera llenas de mujeres embarazadas sujetando la correa de sus perros, por supuesto bien adiestrados y convenientemente puestos sus bozales, y la escena en consulta:
- Señora, desnúdese que le voy a hacer el tacto de las 38 semanas.
- Huy, doctor, no creo que a Pupy le guste eso... Mire cómo le gruñe a usted...
- Esto... Bueno, bueno, ¡si no hay necesidad! Hale, hasta la semana 40, que está usted como una rosa, señora mía. ¡Mis recuerdos a su esposo!
- Gracias, doctor... Pupy, suelta la pata de la silla... ¡Perrito bueno!
O en Registro:
- Señora, que aquí no cogemos planes de parto de esos, que el médico es el que decide, hombre...
- Pues si no me lo cogen, no puedo llevarme a Pupy a su paseo, y se pone de un mal humor...
- Haberlo dicho antes, mujer, hablando se entiende la gente... Y dígale a su perro que no me mire tan fijamente...
Le encuentro muchísimas aplicaciones, también, en el propio paritorio. Por ejemplo, para garantizar que se cumple nuestro plan de parto: ese gine espabiladito que se acerca a coger la tijerita para cortar chichis de señoras de parto y, de repente, ¡zas! El simpático Pupy le atenaza la muñeca... ¡Ay, cuánta felicidad!
O en la puerta del paritorio, oliendo (una vez formado adecuadamente en unidades especializadas de Servicio a la Parturienta y al Bebé, por supuesto) a todo el que ose entrar y descartándole si lleva más metal del debido en los bolsillos o si su excesiva sudoración deja entrever sus aviesas intenciones...
Sin olvidar, por supuesto, la siempre oportuna restricción de las visitas una vez nacido el bebé y el mordisqueo a tiempo del bajo del vestido de la tía Herminia si continúa diciendo "ay, nena, ¿otra vez al pecho? Pero si tú de ahí no sacas más que agua, que las mujeres de nuestra familia no tenemos leche, ¿no le ves que se queda con hambre?
Qué, ¿cómo lo veis? ¿Tiene bastante sentido lo que propongo o me vais a hacer lanzar una campaña?
Besos subversivos,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Uno de los autores del sesudo y profundo estudio, disponiéndose a quitarse un "paluego" de entre los dientes con instrumental de última generación. |
Como argumentan los autores del artículo, de la Universidad de Liverpool (Reino Unido), numerosos estudios demuestran que "la obesidad o una subida importante de peso durante el embarazo puede afectar tanto a la madre como al bebé. Por ejemplo, podría ocasionar dificultades en el nacimiento o tener implicaciones en el desarrollo de una futura obesidad del niño" (sí, es mejor no coger nada de peso para tener un bebé bien flaquito y llevarlo a la Mercedes Benz Fashion Week recién nacido, ¡a rentabilizar el embarazo YA!)
Según Jackie Calleja, ginecólogo del Hospital Universitario Quirón Madrid, se sabe que "la actividad sedentaria junto a una dieta poco equilibrada y sobrepeso son factores de riesgo para desarrollar enfermedades que aparecen en el segundo y tercer trimestre de la gestación, como la preeclampsia, la diabetes gestacional, fatiga..." (y, of course, paseando a un perro se quita todo eso, está claro: de golpe, comeremos fenomenal y nos pondremos más tonificadas que Jane Fonda cuando sacó el primer VHS... Ay, Jackie, cómo nos gustan las predicciones apocalípticas...).
Por estas razones, recalcan los expertos del estudio británico, los médicos hacen un seguimiento constante del peso y aconsejan realizar ejercicio diario. El ginecólogo español da algunas pistas: "Conviene hacer ejercicio, no deporte, aeróbico entre 30 y 40 minutos tres o cuatro días a la semana. Yoga, pilates, jogging, natación para embarazadas, pasear en bicicleta, caminar. Lo importante es que la embarazada esté activa y se mueva a un ritmo normal, a una intensidad media. Por ejemplo, en media hora pasear unos dos kilómetros" (bueno, eso es razonable. Pero creo que es lo mismo que cuentan a los viejitos del Saber Vivir cada mañana y a ellos no hace falta amenazarles con cataclismos, oye...)
Normalmente, las gestantes optan por caminar (sí, las preñadas nos volvemos muy perezosas y de volar pasamos), señala Carri Westgarth, uno de los autores de la investigación. "Aunque ya se había demostrado que tener perro aumenta la actividad física en los adultos en general, este es el primer estudio que valora esta relación en las embarazadas", agrega (¿será porque es una gilipollez de estudio?).
Y la respuesta es afirmativa (o sea, que sí es una gilipollez. Gracias). Después de analizar a más de 11.000 gestantes, "observamos que tener uno o más perros les ayuda a alcanzar los 150 minutos de ejercicio recomendado a la semana" (¡hagámoslas tener doce perros, entonces, y parirán bebés vigoréxicos! Eso si no se nos infartan antes, corriendo tras tanto can, claro). Los resultados muestran que tener mascota es una motivación y "obliga a mantener actividad física diaria", ya que supone un compromiso con el cuidado del animal (nos ha jodido, es que generalmente la gente que tiene animales los quiere muchísimo y no pasa de ellos por estar embarazada, por estar el tiempo malo ni por chorradas...). Sin embargo, aclaran los investigadores, no se puede decir que la compañía de un perro esté relacionada con menor peso durante la gestación. Lo que sí se puede decir es que ayuda a promover el ejercicio durante esta etapa, por lo que convendría "estudiar cómo puede incluirse como estrategia de salud y analizar qué tipo son las más adecuadas", entre otros factores (traducción de la última cita literal: "convendría estudiar cómo podemos seguir sacando pasta a la universidad para que nos financie estas chorrimemeces y podamos continuar viviendo del cuento sin dar ni palo).
"Doctor, a mi ama no le pone oxitocina ni Rex, así que váyase a dormir y déjela parir sin zarandajas. Le llamaré si le necesita." |
Ya me estoy imaginando las visitas al ginecólogo, esas salas de espera llenas de mujeres embarazadas sujetando la correa de sus perros, por supuesto bien adiestrados y convenientemente puestos sus bozales, y la escena en consulta:
¡Chispi gruñó al doctor que quería cortar la vagina a mi mamá y se orinó en sus zapatos! No, Chispi no... ¡El doctor se orinó solito! ¡Gracias, Chispi! |
- Huy, doctor, no creo que a Pupy le guste eso... Mire cómo le gruñe a usted...
- Esto... Bueno, bueno, ¡si no hay necesidad! Hale, hasta la semana 40, que está usted como una rosa, señora mía. ¡Mis recuerdos a su esposo!
- Gracias, doctor... Pupy, suelta la pata de la silla... ¡Perrito bueno!
O en Registro:
- Señora, que aquí no cogemos planes de parto de esos, que el médico es el que decide, hombre...
- Pues si no me lo cogen, no puedo llevarme a Pupy a su paseo, y se pone de un mal humor...
- Haberlo dicho antes, mujer, hablando se entiende la gente... Y dígale a su perro que no me mire tan fijamente...
Le encuentro muchísimas aplicaciones, también, en el propio paritorio. Por ejemplo, para garantizar que se cumple nuestro plan de parto: ese gine espabiladito que se acerca a coger la tijerita para cortar chichis de señoras de parto y, de repente, ¡zas! El simpático Pupy le atenaza la muñeca... ¡Ay, cuánta felicidad!
¡Lassie for president... de la SEGO! |
Sin olvidar, por supuesto, la siempre oportuna restricción de las visitas una vez nacido el bebé y el mordisqueo a tiempo del bajo del vestido de la tía Herminia si continúa diciendo "ay, nena, ¿otra vez al pecho? Pero si tú de ahí no sacas más que agua, que las mujeres de nuestra familia no tenemos leche, ¿no le ves que se queda con hambre?
Qué, ¿cómo lo veis? ¿Tiene bastante sentido lo que propongo o me vais a hacer lanzar una campaña?
Besos subversivos,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
¡No sin mi vía! Una iniciativa solidaria
Queridas, queridos, abandono mi espiritual retiro de estos últimos días (en casa estamos todos pachuchos, los niños pasando su hermoso catarro de vías altas y yo dedicada en cuerpo y alma a mi faringitis, que ya hubiese querido Linda Lovelace una así para escaquearse de rodar aquel bodrio hoy elevado a los altares del retro-porno) para hacerme eco de una iniciativa jocosa a la par que oportuna que nos propone, así en resumen, acabar con el privilegio que las parturientas tienen cuando llega el momento de nacer su bebé: la vía, así en negrita lo pongo para que os enteréis bien.
¿Vosotros sabíais que, estadísticamente, es mucho más fácil morirse de un infarto que durante el parto? Y, sin embargo, el pequeño jefe de servicio del Hotel Espe considera que sin vía no se puede parir (aprovecho desde aquí para recordarle que Paula, Rabbit y yo lo hicimos y aquí estamos, vivitas y dando por el saco) y lleva su convencimiento hasta el punto de sugerirnos que, si no queremos estar "conectadas" durante el parto, lo mejor es que nos busquemos otro hospital... ¡Ole! ¡Como si ese no fuese mi hospital público de referencia y no lo pagase con mis impuestos!
El caso es que parece que hay cosas mucho más peligrosas que parir y a esa gente nadie les pone una vía. Lamento profundamente que ellos no den con un jefe de servicio tan implicado y preocupado por ellos, alguien que les canalice una vía según se levantan por la mañana y se la llene de oxitocina non-stop con mimo a lo largo del día... Por eso yo ya he firmado y apelo a vuestro sentido del humor, vuestro sentido común y vuestro sentido de la moda para que hagáis lo mismo.
¡O nos ponen tubito a todos, o la parturienta al río! ¡Basta ya de discriminación!
Y ahora, me marcho a descansar, que me espera un té caliente.
Besos estilo la dama de las camelias,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
¿Vosotros sabíais que, estadísticamente, es mucho más fácil morirse de un infarto que durante el parto? Y, sin embargo, el pequeño jefe de servicio del Hotel Espe considera que sin vía no se puede parir (aprovecho desde aquí para recordarle que Paula, Rabbit y yo lo hicimos y aquí estamos, vivitas y dando por el saco) y lleva su convencimiento hasta el punto de sugerirnos que, si no queremos estar "conectadas" durante el parto, lo mejor es que nos busquemos otro hospital... ¡Ole! ¡Como si ese no fuese mi hospital público de referencia y no lo pagase con mis impuestos!
El caso es que parece que hay cosas mucho más peligrosas que parir y a esa gente nadie les pone una vía. Lamento profundamente que ellos no den con un jefe de servicio tan implicado y preocupado por ellos, alguien que les canalice una vía según se levantan por la mañana y se la llene de oxitocina non-stop con mimo a lo largo del día... Por eso yo ya he firmado y apelo a vuestro sentido del humor, vuestro sentido común y vuestro sentido de la moda para que hagáis lo mismo.
¡O nos ponen tubito a todos, o la parturienta al río! ¡Basta ya de discriminación!
Y ahora, me marcho a descansar, que me espera un té caliente.
Besos estilo la dama de las camelias,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
jueves, 9 de febrero de 2012
¡Que nos vamos al AC!
Queridas, queridos, tengo algunos temas pendientes para publicar, pero no creo que me dé tiempo a hacerlo hasta la semana que viene porque tengo a Ambrosio y a Audrina locos perdidos preparándome las maletas para el encuentro de Apoyo Cesáreas. Podremos escuchar ponencias interesantísimas, conocer a mujeres sabias y, sobre todo, disfrutar de nuestra mutua compañía (por no mencionar que voy, por fin, a poner cara a tantas compañeras de camino...) física y no virtualmente, por una vez.
A algunas ya os conozco, a otras no tengo todavía esa suerte pero me muero de ganas... ¡Me emociono solo de pensarlo! Echaré mucho de menos a mis chicas gurús de la Pucela Connection, pero las tendremos presentes todo el día.
Así que ya sabéis, estaré de vuelta muy pronto, pero ahora mismo tengo muuuuuuuchas cosas que organizar. Por ejemplo, un modelito monísimo para el pequeño U-6, al que considero ahijado de todo AC, pues sin vosotras no habríamos recorrido este sendero.
Se despide, estresada y feliz,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
A algunas ya os conozco, a otras no tengo todavía esa suerte pero me muero de ganas... ¡Me emociono solo de pensarlo! Echaré mucho de menos a mis chicas gurús de la Pucela Connection, pero las tendremos presentes todo el día.
Así que ya sabéis, estaré de vuelta muy pronto, pero ahora mismo tengo muuuuuuuchas cosas que organizar. Por ejemplo, un modelito monísimo para el pequeño U-6, al que considero ahijado de todo AC, pues sin vosotras no habríamos recorrido este sendero.
Se despide, estresada y feliz,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
miércoles, 8 de febrero de 2012
Para parir en casa hay que valer
Sí, el título es un poco amarillista, pero es que este tema ya huele... Sin segundas lo digo.
Queridas, queridos, con la que está cayendo tras la muerte de Caroline Lovell (o Lowell, que de las dos maneras lo he visto escrito), están las opiniones calentitas y las bocas que echan chispas... Y yo, la verdad, no termino de entender por qué. Parece que hay un sector que da por hecho que, de haber parido en el hospital, esta mujer no habría muerto y lo único cierto es que aún no tenemos toda la información como para aseverarlo con tanta energía... Seamos cautos, por favor. Y esos que hablan de meter un puro a las madres si sus hijos mueren en un parto domiciliario, que piensen un poco antes de hablar. No cuesta nada, aunque su propio deseo de pronunciar la mayor chorrada es a veces irrefrenable, eso se ve claro.
Que el parto en casa es seguro es un hecho. El propio Ministerio de Sanidad lo reconoce:
"Un estudio publicado recientemente concluye que, en mujeres embarazadas de bajo riesgo, dar a luz en casa no se asocia con mayor morbi-mortalidad neonatal [...]En conclusión, según este estudio, planear el parto en el propio domicilio es una opción segura para mujeres embarazadas de bajo riesgo siempre y cuando se ofrezca un sistema adecuado y de calidad de atención y cuidado a la maternidad para llevar a cabo esta práctica."
Hablamos de un trabajo de 2009 en el que se estudiaron 500.000 mujeres entre 2000 y 2006, distinguiendo entre partos planeados en el hospital y partos planeados en casa.
Sin embargo, llevo toda la semana oyendo chorradas varias de opinólogos poco informados que, curiosamente, suelen repetirse sin pensar mucho. Hasta tal punto son predecibles estos exabruptos verbales, que he decidido dedicarles una serie para desmitificarlos uno por uno.
Intentaré no agobiaros con referencias bibliográficas, extractando los párrafos más significativos para que estas entradas sean, como intento siempre, divertidas y, en este caso, útiles. Vaya por delante que una cosa está clara: cuando una mujer decide parir en casa, lo hace pensando en la seguridad de su hijo y en la suya propia. No admito que se nos llame inconscientes o egoístas, porque no es verdad y el argumento es fácilmente reversible para entrar a calificar a quienes, como en tantos otros aspectos de la vida, actúan sin pensar, movidos por la inercia. Esos son los verdaderos irresponsables, en el sentido más amplio de la palabra, y no quiero parecerme a ellos en absoluto.
En fin, queridas, queridos: es una entrada breve la de hoy para anunciaros el rumbo que el blog tomará los próximos días. Vaya por delante que respeto plenamente a quienes deciden parir en el hospital (cada una se siente más segura en un sitio, eso es un hecho) y que mi perorata va contra quienes, habiendo actuado sin mediar reflexión alguna, se permiten la licencia de criticar a los que hemos hecho otra cosa con nuestros cuerpos y nuestras vidas.
Y ahora os dejo, que tenemos unas construcciones que terminar mis pequeños y yo.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Queridas, queridos, con la que está cayendo tras la muerte de Caroline Lovell (o Lowell, que de las dos maneras lo he visto escrito), están las opiniones calentitas y las bocas que echan chispas... Y yo, la verdad, no termino de entender por qué. Parece que hay un sector que da por hecho que, de haber parido en el hospital, esta mujer no habría muerto y lo único cierto es que aún no tenemos toda la información como para aseverarlo con tanta energía... Seamos cautos, por favor. Y esos que hablan de meter un puro a las madres si sus hijos mueren en un parto domiciliario, que piensen un poco antes de hablar. No cuesta nada, aunque su propio deseo de pronunciar la mayor chorrada es a veces irrefrenable, eso se ve claro.
Que el parto en casa es seguro es un hecho. El propio Ministerio de Sanidad lo reconoce:
"Un estudio publicado recientemente concluye que, en mujeres embarazadas de bajo riesgo, dar a luz en casa no se asocia con mayor morbi-mortalidad neonatal [...]En conclusión, según este estudio, planear el parto en el propio domicilio es una opción segura para mujeres embarazadas de bajo riesgo siempre y cuando se ofrezca un sistema adecuado y de calidad de atención y cuidado a la maternidad para llevar a cabo esta práctica."
Hablamos de un trabajo de 2009 en el que se estudiaron 500.000 mujeres entre 2000 y 2006, distinguiendo entre partos planeados en el hospital y partos planeados en casa.
Sin embargo, llevo toda la semana oyendo chorradas varias de opinólogos poco informados que, curiosamente, suelen repetirse sin pensar mucho. Hasta tal punto son predecibles estos exabruptos verbales, que he decidido dedicarles una serie para desmitificarlos uno por uno.
Intentaré no agobiaros con referencias bibliográficas, extractando los párrafos más significativos para que estas entradas sean, como intento siempre, divertidas y, en este caso, útiles. Vaya por delante que una cosa está clara: cuando una mujer decide parir en casa, lo hace pensando en la seguridad de su hijo y en la suya propia. No admito que se nos llame inconscientes o egoístas, porque no es verdad y el argumento es fácilmente reversible para entrar a calificar a quienes, como en tantos otros aspectos de la vida, actúan sin pensar, movidos por la inercia. Esos son los verdaderos irresponsables, en el sentido más amplio de la palabra, y no quiero parecerme a ellos en absoluto.
En fin, queridas, queridos: es una entrada breve la de hoy para anunciaros el rumbo que el blog tomará los próximos días. Vaya por delante que respeto plenamente a quienes deciden parir en el hospital (cada una se siente más segura en un sitio, eso es un hecho) y que mi perorata va contra quienes, habiendo actuado sin mediar reflexión alguna, se permiten la licencia de criticar a los que hemos hecho otra cosa con nuestros cuerpos y nuestras vidas.
Y ahora os dejo, que tenemos unas construcciones que terminar mis pequeños y yo.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
domingo, 5 de febrero de 2012
Matrosaurias al poder: Cómo putear a una embarazada plasta
Queridas matrosaurias, no es justo que tanto las mujeres como los ginesaurios tengan magníficos escudos y armaduras con los que luchar en épicas batallas mientras vosotras miráis parapetadas tras un ciruelo: por tanto, pongo mi pluma y mi ingenio al servicio de vuestro desempeño ¿profesional? para contaros cómo putear a una preñada conflictiva.
Adquiriréis, mediante la lectura de este ameno articulín, las destrezas necesarias para fastidiar a las elementas subversivas que os hayan dado la brasa con preguntas inoportunas durante los controles de embarazo o que os hayan reventado las clases de preparación al parto cuestionando la inocuidad de la bendita epidural (aménlaepiduralquelapedirásllorandoagritoscomotodas, hombre, por Dior). Procedamos por tanto, sin más dilación, a enumerar vuestros recursos ante una parturienta rebelde:
1. Entra y sal como Pedro por su casa: sin presentarte, sin llamar a la puerta, sin despedirte. La habitación y el paritorio son tu terreno de trabajo y esa barrigona de la cama, una extraña. Si alguien sobra, es ella; que se dé por aludida. Aprovecha para subir las luces cuando entres en la habitación si las tenía tenues y habla en voz bien alta, que estas locas son de esas que dicen que se van "al planeta parto" como la que se va a las rebajas del Zara, y de eso nada, hombre, que para parir hay que sufrir. Ah: despersonaliza; llámala "mamá", "barriguita", "gordita" o "niña". Nada de aprenderte su nombre, a ver si se va a creer que pinta algo ahí.
2. Porta siempre muchas cosas en las manos: bolsas con suero, bandejas con instrumental para coger una vía, los sobrantes de cables de la luz que se dejó el electricista la semana pasada cuando estuvo revisando la instalación... Cualquier cosa vale para asustar a estas díscolas, ¡da rienda suelta a tu imaginación! Por ejemplo, puedes irrumpir en la sala (al estilo del punto 1) con una aguja de hacer punto bien gorda y decirle, con una sonrisa de Joker, "¿quién te va a romper la bolsitaaaaa?", ¡ya verás qué risas!
3. Déjala más seca que un bocadillo de mojama: ella se cree que su cuerpo funciona divinamente y aquí estás tú para demostrarle lo contrario, so pena de acabar en el rudo paro, así que manos a la obra. Una vía bien cogida para que sepa quién manda en tu turno y, ¡hala!, suerito para adentro... Cuando te pida beber (que te lo pedirá, y si no, al tiempo) respóndele con mucha retranca: "el suero te mantiene hidratada". Verás qué cara de ajo se le pone, pero lo mejor es que encima ¡se quedará con las ganas de escupirte, porque tiene la boca seca! ¡Bwa-ha-ha-ha!
4. Inmovilízala: según llegue, cáscale un un monitor continuo además del suero, que eso molesta mucho a estas hippies naturistas que se las dan de pachamámicas. Nada de estetoscopio ni monitores en ventana... Cinturón non-stop y con el cable corto, como si estuviesen atadas a la pata de la cama. Llegadas a este punto, alguna iluminada te preguntará por el monitor inalámbrico, pero tú no te dejes impresionar; mírala como si hubiese dejado el platillo volante en doble fila y respóndele desafiante "sí, hombre, ¿y yo te llevo la cola del camisón por el pasillo?" o cualquier otra lindeza que se te ocurra.
5. Aparenta gravedad: ponte seria cuando mires su monitor, niega con la cabeza y masculla chorradas ininteligibles para el cuello de tu uniforme. No hay parturienta que lo resista. Si te pregunta qué ocurre, dale una respuesta ambigua y catastrofista que sea incapaz de entender. Si hay que inventarse palabras, se las inventa una, que estas modernas se empollan internet entero y hay que echarle mucho morro para sorprenderlas. No dejes pasar la ocasión, además, de mencionar que el plan de parto que ha presentado es una solemne tontería, que no tenéis medios para cumplirlo y que además es papel mojado porque haréis lo que sea mejor para ella (y para que tú no tengas que alargar tu turno ni un minuto más y además te dé tiempo a echar un cigarrito antes de pasar a paritorio a la de la 435). Ideal ya sería que hagas un canuto con él para formar una cerbatana y lo uses para lanzarle granos de arroz a modo de proyectiles.
6. Joróbale el atrezzo: la pelota esa de dilatación no tiene lugar en un hospital serio, ¡hombre ya!, eso es como las bolas-locas que regalaban en los ochenta en las tómbolas de pueblo para que los niños saltasen encima... Así que, a la que puedas, se la pinchas con la aguja de hacer punto. Tonterías en tu paritorio, las justas. Con la música, lo mismo: ¿qué es eso de parir escuchando a la tal Rosa Zaragoza? Sácate del bolsillo un transistor y les pones Radiolé (si eres mayor de cincuenta años) o Sonia y Selena (si eres menor de cincuenta o directamente cani). Y que haga círculos con la cadera al compás si es tan chulita.
7. El dolor es tu amigo: si la ves encajar las contracciones más o menos bien, recuérdale que un parto duele horrorosamente, tanto como la amputación de un miembro sin anestesia, y que todas piden la epidural a gritos demasiado tarde para ponérsela. Eso sí, cuando se queje, deja caer que ahora son todas unas quejicas que no aguantan nada y que cuando se la metieron, bien que lo gozaba.
8. Preséntales a tu amiga Kris Teller: la kristeller es miel sobre hojuelas, mano de santo y la purga de Benito, así todo junto, si quieres poner a una de estas prepotentillas en su sitio. Mete el codo ahí bien entre las costillas y verás qué rápido se olvidan de la OMS, de la SEGO y hasta de quién es el padre. Ah: no olvides tus tijeritas. Paséate con ellas en la mano por el paritorio como si fueses un cowboy luciendo pistola en el Far West. Si consigues que las luces del techo se reflejen en el filo mientras les das vueltecitas con los dedos, quedarás como una reina y la pobre preñadita se hará popó encima.
Y podría seguir, queridas matrosaurias, pero creo que por hoy ya está bien de información; no quiero saturar vuestros pequeños cerebros primitivos con un exceso de datos que os perjudicaría en vez de ayudaros. Seguramente, para continuar con esta saga gloriosa, en días sucesivos tendré a bien facilitaros una guía de mitos y trolas gordas que soltar durante la preparación al parto para convertirla más bien en "preparación al corte". Os avisaré, llegado el caso, para que no os lo perdáis.
No puedo despedirme sin encomiar y elogiar la labor de tantas comadronas serias, responsables y comprometidas con su trabajo que, día a día, ayudan a las mujeres a parir en un clima de tranquilidad y seguridad. Por suerte, vosotras sois legión y solo es cuestión de tiempo que las otras, las prepotentes, se extingan a pesar de que mi escrito les dé fuerzas para asaltos postreros.
Y, ahora sí, me despido, satisfecha de mi divulgativa labor.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Lo siento, saurias mías, no puedo convertiros en una señorita así de explosiva... |
1. Entra y sal como Pedro por su casa: sin presentarte, sin llamar a la puerta, sin despedirte. La habitación y el paritorio son tu terreno de trabajo y esa barrigona de la cama, una extraña. Si alguien sobra, es ella; que se dé por aludida. Aprovecha para subir las luces cuando entres en la habitación si las tenía tenues y habla en voz bien alta, que estas locas son de esas que dicen que se van "al planeta parto" como la que se va a las rebajas del Zara, y de eso nada, hombre, que para parir hay que sufrir. Ah: despersonaliza; llámala "mamá", "barriguita", "gordita" o "niña". Nada de aprenderte su nombre, a ver si se va a creer que pinta algo ahí.
...Sobre todo, teniendo en cuenta que la matrosauria estándar se parece más bien a la grimosa comadrona Joy, de Psychoville. |
3. Déjala más seca que un bocadillo de mojama: ella se cree que su cuerpo funciona divinamente y aquí estás tú para demostrarle lo contrario, so pena de acabar en el rudo paro, así que manos a la obra. Una vía bien cogida para que sepa quién manda en tu turno y, ¡hala!, suerito para adentro... Cuando te pida beber (que te lo pedirá, y si no, al tiempo) respóndele con mucha retranca: "el suero te mantiene hidratada". Verás qué cara de ajo se le pone, pero lo mejor es que encima ¡se quedará con las ganas de escupirte, porque tiene la boca seca! ¡Bwa-ha-ha-ha!
4. Inmovilízala: según llegue, cáscale un un monitor continuo además del suero, que eso molesta mucho a estas hippies naturistas que se las dan de pachamámicas. Nada de estetoscopio ni monitores en ventana... Cinturón non-stop y con el cable corto, como si estuviesen atadas a la pata de la cama. Llegadas a este punto, alguna iluminada te preguntará por el monitor inalámbrico, pero tú no te dejes impresionar; mírala como si hubiese dejado el platillo volante en doble fila y respóndele desafiante "sí, hombre, ¿y yo te llevo la cola del camisón por el pasillo?" o cualquier otra lindeza que se te ocurra.
Otra de Psychoville, la enfermera Kenchington, que da pinta de matrosauria pero total, de las de clavarte la trompetilla hasta la glotis para escuchar el latido del bebé. |
6. Joróbale el atrezzo: la pelota esa de dilatación no tiene lugar en un hospital serio, ¡hombre ya!, eso es como las bolas-locas que regalaban en los ochenta en las tómbolas de pueblo para que los niños saltasen encima... Así que, a la que puedas, se la pinchas con la aguja de hacer punto. Tonterías en tu paritorio, las justas. Con la música, lo mismo: ¿qué es eso de parir escuchando a la tal Rosa Zaragoza? Sácate del bolsillo un transistor y les pones Radiolé (si eres mayor de cincuenta años) o Sonia y Selena (si eres menor de cincuenta o directamente cani). Y que haga círculos con la cadera al compás si es tan chulita.
7. El dolor es tu amigo: si la ves encajar las contracciones más o menos bien, recuérdale que un parto duele horrorosamente, tanto como la amputación de un miembro sin anestesia, y que todas piden la epidural a gritos demasiado tarde para ponérsela. Eso sí, cuando se queje, deja caer que ahora son todas unas quejicas que no aguantan nada y que cuando se la metieron, bien que lo gozaba.
8. Preséntales a tu amiga Kris Teller: la kristeller es miel sobre hojuelas, mano de santo y la purga de Benito, así todo junto, si quieres poner a una de estas prepotentillas en su sitio. Mete el codo ahí bien entre las costillas y verás qué rápido se olvidan de la OMS, de la SEGO y hasta de quién es el padre. Ah: no olvides tus tijeritas. Paséate con ellas en la mano por el paritorio como si fueses un cowboy luciendo pistola en el Far West. Si consigues que las luces del techo se reflejen en el filo mientras les das vueltecitas con los dedos, quedarás como una reina y la pobre preñadita se hará popó encima.
Y podría seguir, queridas matrosaurias, pero creo que por hoy ya está bien de información; no quiero saturar vuestros pequeños cerebros primitivos con un exceso de datos que os perjudicaría en vez de ayudaros. Seguramente, para continuar con esta saga gloriosa, en días sucesivos tendré a bien facilitaros una guía de mitos y trolas gordas que soltar durante la preparación al parto para convertirla más bien en "preparación al corte". Os avisaré, llegado el caso, para que no os lo perdáis.
No puedo despedirme sin encomiar y elogiar la labor de tantas comadronas serias, responsables y comprometidas con su trabajo que, día a día, ayudan a las mujeres a parir en un clima de tranquilidad y seguridad. Por suerte, vosotras sois legión y solo es cuestión de tiempo que las otras, las prepotentes, se extingan a pesar de que mi escrito les dé fuerzas para asaltos postreros.
Y, ahora sí, me despido, satisfecha de mi divulgativa labor.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)