¿Habéis visto qué rebonita me ha quedado la nueva mansión? Queridas, queridos, por obra y gracia de la genial Sarai Llamas, el blog de la Diva tiene nueva imagen y a mí me requetechifla hasta el extremo.
¡Qué mono mi nuevo Chesterfield de tres plazas! ¡Qué divinos mis megataconazos malvas lánguidamente abandonados en un lateral, así como al desgaire! ¡Y qué megachulísimos los iconos para interactuar, con butacones de colores! Y es que la Vaga inspira y en nada tendré mi propia crew de creadores deseosos de poner todas sus ideas al servicio de la Haus of Vaga, como mi imitadora peliteñida y escuálida (esa que se viste de mamarracha para cantar). Camino de ello vamos y, si no, al tiempo.
Bueno. Pues así de monas y divinas son las cositas que Sarai diseña, así que ya estáis tardando en visitar su blog y gozarlo mirando todo lo bonito que tiene por allí.
Sarai, querida, mil gracias. Esto ha quedado fabulosísimo. Tu asesoría de imagen es mejor que la de Carmen Lomana y Nati Abascal juntas tomándose unos chatos.
Se despide para babear con su nuevo look,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
jueves, 12 de enero de 2012
miércoles, 11 de enero de 2012
Bebé, apéndice o alien: ¡Los tres salen de la tripa!
Hace unos días he leído el comentario de un señor (perdonad el eufemismo) que se autodenomina ginecólogo y no me he quedado a cuadros porque, queridas y queridos, el tartán no me favorece nada y además Dolce & Gabbana abusa muchísimo de él desde hace dos temporadas. Sí me quedé, en cambio, lo bastante boquiabierta como para amortizar la ortodoncia for ever and ever.
El comentario original fue publicado en el blog de Miguel Jara y ya dejé allí mi respuesta, si bien lo hice de una manera comedida y sutil, como es de ley que se comporte una dama en casa ajena. Sin embargo, no puedo resistirme a compartirlo con vosotros en este nuestro rinconcito de despotrique antiginesáurico, para deleitaros con esta frase reveladora que nos muestra, sin tapujo alguno, qué opinan de su trabajo algunos individuos de esos que trabajan "en esto de los partos" (la sintaxis y la ortografía son las originales, no me pagan para corregirles las faltas, así que se siente):
"En cuanto a la medicalizacion del parto es necesario decir que éste es un acto médico semejante a otro pero con connotaciones sociales que difieren de una apendicectomia o una operacion de cataratas, claro está."
¿Que el parto es un acto médico? ¿Semejante a otro? ¿A cuál, exactamente? Pues será que en mi especie somos raras, pero toda la vida de Dior hemos parido por nuestros propios medios, sin bisturí, sin cables y sin tijeras... Y fíjese, estamos en el siglo XXI y aún quedamos algunas "miembras" vivitas y coleando para atestiguar lo que le digo, doctor. Es más, le voy a contar al oído y por lo bajinis un secretito que quizá no conocía usted: al primer ginecólogo lo parió su madre sin ayuda de otro ginecólogo... Quién sabe, ¡igual hasta le parió debajo de un árbol en luna llena, aquelarre-style...! Pero no me sea "licenciado" y lo casque por ahí, don "doc", que no quiero rasgar el tejido del espacio-tiempo con esta osada revelación que podría poner en peligro la continuidad de nuestro universo tal como lo conocemos.
Ahora es cuando usted me sale con el tremendo susto de siempre, el de que las madres se morían y los hijos nacían tontos porque no había médicos y los partos se atendían entre cabras y sentadas sobre un jergón de paja infecto... Y yo le pido que me muestre usted la estadística que ilustra su afirmación y que me dé cifras concretas y ya la tenemos liada, porque no creo que antaño se estilase eso de registrar datos para que los ginecólogos del futuro los analizasen. Pero, como soy una diva flexible en mis opiniones y profundamente empática, le concederé que, en efecto, para evitar tales desgracias están ustedes, los médicos, formados en tratar patologías. Le aclararé, no obstante, que sus inestimables servicios son necesarios en muchas menos ocasiones de las que nos quieren hacer creer; lo que pasa es que a algunos de ustedes, tocados por la varita mágica del afán de figurar, les puede el ego y no saben tener las manos quietas.
Otro detalle, doctor: en el blog de Miguel Jara ya se lo he dicho, pero se lo repito ahora, en mi casa. Me parece de pésimo gusto comparar un parto con una apendicectomía. Con una operación de cataratas ni le cuento, pero lo del apéndice casi me deja muerta en la bañera. Suerte que mi mayordomo ha entrado a ofrecerme unas sales de baño nuevas que me traen de Niuyor unas amigas divinísimas que tengo y, al verme medio catatónica y con las pupilas dilatadas como si estuviese puesta de algo caro e ilegal, me ha devuelto a la realidad con providencial tino haciéndome aspirar el aroma a té verde que emanaba del frasquito.
¿De verdad ve usted alguna semejanza entre un parto y una operación de apendicitis? ¿Le traiciona el subconsciente o se está usted cachondeando? Voy a explicarle las siete diferencias a ver si se entera, aunque algo me dice que mis didácticos esfuerzos, en su caso, van a ser más estériles que si intentase enseñar modales a Belén Esteban:
En fin, queridas y queridos, a buen entendedor pocas palabras bastan, como diría mi madre, que es muy del refranero español, pero creo que no será este el caso, por eso me he explayado hasta quedarme muy a gusto.
Me despido hasta que me pongan a parir,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
El comentario original fue publicado en el blog de Miguel Jara y ya dejé allí mi respuesta, si bien lo hice de una manera comedida y sutil, como es de ley que se comporte una dama en casa ajena. Sin embargo, no puedo resistirme a compartirlo con vosotros en este nuestro rinconcito de despotrique antiginesáurico, para deleitaros con esta frase reveladora que nos muestra, sin tapujo alguno, qué opinan de su trabajo algunos individuos de esos que trabajan "en esto de los partos" (la sintaxis y la ortografía son las originales, no me pagan para corregirles las faltas, así que se siente):
"En cuanto a la medicalizacion del parto es necesario decir que éste es un acto médico semejante a otro pero con connotaciones sociales que difieren de una apendicectomia o una operacion de cataratas, claro está."
¿Que el parto es un acto médico? ¿Semejante a otro? ¿A cuál, exactamente? Pues será que en mi especie somos raras, pero toda la vida de Dior hemos parido por nuestros propios medios, sin bisturí, sin cables y sin tijeras... Y fíjese, estamos en el siglo XXI y aún quedamos algunas "miembras" vivitas y coleando para atestiguar lo que le digo, doctor. Es más, le voy a contar al oído y por lo bajinis un secretito que quizá no conocía usted: al primer ginecólogo lo parió su madre sin ayuda de otro ginecólogo... Quién sabe, ¡igual hasta le parió debajo de un árbol en luna llena, aquelarre-style...! Pero no me sea "licenciado" y lo casque por ahí, don "doc", que no quiero rasgar el tejido del espacio-tiempo con esta osada revelación que podría poner en peligro la continuidad de nuestro universo tal como lo conocemos.
Esto es un apéndice, feo, chiquitajo y esmirriao. Cualquier parecido con un bebé es pura coincidencia o ametropía severa por parte del que mira. |
Esta es la eclosión de un simpático alien, no un parto, aunque para algunos ginesaurios sean cosas parecidas. |
Otro detalle, doctor: en el blog de Miguel Jara ya se lo he dicho, pero se lo repito ahora, en mi casa. Me parece de pésimo gusto comparar un parto con una apendicectomía. Con una operación de cataratas ni le cuento, pero lo del apéndice casi me deja muerta en la bañera. Suerte que mi mayordomo ha entrado a ofrecerme unas sales de baño nuevas que me traen de Niuyor unas amigas divinísimas que tengo y, al verme medio catatónica y con las pupilas dilatadas como si estuviese puesta de algo caro e ilegal, me ha devuelto a la realidad con providencial tino haciéndome aspirar el aroma a té verde que emanaba del frasquito.
¿De verdad ve usted alguna semejanza entre un parto y una operación de apendicitis? ¿Le traiciona el subconsciente o se está usted cachondeando? Voy a explicarle las siete diferencias a ver si se entera, aunque algo me dice que mis didácticos esfuerzos, en su caso, van a ser más estériles que si intentase enseñar modales a Belén Esteban:
- En un parto, una mujer sana, sana, sana (no me canso de decirlo), pasa por un proceso fisiológico y perfeccionado por miles de años de evolución que culmina en la llegada de su bebé al mundo. En una apendicectomía se extrae una víscera inflamada que no sirve más que para fastidiar a su pobre poseedor.
- El camino de salida en un parto ya está hecho, viene de serie. Salvo que a usted le aqueje en tal grado el "síndrome del galeno de las manos inquietas" que tenga que cortar (por arriba o por abajo) a toda parturienta que se cruce con usted, en cuyo caso ya se va pareciendo más la cosa a una apendicectomía, que requiere hacer un agujerito que no viene puesto de fábrica.
- Un parto es una experiencia intensa y salvaje en la cual el dolor es un mecanismo que sirve para desencadenar una enorme respuesta hormonal destinada a hacer que madre e hijo se enamoren irremediablemente nada más verse. Me apostaría con usted a que, por mucho alivio que sienta alguien a quien han extirpado el apéndice y, por tanto, librado de tremendos dolores, ningún paciente se ha enamorado por ello del médico ni, mucho menos, de la tripita pocha.
- En un parto no hacen falta médicos siempre y cuando todo vaya bien. Para sacarme el apéndice, en cambio, admito que el DIY ("do it yourself") no es mi concepto ideal de operación. Aunque se me da muy bien coser y creo que podría hacerme una bonita sutura en punto de arroz...
- Las mujeres podemos parir sin anestesia, sin medicamentos y sin parafernalias. No creo que yo pudiese o quisiese dejar que me extirpasen el apéndice sin ponerme fina de todos los anestésicos que el cirujano estimase conveniente chutarme.
- Una vez fuera de mi estupendo body la víscera en cuestión, personalmente me daría igual si la tiran a la basura, me la entregan para conservarla en algún licor exótico o se hacen con ella una caldereta. Sin embargo, como el "producto" de mi parto es mi hijo, una persona, un ser vivo único e irrepetible, me considero en la obligación moral (y en el derecho, por supuesto) de buscar para él un comienzo digno, dulce y sereno, sentimiento que mi apéndice, en cambio, no me inspira. Desconsiderada que es una.
- Una cirugía debe ser realizada por cirujanos. Un parto normal debe ser atendido por comadronas. No sé si capta usted el matiz, así que se lo explico: no hace falta que me opere, "doc", yo sé parir solita. ¿Será que le da envidia?
Ahora sí: un precioso cachorrito humano, en nada parecido a un marciano maloso ni a una tripita obsoleta. ¿Se aprecia la diferencia? |
En fin, queridas y queridos, a buen entendedor pocas palabras bastan, como diría mi madre, que es muy del refranero español, pero creo que no será este el caso, por eso me he explayado hasta quedarme muy a gusto.
Me despido hasta que me pongan a parir,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
martes, 10 de enero de 2012
2012 será un Año Subversivo
Queridas y queridos, pasados estos días de celebraciones, kermesses y saraos varios, volvemos a nuestra cotidiana rutina dispuestos a purgar los excesos navideños. Os recomiendo prudencia en vuestros propósitos de Año Nuevo, si es que aún estáis intentando poneros manos a la obra, y paso a comentaros el motivo de mi entrada de hoy, que no es otro que daros el pregón; léase, por tanto, con cantarín acento y trompeta en mano:
¡Por orden de la señora Vagaaaaaaa
se hace sabeeeeeeeer
que el equipo Vaga-Rabbiiiiiiit
ya está inmerso en la preparaciónnnnnn
de la nueva Campaña Subversiva dos mil doceeeeeeeeeee!
se hace sabeeeeeeeer
que el equipo Vaga-Rabbiiiiiiit
ya está inmerso en la preparaciónnnnnn
de la nueva Campaña Subversiva dos mil doceeeeeeeeeee!
Y de momento, queridas y queridos, hasta aquí puedo leer, pues queremos mantener el misterio que dota de tanto encanto a cuanto rodea a las divas. Pero os adelanto que será algo divertido y que ahora mismo no adivinaríais ni aunque Paco Porras os poseyese lujuriosamente. Eso sí, cuando lo sepáis, pensaréis "¡pero si era evidente! ¿Cómo no me habré dado cuenta antes?", pues estamos preparando muchas sorpresas, acciones varias y motines que requerirán de vuestra participación, admiración y ganas de guasa a partes iguales.
Ahora os dejo por hoy, que necesito terminar unos textos pendientes.
Lady Vaga,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
viernes, 6 de enero de 2012
¡Los Reyes Vagos han venido!
Queridas y queridos, en esta mañana de Reyes entro solo para desearos un día maravilloso en compañía de los vuestros, que disfrutéis con vuestros retoños (quienes los tenéis) y que os hartéis de roscón hasta caer rendidos.
Por mi parte (casi pongo "por mi parto", esto ya empieza a ser obsesión puérpera), estoy más contenta que unas castañuelas de anunciaros que, Lord Muchomacho mediante, Lady Vaga ya tiene una nueva mansión sita en www.ladyvaga.es, donde espero que nos visitéis a menudo. También podéis seguir haciéndolo a través de blogspot, dejaré ahí al chófer encargado de llevaros en limusina hasta nuestra nueva dirección. Así de imaginativo es mi Muchomacho cuando se trata de hacer regalos... ¡Gracias, bombón!
Los Reyes Vagos me han traído también otra sorpresa, pero esa no os la desvelaré hasta que yo misma la vea y disfrute... Ya os iré contando. Y no, no estoy embarazada otra vez... ¡Que elucubráis más que la prensa del corazón!
Y ahora, me despido, que tengo invitados y no es cuestión de que la anfitriona use los deditos para teclear en vez de para sujetar la copa y deslumbrar con su encanto.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Por mi parte (casi pongo "por mi parto", esto ya empieza a ser obsesión puérpera), estoy más contenta que unas castañuelas de anunciaros que, Lord Muchomacho mediante, Lady Vaga ya tiene una nueva mansión sita en www.ladyvaga.es, donde espero que nos visitéis a menudo. También podéis seguir haciéndolo a través de blogspot, dejaré ahí al chófer encargado de llevaros en limusina hasta nuestra nueva dirección. Así de imaginativo es mi Muchomacho cuando se trata de hacer regalos... ¡Gracias, bombón!
Los Reyes Vagos me han traído también otra sorpresa, pero esa no os la desvelaré hasta que yo misma la vea y disfrute... Ya os iré contando. Y no, no estoy embarazada otra vez... ¡Que elucubráis más que la prensa del corazón!
Y ahora, me despido, que tengo invitados y no es cuestión de que la anfitriona use los deditos para teclear en vez de para sujetar la copa y deslumbrar con su encanto.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
jueves, 5 de enero de 2012
El chasco de Megapija (opúsculo en un solo acto)
Queridas y queridos, algunos de los comentarios que tenéis a bien dejarme se merecen una entrada para ellos solitos y este, que Verónica escribió, es uno de ellos. En esta ocasión desconozco por completo en qué hospital tuvo lugar la escena, así que, si sentís curiosidad, debéis preguntárselo a ella. Yo no soy la autora, repito, me limito a copiar lo que ella comentó en la entrada anterior. En esta ocasión, he decidido darle a la entrada la apariencia de un diálogo teatral, tan fácil me lo ha puesto su autora.
Lo lamentable es que esto sea fiel reflejo de la realidad y que tengamos que ir con la escopeta cargada y la sonrisa puesta en plan Pantoja: "dientes, dientes".
Última revisión de la semana 40. Escenario: una consulta ginecológica. Tras la mesa, una niñata de apenas 30 años (yo rondo los 40) pija-estirada-collar de perlas incluido-verídico. La acompañan una comadrona y una residente. Verónica está sentada al otro lado de la mesa.
Megapija: Ahora te bajas las bragas, que vamos a hacerte un tacto y una eco para ver al feto.
Verónica (muy digna): La eco sí, el tacto no.
Megapija: Te bajas las bragas, es para ver cómo está el feto.
Verónica: Sí, el BEBÉ, puedes verlo en la eco, y las bragas tardó un año mi marido en bajarlas, vas tú a conseguirlo en la primera cita.
Megapija (megamuerta de varios colores): En la próxima no te libras (semana 41) y ya te acostumbrarás, que en el parto te vas a cansar de que te metan mano.
(Dirigiéndose a la becaria-vestida-de-azul; la matrona se esfumó con una risa contenida)
A Ésta (uséase mua), la atiendes tú, que me ha salido respondona y contestataria.
Verónica: ¿Se ha leído Usté el informe?
Megapija: "Yes" (literal).
Verónica: Pues entonces no tendría que explicarle a usté que con estreptococo positivo no se toca por peligro de infección y de rotura de membranas" (chúpate esa).
Megapija: Y tú ¿cómo sabes tanto?
Verónica: Una que fue al cole y aprendió a leer, oyes (mi abuelo es médico, juego con ventaja, lo sé, pero te he dejado mueta!).
Megapija (se dirige nuevamente a la becaria): Lo dicho, la atiendes tú.
Matrona en esquina intentado evitar el descojone. La residente mira a Verónica, le enseña la eco, llama a MP para comprobar)
Megapija (muy digna): "Ahá" (literal).
Becaria: Todo bien.
Verónica: Gracias, muy amable (se levanta y se dirige a la puerta).
Megapija: Nos vemos la semana que viene, y vete concienciando...
Verónica: "Ahá", y usté también" (dientes, dientes).
Cae el telón.
Y con esto queda claro que bordes los hay de todas las clases, sexos y edades y que lo más sano es devolverles la gracieta.
Se despide para dibujar montañas y árboles bien acompañada,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Lo lamentable es que esto sea fiel reflejo de la realidad y que tengamos que ir con la escopeta cargada y la sonrisa puesta en plan Pantoja: "dientes, dientes".
Última revisión de la semana 40. Escenario: una consulta ginecológica. Tras la mesa, una niñata de apenas 30 años (yo rondo los 40) pija-estirada-collar de perlas incluido-verídico. La acompañan una comadrona y una residente. Verónica está sentada al otro lado de la mesa.
Megapija: Ahora te bajas las bragas, que vamos a hacerte un tacto y una eco para ver al feto.
Verónica (muy digna): La eco sí, el tacto no.
Megapija: Te bajas las bragas, es para ver cómo está el feto.
Verónica: Sí, el BEBÉ, puedes verlo en la eco, y las bragas tardó un año mi marido en bajarlas, vas tú a conseguirlo en la primera cita.
Megapija (megamuerta de varios colores): En la próxima no te libras (semana 41) y ya te acostumbrarás, que en el parto te vas a cansar de que te metan mano.
(Dirigiéndose a la becaria-vestida-de-azul; la matrona se esfumó con una risa contenida)
A Ésta (uséase mua), la atiendes tú, que me ha salido respondona y contestataria.
Verónica: ¿Se ha leído Usté el informe?
Megapija: "Yes" (literal).
Verónica: Pues entonces no tendría que explicarle a usté que con estreptococo positivo no se toca por peligro de infección y de rotura de membranas" (chúpate esa).
Megapija: Y tú ¿cómo sabes tanto?
Verónica: Una que fue al cole y aprendió a leer, oyes (mi abuelo es médico, juego con ventaja, lo sé, pero te he dejado mueta!).
Megapija (se dirige nuevamente a la becaria): Lo dicho, la atiendes tú.
Matrona en esquina intentado evitar el descojone. La residente mira a Verónica, le enseña la eco, llama a MP para comprobar)
Megapija (muy digna): "Ahá" (literal).
Becaria: Todo bien.
Verónica: Gracias, muy amable (se levanta y se dirige a la puerta).
Megapija: Nos vemos la semana que viene, y vete concienciando...
Verónica: "Ahá", y usté también" (dientes, dientes).
Cae el telón.
Y con esto queda claro que bordes los hay de todas las clases, sexos y edades y que lo más sano es devolverles la gracieta.
Se despide para dibujar montañas y árboles bien acompañada,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
miércoles, 4 de enero de 2012
Mujer contra ginesaurio (jaque mate, juego, set y partido)
Queridas, queridos, de ginesaurios están los hospitales llenos (y más aún las jefaturas de servicio, no me preguntéis por qué... Y si no os lo creéis, leed aquí y aquí) y Hotel Espe es solo una muestra de cómo está el panorama en esta mal llamada piel de toro, que a mí, dado lo poco que nos quejamos, me parece más bien de borreguito. Hay tantas historias por contar que, a fuerza de teclear, podría quedarme con las huellas dactilares más lisas que el encefalograma de Leticia Sabater, así que comenzaremos el año sacando a la luz el encuentro en la tercera fase de V., mujer informada y valiente donde las haya, con un ginesaurio -jefe de servicio- maligno poseído por el espíritu de Esteso, tal era su nivel de caspa en sangre. Permitidme que me reserve el nombre del hospital donde aconteció este desaguisado en potencia, pues soy todo lo discreta que a mi condición de dama corresponde.
Mi querida V. cometió hace varios meses el pecado mortal de quedarse embarazada del que sería (y es) su tercer hijo. Hasta aquí, todo normal. Pero es que V. tenía dos cesáreas previas, lo cual convertía su útero en una especie de bomba de relojería preparada para aterrorizar a todos los ginecólogos en veinte kilómetros a la redonda, pues es bien sabido, queridas y queridos, que lo indicado en estos casos es inmovilizar a la bomba, digo a la mujer, exponer su maquinaria a quien pase por delante (lo que, traducido al cristiano contemporáneo, significa hacer que le dé el fresquito donde nunca le da el sol), celador incluido, y dedicar una sesuda reflexión al dilema de si cortar el cable rojo o el azul mientras rezan una oración por sus vidas.
¿A que os habéis hecho súper fans de la genial V.? Yo es que le daría un besazo de tornillo si no fuese porque eso de la barra de labios que no mancha es una vulgar mentira publicitaria... Pero, bueno, no quiero dejaros en ascuas más tiempo, así que aquí tenéis el final de la historia, contado por ella misma en breve alocución:
Solo mencionar el final, en el que no hubo úteros rotos, ni muertes, simplemente un pvd2c hospitalario que no fue perfecto, pero sí muy humano y disfrutado, con un niño bien gordito (4.200gr) como trofeo, muestra de que sí podemos parir.
Di que sí, reina. Yes we can. Y hasta aquí puedo leer. Qué gozada de historias con final feliz, ¿verdad? Ahora sería absolutamente encantador que te pasases por el hospital en cuestión a decirle al jefe de servicio que te pasas su protocolo, su prepotencia y su desfase por el arco del triunfo, por ese mismo por el que tu hijo nació sin tijeras, bisturíes ni zarandajas quirúrgicas.
Se despide, feliz como una emperatriz,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Mi querida V. cometió hace varios meses el pecado mortal de quedarse embarazada del que sería (y es) su tercer hijo. Hasta aquí, todo normal. Pero es que V. tenía dos cesáreas previas, lo cual convertía su útero en una especie de bomba de relojería preparada para aterrorizar a todos los ginecólogos en veinte kilómetros a la redonda, pues es bien sabido, queridas y queridos, que lo indicado en estos casos es inmovilizar a la bomba, digo a la mujer, exponer su maquinaria a quien pase por delante (lo que, traducido al cristiano contemporáneo, significa hacer que le dé el fresquito donde nunca le da el sol), celador incluido, y dedicar una sesuda reflexión al dilema de si cortar el cable rojo o el azul mientras rezan una oración por sus vidas.
Pero, oh osadía, V. no tenía ninguna intención de dejarse programar una cesárea; bien al contrario, ella, brava y magnífica, decidió parir vaginalmente después de dos cesáreas y, por si esto fuese poco, tocar un ratito los testículos del jefe de servicio de turno por el camino, ya que estaba por allí. A continuación, os transcribiré, tal cual tuve el honor de leerla redactada por ella misma, la entrevista que mantuvo con un cachocarne jefe de servicio de cierto gran hospital de nuestras Espeins y olé. No dejéis de admirar su ingenio, su poderío y su arrojo heroico a la hora de poner en su sitio a semejante engendro batiblanqueado... Como siempre, mis comentarios en rosa chicle y, en este caso, manchados de babas por la admiración.
Os escribo en esta oportunidad para comentaros mi último encuentro cercano con un ente del personal sanitario del Hospital XXXX. Aunque, finalmente, sé que no me llevaré en este hospital el embarazo/parto, tuve que ir a visitarlo por mera necesidad. Sin intención, debo aclarar, salió el tema del PVD2C, así que este relato va más bien a modo informativo en cuanto hasta qué punto pueden llegar algunos funcionarios sanitarios a los que nos vemos obligados a encontrarnos. Trataré de ser breve.
Os escribo en esta oportunidad para comentaros mi último encuentro cercano con un ente del personal sanitario del Hospital XXXX. Aunque, finalmente, sé que no me llevaré en este hospital el embarazo/parto, tuve que ir a visitarlo por mera necesidad. Sin intención, debo aclarar, salió el tema del PVD2C, así que este relato va más bien a modo informativo en cuanto hasta qué punto pueden llegar algunos funcionarios sanitarios a los que nos vemos obligados a encontrarnos. Trataré de ser breve.
Antecedentes:
Decidí cambiar de ginesaurio para la consulta de las 20 semanas debido a los comentarios inapropiados de mi anterior ginesauria respecto al PVD2C, pensando quizás en que comenzar de cero con otro me traería menos dolores de cabeza y para ello me propuse no sacar el dichoso tema del PVD2C.
Hechos:
Asistí a mi consulta, como ya os dije antes, por mera necesidad, ya que se trataba de la consulta post eco de 20 semanas y aún no tengo decidido un gine/matrona/hospital con el que hacer mi parto. Pues luego de revisar que todo estaba correcto, el ginesaurio me preguntó acerca de la situación de mis dos cicatrices anteriores, a lo que yo sorprendida le respondí muy inocentemente (lo siento, no fui capaz de contenerme): "¿por qué, vamos a intentar un PVD2C?" La sonrisita irónica del susodicho me bajó de la nube rápidamente y segundos después me contestó muy tajante: "¡bajo mi responsabilidad jamás!"
Acto seguido, el ginesaurio procedió a la respectiva explicación de madre desangrada/niño muerto (numerito que parece practican todos en la facultad) (sí, creo que es un pack formado por dos asignaturas troncales llamadas "Acojone de gestante I" y "Estadística I: interpretación libre"), a lo que no me pude callar y procedí a refutar con las conocidas (aunque no por él) recomendaciones de la OMS y las más recientes de la SEGO, entre otras varias. Su respuesta en pocas palabras: "esas recomendaciones me las paso por el forro". (No nos extraña, querida V. Es más, tampoco nos extrañaría si dijeses que se bajó la cremallera del pantalón y se hizo pis en tus papeles para marcarlos al más puro estilo león africano)
Continué refutando sus inagotables motivos de cesárea con las estadísticas de 1% de roturas uterinas y me dijo que eso no era aplicable a España, y lo comparó con la calidad/cantidad de operaciones de mamas que se hacen en mi país (Venezuela) con las que se hacen aquí, incluso se atrevió a poner de ejemplo mis pechos en varias oportunidades (!), lo que consideré muy inapropiado y pensé que a este señor su madre no le dio teta de pequeño y por eso ahora tiene esta extraña fijación. (¿Y no te dio a ti por poner su picha de ejemplo? No sé, algo del estilo de "querido ginesaurio, su cerebro debe de ser, sin duda alguna, de las mismas dimensiones que su aparatejo genital, porque hay que ver cuánta tontería le cabe en la cabeza y qué cojonazos tiene para soltarlas sin rubor ni apuro")
Para haceros más corto mi encuentro voy a resumir tres frases que durante la discusión me dejaron atónita, creo que motivadas por la desesperación de este ginesaurio al no encontrar recursos suficientes para convencerme de que me deje rajar la panza, y a las que no pude dejar de responder con sonrisa irónica y voz simpaticona: (you are a Lady, honey... Yes you are!)
Ginesaurio: - Señora, si usted fuera mi mujer, yo le anestesiaría mientras duerme y le haría la cesárea sin que se enterase.
Vero: -¡¡Gracias a Dios que no soy su mujer!! Claro, como no es a usted al que le cortan la barriga, es fácil decirlo, ya quisiera verle en mi lugar y me dirá usted si continúa pensando lo mismo.
Lady Vaga: ¡Y yo me cagaría en su p*** padre y le cortaría las pelotas mientras duerme! O no, mejor bien despierto y sin anestesia, por capullín...
Lady Vaga: ¡Y yo me cagaría en su p*** padre y le cortaría las pelotas mientras duerme! O no, mejor bien despierto y sin anestesia, por capullín...
Ginesaurio: - Yo en su lugar me iría calladita al hospital y dejaría que me operaran.
Vero: -Sí, claro, eso es lo que les gusta a todos los médicos, pacientes que sigan sus órdenes como borregos sin cuestionar ni preguntar.
Lady Vaga: Yo en su lugar miraría dos veces antes de cruzar la calle, no sea que tenga un accidente. Que no vale usted ni para gángster de segunda regional. Es que, además de feo, es usted tonto.
Lady Vaga: Yo en su lugar miraría dos veces antes de cruzar la calle, no sea que tenga un accidente. Que no vale usted ni para gángster de segunda regional. Es que, además de feo, es usted tonto.
Ginesaurio: -¿Y es que tú crees que si tienes un parto vaginal no te van a tener que cortar igual? ¿No es mejor que te corten en la barriga que en la vagina? Porque ahí ya tienes una cicatriz...
Vero: -Pues que yo sepa, las episiotomías sólo son necesarias en un porcentaje muy pequeño, yo prefiero un desgarro a que usted me corte la vagina.- (bueno, aquí mejor ni os digo cómo se puso el ginesaurio, su cara se encendió de todos colores como si yo estuviese maldiciéndole)
Lady Vaga: Me reafirmo en mi parrafada anterior: es usted tonto y feo, no sabía que hace medio siglo ya había experimentos genéticos con humanos al más alto nivel... Y que de ellos salían detritus como su exquisita persona...
Lady Vaga: Me reafirmo en mi parrafada anterior: es usted tonto y feo, no sabía que hace medio siglo ya había experimentos genéticos con humanos al más alto nivel... Y que de ellos salían detritus como su exquisita persona...
Este encuentro surrealista duró aproximadamente una hora, en la que sus argumentos no fueron ni remotamente convincentes. Incluso al salir y meditar sobre la conversación, si es que se le puede llamar así, le pillé mintiéndome en cuanto a las roturas uterinas vistas por él.
Lo que me indigna de todo esto es que tengamos que pasar por estas situaciones tan desagradables cuando se supone que deberían acompañarnos, comprendernos, escucharnos y aconsejarnos en esta época tan especial como es el embarazo. Me indigna que sean tan prepotentes, que no se quieran reciclar, que se crean dueños de la verdad y sean tan poco humildes...
Está de más deciros que no vuelvo a pisar la consulta de este señor en mi vida, y que próximamente recibirá una queja / plan de parto subversivo con alusiones personales incluidas.
¿A que os habéis hecho súper fans de la genial V.? Yo es que le daría un besazo de tornillo si no fuese porque eso de la barra de labios que no mancha es una vulgar mentira publicitaria... Pero, bueno, no quiero dejaros en ascuas más tiempo, así que aquí tenéis el final de la historia, contado por ella misma en breve alocución:
Solo mencionar el final, en el que no hubo úteros rotos, ni muertes, simplemente un pvd2c hospitalario que no fue perfecto, pero sí muy humano y disfrutado, con un niño bien gordito (4.200gr) como trofeo, muestra de que sí podemos parir.
Di que sí, reina. Yes we can. Y hasta aquí puedo leer. Qué gozada de historias con final feliz, ¿verdad? Ahora sería absolutamente encantador que te pasases por el hospital en cuestión a decirle al jefe de servicio que te pasas su protocolo, su prepotencia y su desfase por el arco del triunfo, por ese mismo por el que tu hijo nació sin tijeras, bisturíes ni zarandajas quirúrgicas.
Se despide, feliz como una emperatriz,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
martes, 3 de enero de 2012
Dar la campanada
Que una mujer de parto es, para muchos, parte del mobiliario, no es cosa que nos extrañe a estas alturas de la vida. Que la Nochevieja es un momento de celebración y risas, también lo sabemos. Pero lo que no me esperaba yo, queridas y queridos, es el impudor del equipo que atendió este parto durante las campanadas de fin de año. Comentando con Angela e Idoia este despropósito esta noticia, ha surgido un intercambio de ideas que ha dado lugar a esta entrada, así que me gustaría desde aquí darles las gracias por permitirme recoger sus fantásticas aportaciones para enriquecer mi humilde blog. Gracias también a La Revolución de las Rosas por pasarme el enlace del vídeo.
Vayamos por partes. Como quien dice “luces, cámara, ¡acción!”, el médico pronuncia las palabras “doce y espátulas”, vanagloriándose de su cuasi británica puntualidad. Digno de un “sketch” de los Monty Python es el panorama en el paritorio: enfermera y comadrona comiendo uvas mientras se desternillan de la risa, como si fuesen chonis medio pedo en un botellón cualquiera; una que pasa corriendo por detrás del ginecólogo sin saber muy bien de dónde viene, a dónde va y qué pretende en esta vida, otro también masticando uvas en la cabecera de la mujer de parto (¿será el anestesista? ¡Pues sí que se le ve concentrado en su trabajo! Yo a ese señor no le dejo ni que me haga la pedicura con un palito de naranjo) y el padre captando el momento para la posteridad, suponemos que, porque si lo cuenta sin pruebas, nadie le creería. Bueno, al menos a él le ofrecen uvas...
Ah: también hay una mujer de parto, pero, como es normal, no pinta nada allí: está callada, como un objeto, sin voz ni voto en los procesos de su cuerpo, mientras el médico le extrae a su bebé. Nadie le habla, nadie le coge la mano, nadie le dirige una palabra de apoyo ni le felicita. No es importante ni para la periodista que firma la noticia, ¿por qué iba a serlo?
Claro, de darle uvas a la mujer, ni hablamos, que ya se sabe que una mujer de parto no debe comer, por el riesgo de aspiración... Y con el ambientazo que se respira en paritorio, ya me figuro yo que como no la atendiese la señora de la limpieza, se iba a quedar la pobre mujer mirando a Albacete... Vamos, que a esta gente le falta enseñar a cámara sus bragas rojas de la suerte, tirar serpentinas y confetti y beberse la copita de cava mientras le pasa al médico los instrumentos necesarios. Suspensos en seriedad, señores; suspensos en profesionalidad; suspensos en sentido común, suspensos en educación, ¡impresentables!
Hasta aquí, la descripción de los hechos. Están dando las campanadas y el personal en paritorio está dando la nota. El único que parece concentrado en su trabajo es el ginecólogo, que lleva muy bien la cuenta de cada "dong" para "traer al mundo" al primer bebé de 2012 (pero se te adelantaron, bonito, mira tú qué penita, quedaste segundo) con precisión y a la hora justa... Ahora digo yo, si a esta mujer le están introduciendo unas espátulas en la vagina, es que de algún modo su parto se ha complicado, requiriendo instrumentación, ¿no? Y, si se ha complicado, ¿por qué está todo el mundo de cachondeíto a su alrededor? Me parece una absoluta falta de respeto, como mínimo.
¿Será, quizá, que no había tal emergencia y quedaba muy bonito meter las espátulas justo con la última campanada para salir en la televisión contando lo emocionante que ha sido todo? A mí, queridas y queridos, me da que este ginecólogo es de los que gustan de figurar en los medios, ¿a qué, si no, se ha copiado en su teléfono móvil el vídeo del parto y se lo enseña a la redactora todo orgulloso? ¿Y cómo explicáis que diga, con aire ufano, que lleva "doce años en esto de los partos"?
Es muy triste ver cómo a la mujer no se la tiene en cuenta para nada y, por si alguno no termina de darse cuenta, os voy a hacer una lista de las veces que se la ignora (solo en el vídeo, claro, no sé cuántas veces antes pasan de ella):
Se despide y se va a dar una ducha relajante,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Vayamos por partes. Como quien dice “luces, cámara, ¡acción!”, el médico pronuncia las palabras “doce y espátulas”, vanagloriándose de su cuasi británica puntualidad. Digno de un “sketch” de los Monty Python es el panorama en el paritorio: enfermera y comadrona comiendo uvas mientras se desternillan de la risa, como si fuesen chonis medio pedo en un botellón cualquiera; una que pasa corriendo por detrás del ginecólogo sin saber muy bien de dónde viene, a dónde va y qué pretende en esta vida, otro también masticando uvas en la cabecera de la mujer de parto (¿será el anestesista? ¡Pues sí que se le ve concentrado en su trabajo! Yo a ese señor no le dejo ni que me haga la pedicura con un palito de naranjo) y el padre captando el momento para la posteridad, suponemos que, porque si lo cuenta sin pruebas, nadie le creería. Bueno, al menos a él le ofrecen uvas...
Ah: también hay una mujer de parto, pero, como es normal, no pinta nada allí: está callada, como un objeto, sin voz ni voto en los procesos de su cuerpo, mientras el médico le extrae a su bebé. Nadie le habla, nadie le coge la mano, nadie le dirige una palabra de apoyo ni le felicita. No es importante ni para la periodista que firma la noticia, ¿por qué iba a serlo?
Claro, de darle uvas a la mujer, ni hablamos, que ya se sabe que una mujer de parto no debe comer, por el riesgo de aspiración... Y con el ambientazo que se respira en paritorio, ya me figuro yo que como no la atendiese la señora de la limpieza, se iba a quedar la pobre mujer mirando a Albacete... Vamos, que a esta gente le falta enseñar a cámara sus bragas rojas de la suerte, tirar serpentinas y confetti y beberse la copita de cava mientras le pasa al médico los instrumentos necesarios. Suspensos en seriedad, señores; suspensos en profesionalidad; suspensos en sentido común, suspensos en educación, ¡impresentables!
Hasta aquí, la descripción de los hechos. Están dando las campanadas y el personal en paritorio está dando la nota. El único que parece concentrado en su trabajo es el ginecólogo, que lleva muy bien la cuenta de cada "dong" para "traer al mundo" al primer bebé de 2012 (pero se te adelantaron, bonito, mira tú qué penita, quedaste segundo) con precisión y a la hora justa... Ahora digo yo, si a esta mujer le están introduciendo unas espátulas en la vagina, es que de algún modo su parto se ha complicado, requiriendo instrumentación, ¿no? Y, si se ha complicado, ¿por qué está todo el mundo de cachondeíto a su alrededor? Me parece una absoluta falta de respeto, como mínimo.
¿Será, quizá, que no había tal emergencia y quedaba muy bonito meter las espátulas justo con la última campanada para salir en la televisión contando lo emocionante que ha sido todo? A mí, queridas y queridos, me da que este ginecólogo es de los que gustan de figurar en los medios, ¿a qué, si no, se ha copiado en su teléfono móvil el vídeo del parto y se lo enseña a la redactora todo orgulloso? ¿Y cómo explicáis que diga, con aire ufano, que lleva "doce años en esto de los partos"?
Es muy triste ver cómo a la mujer no se la tiene en cuenta para nada y, por si alguno no termina de darse cuenta, os voy a hacer una lista de las veces que se la ignora (solo en el vídeo, claro, no sé cuántas veces antes pasan de ella):
- Al marido le preguntan si quiere uvas, a ella que le den por el rasca. Aunque, claro, tumbada tampoco es cómodo comer... Pero vamos, que durante el parto no te ofrecen comida ni aunque hagas el pino.
- Nadie se dirige a ella en ningún momento del parto, están a su bola haciendo el cabra en el paritorio, hasta el médico que está junto a ella pasa olímpicamente.
- Hasta el marido graba más rato el ambientillo festivo del paritorio que el nacimiento de su hijo... Quiero pensar, como he dicho antes, que lo hace para tener pruebas cuando lo cuente a los amigos y familiares.
- La redactora no se molesta en entrevistar a la mujer para preguntarle qué siente por ser su bebé "el más madrugador" del año, en su lugar prefiere que el médico le explique qué sintió él... Otra iluminada de la vida.
Se despide y se va a dar una ducha relajante,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
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