Queridas y queridos, como parte de mi desinteresada labor divulgativa que sé que os chifla y encanta a partes iguales, hoy quiero presentaros un breve manual de consulta que os sirva como herramienta para distinguir a un buen profesional de la ginecología de un ginesaurio. Pues es este un término que usamos a menudo, dando por hecho que todos estamos más o menos de acuerdo en la definición, pero no viene nunca mal concretar y acercar puntos de vista.
Ginesaurio: (sust. masculino, ú. t. c. adjetivo) Dícese de aquel ginecólogo cuya práctica profesional se basa en la falta de respeto a la usuaria, su consideración como un mero contenedor de bebés y la intervención sobre el cuerpo de la misma sin solicitar su consentimiento ni ofrecer información y alternativas, ocultando la verdad o magnificando los peligros con el fin de obtener su sumisión tácita o explícita.
Sabrás que estás ante un ginesaurio si, al analizar tu encuentro cercano con él/ella, ves que cumple varios de estos puntos:
- No te pide permiso para explorarte, sino que te da órdenes: "ahora desnúdese de cintura para abajo y túmbese" no es manera de dirigirse a una dama. O me explica para qué quiere verme los bajos y me lo pide con buenas maneras, o lo más cerca que estará de ver un aparato genital femenino será en una película X.
- No te explica el porqué de una exploración o procedimiento: pues lo que decíamos en el punto 1; un ginesaurio no concibe que tenga que explicarte nada porque él sabe más que tú y eso es así, o sea que bragas abajo y calladita, maja. Ante esto, ya sabes: underwear con cinturilla bien ajustada y culo prieto por si tu seguridad flaquea.
- Le molestan las preguntas o da respuestas indirectas: no es que te vaya a mandar a cardar lana directamente, pero se saldrá por la tangente ante preguntas como "¿cuál es su índice de cesáreas?" o "¿qué opina de la episiotomía?". No vale que diga "solo la hago cuando es necesario", eso es muy subjetivo; a mí me pasa igual, solo me desnudo si lo justifica el guion (así, sin tilde, según la RAE, ¿a que suena raro?), pero ahí tienes a Sophie Marceau, que si no enseña sus bien plantadas domingas no rueda a gusto. Lo que te digo, subjetividad.
- La información que maneja está desactualizada: si le mencionas los últimos protocolos de la SEGO, apreciarás un tic en su párpado; algunos ni siquiera han tenido aún tiempo de leerse las recomendaciones de la OMS de Fortaleza (1985), porque estaban muy atareados viendo "El coche fantástico" y de ahí empalmaron con "Baywatch". No te extrañe si te responden que eso que tú dices no existe o que no quieren que lo saques de la carpeta: ellos son omniscientes y tú una palurda que por haberse leído media docena de libros y cuatro artículos de Internet ya se cree que puede parir sin máquinas que hacen "ping".
- Te pone "peros" sin más: cuando comentas con él cómo te gustaría que sea atendido tu parto o le preguntas por su modo de actuar, te remata con un "si todo va bien". Ya sabemos que las intervenciones están para cuando algo va mal, pero precisamente estás intentando asegurarte de que ese médico confía en tu cuerpo y en tu capacidad de parir; sus aparatos y técnicas quirúrgicas deberían estar a buen recaudo a menos que resulten absolutamente imprescindibles. Si ya te dice o te pone por escrito "a criterio médico", horripílate y sal de allí lo más rápido que te permitan la barriga y los zapatos, nena: firmar eso es darles carta blanca para hacer su sacrosanta voluntad sin preguntarte siquiera.
- Te regaña o trata de infantilizarte: tanto si has cogido "mucho" peso como si te has negado a una prueba anteriormente, un ginesaurio de pro lo utilizará en tu contra para ponerse en plan "papá que regaña a la niña mala", pero tú no te dejes, que ya hace mucho tiempo que nadie te dice a qué hora volver a casa ni con quién debes dormir.
- Te trata con paternalismo: "confíe en mí", "los médicos estudiamos para esto", "no se preocupe por nada", "la trataremos estupendamente". Doctor, se lo voy a explicar una vez más: nadie, ni siquiera usted, está más preocupado por mi salud y la de mi hijo que yo misma, así que desembuche y cuénteme esos terribles riesgos que corro por el hecho de llevar un niño dentro de la barriga.
- Busca problemas en cada consulta para llevarte a su terreno: cuando no es que el bebé está de nalgas, es que es pequeño para la edad gestacional, o macrosómico... O tiene mucho líquido, o poco líquido, o tú tienes la tensión muy alta o ya te vas a pasar de semanas o es que eres añosa, bonita. El caso es asustar. Ojo: ya sabemos que las complicaciones pueden producirse de verdad, pero hablamos de un profesional que no te explica por qué lo que dice está justificado, sino que usará estas u otras posibles situaciones para asustarte y que te pliegues, sin ofrecer datos o alternativas. Para pasar miedo, puedes leer a Lovecraft o ver alguna película de terror, pero al médico se va para salir con más información que cuando entraste, no para tener pesadillas por las noches. Freddy Krueger tenía unas hermosas manitas navajeras, pero no era ginesaurio, lo cual le honra: no rajaba a nadie por una gestación prolongada.
- Aprovecha que ya te ha asustado para programarte una inducción o una cesárea: esto les mola porque así organizan su agenda y no tienen que dar plantón a sus amigos, perderse la cena que organizan Pochola y Chuchi el sábado o dejar de ir a la disco por ti, pobre parturienta insignificante.
- Durante el parto, te recordará que él lo controla y que todo "es por tu bien". Volvemos al principio: en vez de preguntar, sugerir, explicar y dar alternativas, irá por la vía de los hechos consumados, diciéndote que va a hacerte tal o cual o haciéndolo directamente. Desconfía si le ves con las tijeras en la mano y no descartes utilizar la magnífica técnica de la patada voladora. Si te has decantado por la analgesia epidural, plantéate apuntar a tu marido a algún arte marcial para que sea él quien le arrebate la tijera de la mano en plan Bruce Lee o esconde a tu abogado debajo de la mesa para que le recuerde tus derechos antes de proceder al trinche.
Ahora me despido, que tengo que localizar un pamelón divino ya,
Lady Vaga,
la diva que divaga.