Lo bueno de estar de baja, queridas y queridos, es que me ahorro el escuchar tantísima chorrada que ya me sé de mi primer embarazo. Trabajando cara al público, cualquiera se cree con derecho de soltarme su gilipollez e incluso palparme la panza (sí, sí, lo han hecho dos veces en dos meses... Una clienta adorable que no me importó en absoluto, principalmente porque me pidió permiso y porque nos conocemos de antes de nacer O.G., y una señora mayor muy impertinente que me sobó sin venir a cuento, cual ginesaurio en celo), así que estos días he estado recordando algunas de las tonterías que he oído estos dos meses de incorporación al trabajo entre amenaza de prematuridad y esguince (menudo cenizo). Sentíos libres de enriquecer esta entrada con vuestras propias aportaciones y respuestas. Ah, mis respuestas son figuradas; en la realidad, dado que esto me pasa en el sitio que me paga las facturas, suelo sonreír y decir "huy, tengo muchísimo que ordenar en el almacén, con su permiso" y me voy con viento fresco. Soy así de discreta.
Señora: Uuuuuuuuuuh, qué barriga tienes, está enorme... ¡Vas a tener un niño grandísimo!
Lady Vaga: Sí, y de mayor dominará el mundo y les pondrá a todos bajo su yugo de tiranía y terror, ¡bwa-ha-ha-ha!
S: ¡Pero si estás gordísima, menuda barriga!
LV: Sí, señora, pero a mí el mes que viene se me pasa.
S: ¿Y vas a poder parir a un bebé tan grande si con el primero te tuvieron que hacer cesárea? (otra con rayos X en los ojos)
LA: Pues no lo sé, si yo tuviese el pandero como el suyo no me cabría duda de que sí, pero claro...
S: Te queda lo peor, ahora con todo el calor.
LV: Sí, las locas no pueden dormir por las noches y vienen aquí a soltar tonterías.
S: ¡Que sea una horita corta!
LV: Con que sea una horita sin escuchar chorradas, me conformo (esta respuesta sí la he dado de verdad, es que la conversación estaba siendo para morir lentamente).
S: ¿Ya vas a tener otro? Pero si el primero es muy pequeñito todavía...
LV: Las reclamaciones, en ventanilla, señora. En concreto, en la ventanilla de ese señor, que es el padre.
S: ¿Otro niño? (refiriéndose al hecho de que este segundo bebé también sea varón)
LV: Las reclamaciones a mi marido, se conoce que todos sus espermatozoides son Y.
Y otras tantas memeces que he oído, acompañadas de historias de terror de partos con más tijeras y sangre que la saga entera de Saw, pero qué queréis, como soy unineuronal, las tonterías no encuentran dónde agarrarse y, según me entran por una oreja, salen por la otra. También podemos interpretar que el sonido no se propaga en el vacío (de mi cerebro) y por eso no consiguen preocuparme (en todo caso, cabrearme, sanguínea que es una).
Y ahora, queridas y queridos, os dejo, que O.G. quiere montar un puzzle con su estupenda mamá y me temo que esa soy yo.
Besos perezosos,
Lady Vaga.
miércoles, 24 de agosto de 2011
sábado, 20 de agosto de 2011
Si estás pariendo, no te toques la pepita
Os habéis quedado locos al leer el título, ¿eh? Pues algo así vendría a ser el ejercicio de sensacionalismo cutre-salchichero que Gema me ha dado a conocer estos días y que podéis leer aquí o a continuación, porque me voy a dar el gustazo de hacer un copia y pega de época.
Como ex periodista que soy, me duelen los ojos, el cerebro y hasta mi alma trascendente cuando leo estos titulares y algo dentro de mí me dice "nena, no mires el artículo, no va a tener nada que ver con el titular, no seas tonta, no seas ingenua, no seas incauta, no... ¡Te lo dije! Ahora te jodes, que las embarazadas no podéis tomar aspirina".
Sigue siendo verdad, queridas y queridos, esa vieja máxima, "sex sells", y cuando una lee un titular que dice "No intente masturbarse para dar a luz" piensa en historias terribles y apocalípticas, tipo "ahora me contarán que una mujer de Wichita o algún sitio raro de esos (porque no nos engañemos, estas cosas pasan en EE.UU. preferentemente, y a los informativos de la tele me remito) le dio tanta caña a su pepitilla, cual Bati-Cao pasada de pilas, que le sacó humo y, claro, acabó en cesárea, porque el pobre bebé dijo <<eh, mamá, yo no salgo hasta que los bomberos certifiquen que no hay peligro, que igual me torro al pasar>>"... "O quizá fue una parturienta de Oklahoma que se frotó el peluchito con tanto entusiasmo que al salir el bebé le borró de la frente el número de serie". Anyway, queridas y queridos, si vamos a hablar de masturbación y parto, hay textos más serios y documentados, como este, que desató cierta polémica y estupor entre los lectores habituales del blog de El Parto es Nuestro.
Bueno. Que a petición de La Teta y Más, a quien no soy capaz de negarle nada (espero que no me pida las escrituras del piso), paso a copiar y despellejar esta obra maestra del cutre-periodismo veraniego, escrita con poco arte, menos rigor y nulo contenido. Os aviso desde ya que se cita un supuesto estudio, pero sin dar resultados porcentuales ni aportar datos sobre la eficacia de cada uno de los métodos que cita. Poneos un vasito de agua y respirad hondo, que allá vamos.
Hombre, se me queda un poco cojo este articulito que, pudiendo regodearse hablando del sexo como gran disparador hormonal universal, va y solo lo menciona de pasada... Pero dejando eso de lado, boquiabierta me deja el doctor al no recomendar la estimulación de los pezones por no haber un protocolo. ¿A qué espera para diseñar uno? ¿No ha pensado que podría "jartarse" de pillar cacho por la cara si lo hace con un poco de desparpajo? Aunque, bien mirado, creo que cada mujer, incluso cada pareja, tiene su propio protocolo y lo llama "preliminares", "tonteo", "petting" o "sobeteo", según usos y costumbres... Y casi es mejor no darles ideas, que si les da por protocolizar la masturbación ya me veo al ginesaurio de turno regañando a la parturienta: "¡Señora, esa estimulación no es efectiva! ¿Es que no leyó la hojita que le dieron junto con el consentimiento (des)informado? ¿No ha hecho la preparación al parto? No se toque así, sino de esta otra manera. Que se lo explique la comadrona mientras yo las contemplo en este sofá fumándome un puro". ¡Qué miedo!
Y ahora me pongo de mala leche, porque estoy visualizando a la señorita Adolf y a sus compañeros de retiro laboro-estival charlando animadamente:
- Mira, voy a hacer una notita sobre este estudio que habla de trucos para ponerse de parto.
- Pues te va a leer el Tato, porque en pleno verano como no hables de playa o sexo, me dirás.
- No problem, meto en el titular la palabra "masturbación" y verás cómo os hundo a todos en la miseria en cuanto a número de visitas.
- Zorraca, eso no vale. Si aquí no dice nada de la masturbación, no has escrito ni dos líneas sobre eso.
- ¡Se sienteeeee!
Así que la Adolf le da a "publicar" y nos deja a todos hechos fosfatina al leer esta patraña horrible que intenta advertirnos de inimaginables peligros pero luego no entra en faena ni a la de tres, puesto que no nos revela cuántas mujeres de ese enooooooorme y documentadísimo estudio (conozco estudios de cremas anticelulíticas con mayor número de participantes) recurrieron a alguna de estas técnicas para inducirse el parto, ni cuántas de ellas utilizaron específicamente la masturbación, ni si les dio resultado o solo gustito (que ya es un buen resultado, oye), ni qué catastróficas contraindicaciones puede tener el auto-magreo pre-parto para justificar ese titular tan patético, que bien podría haber sustituido por "leedme, por favor, tengo la autoestima baja y si no recibo más de quince visitas me convertiré en una otaku por siempre jamás y oleré a cerrado hasta morir". Habría sido más honesto.
En fin, es lo que tiene el verano: insustancialidad informativa (más aún que en invierno, sí) y chorradas varias. Al menos es una edición digital y ningún árbol ha sufrido por culpa de la señorita Adolf. Como me entere de que alguno de vosotros lo imprime, os lleváis un collejón. He dicho.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Como ex periodista que soy, me duelen los ojos, el cerebro y hasta mi alma trascendente cuando leo estos titulares y algo dentro de mí me dice "nena, no mires el artículo, no va a tener nada que ver con el titular, no seas tonta, no seas ingenua, no seas incauta, no... ¡Te lo dije! Ahora te jodes, que las embarazadas no podéis tomar aspirina".
Sigue siendo verdad, queridas y queridos, esa vieja máxima, "sex sells", y cuando una lee un titular que dice "No intente masturbarse para dar a luz" piensa en historias terribles y apocalípticas, tipo "ahora me contarán que una mujer de Wichita o algún sitio raro de esos (porque no nos engañemos, estas cosas pasan en EE.UU. preferentemente, y a los informativos de la tele me remito) le dio tanta caña a su pepitilla, cual Bati-Cao pasada de pilas, que le sacó humo y, claro, acabó en cesárea, porque el pobre bebé dijo <<eh, mamá, yo no salgo hasta que los bomberos certifiquen que no hay peligro, que igual me torro al pasar>>"... "O quizá fue una parturienta de Oklahoma que se frotó el peluchito con tanto entusiasmo que al salir el bebé le borró de la frente el número de serie". Anyway, queridas y queridos, si vamos a hablar de masturbación y parto, hay textos más serios y documentados, como este, que desató cierta polémica y estupor entre los lectores habituales del blog de El Parto es Nuestro.
Bueno. Que a petición de La Teta y Más, a quien no soy capaz de negarle nada (espero que no me pida las escrituras del piso), paso a copiar y despellejar esta obra maestra del cutre-periodismo veraniego, escrita con poco arte, menos rigor y nulo contenido. Os aviso desde ya que se cita un supuesto estudio, pero sin dar resultados porcentuales ni aportar datos sobre la eficacia de cada uno de los métodos que cita. Poneos un vasito de agua y respirad hondo, que allá vamos.
No intente masturbarse para dar a luz
KAREN ADOLF
Cuando el parto se retrasa, la inquietud empuja a ciertas madres a intentar provocarse contracciones con remedios caseros. Un estudio publicado recientemente acaba de aclarar qué trucos son los preferidos de las mujeres encintas, la mayoría jóvenes que habían salido de cuentas. (Pero si un párrafo más abajo dices que la lista de "trucos" la han cogido de un estudio de hace diez años, ¿no será que tú te acabas de enterar de que existen, burra, más que burra?)
Caminar, copular, comer comida picante y acariciarse los pezones son las cuatro tácticas más populares, según el trabajo, publicado en la revista Birth. La mitad de las 201 mujeres embarazadas que respondieron a la encuesta usaron estos u otros métodos para intentar hacer salir del vientre a sus bebés. Parte de las madres consultadas confesaron haber recurrido también a laxantes o acupuntura, mientras otras se masturbaron, según ellas, para inducir el final de su embarazo.
La mitad de 201 son 100,5. Empezando por aquí, ya vamos mal, pero te damos un voto de confianza, señorita Adolf. En cuanto a los "remedios caseros", son, para la redactora, cualquier cosa que puedas hacer en tu casa sin ir al hospital, es decir, sin ginecólogos por medio. Dice además que usaron estos u otros métodos, toma ya el rigor. ¿Y la otra mitad no usó ninguno? ¿O entregaron la hoja en blanco?
"Se masturbaron, según ellas, para inducir el final de su embarazo". Hombre, eso de "según ellas" tiene muy mala leche, ¿eh, señorita Adolf? Que parece que quisieras insinuar que las embarazadas somos unas marranotas mentirosillas a las que nos pillan in fraganti con una mano entre las piernas y solo se nos ocurre la excusa del parto...
El trabajo, dirigido por el ginecólogo de la Universidad Estatal de Ohio Jonathan Schaffir, tomó la lista de diez trucos propuestos en su cuestionario de otro trabajo similar publicado hace diez años. Aunque la ciencia aún no ha esclarecido el mecanismo exacto que induce el parto, Schaffir cuestiona la efectividad de la mayoría de métodos caseros, ya que el nacimiento depende de hormonas liberadas por el feto, “algo sobre lo que las madres no tienen ningún control”. (Eso ya lo sabemos las mujeres; lo que hace falta es que se enteren los ginecólogos que se empeñan en enchufarnos oxitocina según entramos por la puerta del hospital, ¿o es que no se han enterado de que un gran porcentaje de las inducciones, sobre todo en primíparas, acaba en cesárea?) La mayoría de las consultadas usaron uno o más trucos por recomendación de familia, amigos e incluso médicos. Y es que resulta que, entre todas las prácticas citadas, acariciarse los pezones puede tener algo de base. La práctica produce oxitocina, que a su vez causa contracciones del útero, reconoce el doctor Schaffir, que sin embargo advierte de que sus palabras no deben tomarse como una invitación al masajeo de las areolas. “No lo recomiendo, porque no hay un protocolo establecido”, concluye.
Cuando el parto se retrasa, la inquietud empuja a ciertas madres a intentar provocarse contracciones con remedios caseros. Un estudio publicado recientemente acaba de aclarar qué trucos son los preferidos de las mujeres encintas, la mayoría jóvenes que habían salido de cuentas. (Pero si un párrafo más abajo dices que la lista de "trucos" la han cogido de un estudio de hace diez años, ¿no será que tú te acabas de enterar de que existen, burra, más que burra?)
Caminar, copular, comer comida picante y acariciarse los pezones son las cuatro tácticas más populares, según el trabajo, publicado en la revista Birth. La mitad de las 201 mujeres embarazadas que respondieron a la encuesta usaron estos u otros métodos para intentar hacer salir del vientre a sus bebés. Parte de las madres consultadas confesaron haber recurrido también a laxantes o acupuntura, mientras otras se masturbaron, según ellas, para inducir el final de su embarazo.
La mitad de 201 son 100,5. Empezando por aquí, ya vamos mal, pero te damos un voto de confianza, señorita Adolf. En cuanto a los "remedios caseros", son, para la redactora, cualquier cosa que puedas hacer en tu casa sin ir al hospital, es decir, sin ginecólogos por medio. Dice además que usaron estos u otros métodos, toma ya el rigor. ¿Y la otra mitad no usó ninguno? ¿O entregaron la hoja en blanco?
"Se masturbaron, según ellas, para inducir el final de su embarazo". Hombre, eso de "según ellas" tiene muy mala leche, ¿eh, señorita Adolf? Que parece que quisieras insinuar que las embarazadas somos unas marranotas mentirosillas a las que nos pillan in fraganti con una mano entre las piernas y solo se nos ocurre la excusa del parto...
El trabajo, dirigido por el ginecólogo de la Universidad Estatal de Ohio Jonathan Schaffir, tomó la lista de diez trucos propuestos en su cuestionario de otro trabajo similar publicado hace diez años. Aunque la ciencia aún no ha esclarecido el mecanismo exacto que induce el parto, Schaffir cuestiona la efectividad de la mayoría de métodos caseros, ya que el nacimiento depende de hormonas liberadas por el feto, “algo sobre lo que las madres no tienen ningún control”. (Eso ya lo sabemos las mujeres; lo que hace falta es que se enteren los ginecólogos que se empeñan en enchufarnos oxitocina según entramos por la puerta del hospital, ¿o es que no se han enterado de que un gran porcentaje de las inducciones, sobre todo en primíparas, acaba en cesárea?) La mayoría de las consultadas usaron uno o más trucos por recomendación de familia, amigos e incluso médicos. Y es que resulta que, entre todas las prácticas citadas, acariciarse los pezones puede tener algo de base. La práctica produce oxitocina, que a su vez causa contracciones del útero, reconoce el doctor Schaffir, que sin embargo advierte de que sus palabras no deben tomarse como una invitación al masajeo de las areolas. “No lo recomiendo, porque no hay un protocolo establecido”, concluye.
Y ahora me pongo de mala leche, porque estoy visualizando a la señorita Adolf y a sus compañeros de retiro laboro-estival charlando animadamente:
- Mira, voy a hacer una notita sobre este estudio que habla de trucos para ponerse de parto.
- Pues te va a leer el Tato, porque en pleno verano como no hables de playa o sexo, me dirás.
- No problem, meto en el titular la palabra "masturbación" y verás cómo os hundo a todos en la miseria en cuanto a número de visitas.
- Zorraca, eso no vale. Si aquí no dice nada de la masturbación, no has escrito ni dos líneas sobre eso.
- ¡Se sienteeeee!
Así que la Adolf le da a "publicar" y nos deja a todos hechos fosfatina al leer esta patraña horrible que intenta advertirnos de inimaginables peligros pero luego no entra en faena ni a la de tres, puesto que no nos revela cuántas mujeres de ese enooooooorme y documentadísimo estudio (conozco estudios de cremas anticelulíticas con mayor número de participantes) recurrieron a alguna de estas técnicas para inducirse el parto, ni cuántas de ellas utilizaron específicamente la masturbación, ni si les dio resultado o solo gustito (que ya es un buen resultado, oye), ni qué catastróficas contraindicaciones puede tener el auto-magreo pre-parto para justificar ese titular tan patético, que bien podría haber sustituido por "leedme, por favor, tengo la autoestima baja y si no recibo más de quince visitas me convertiré en una otaku por siempre jamás y oleré a cerrado hasta morir". Habría sido más honesto.
En fin, es lo que tiene el verano: insustancialidad informativa (más aún que en invierno, sí) y chorradas varias. Al menos es una edición digital y ningún árbol ha sufrido por culpa de la señorita Adolf. Como me entere de que alguno de vosotros lo imprime, os lleváis un collejón. He dicho.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
martes, 16 de agosto de 2011
¡Ya tenemos carta del jefe de servicio!
Queridas y queridos, os comunico que hoy Lord Muchomacho me ha traído, entre grandes carcajadas y amenazas de doblarse sobre sí mismo en toda su estatura de casi dos metros, sendos bultitos procedentes de Correos: uno era un envío de la gentil Diana (me ha encantado todo lo que me has mandado, querida, me he emocionado hasta la lágrima, será que tengo ya la hormona tontita a mis casi 36... semanas de embarazo, no años, que aún me faltan para llegar), que ha tenido el detalle de enviarme unas preciosas obras de bisutería, algunas incluso con piezas de reciclaje (con lo que me gusta a mí eso del secondlife) y una deliciosa mermelada cuyo olor ha hecho delirar a mi hombre; el otro, como sospechábamos, era la carta del jefe de servicio con la regañina que se quedó con ganas de echar la semana pasada.
¡Qué gozada! Me imagino su cara cuando la secretaria le dijo "oiga, don boss, que la borde esta dice que no viene", porque oye, si lo ha puesto por escrito es que le ha sentado mal... Y también le ha fastidiado que pidiese mi historia clínica, ay, que me mondo... Pobrecito... Al final, no ir fue lo mejor que podría haber hecho, ahora tengo un documento escrito por él para enmarcar...
Os la copio porque no tiene desperdicio, pero os aviso desde ya que no esperéis otro asalto de esta particular recreación de "Armas de mujer" porque ahora ya tengo lo que necesitaba y voy a dedicarme a estar tranquila en casa y a relajarme hasta el día del parto. También os pido que no me digáis "ole, Lady, qué valiente has sido", porque de valiente nada: cada paso que doy, cada vez que me opongo a las "órdenes" de un médico paso muy mal rato, con ansiedad incluida, porque me han educado en el endiosamiento de estos profesionales (como a ellos, ¡qué casualidad!) y porque, queridas y queridos, en el fondo tengo miedo de que toda esta batalla me perjudique si finalmente tengo que ir a parir al hospital. Lord Muchomacho dice que no, que ya se andarán con ojo ellos porque saben que soy así de pesadita, pero yo no estoy tan segura y ahora necesito refugiarme en mí misma después de haber llegado hasta aquí.
En fin, paso a transcribiros la elegante prosa de este señor con su sintaxis tal cual. Mis comentarios, en rosa chicle.
Estimada señora:
He recibido su Plan de Parto hace unos días y he mandado citarla pero según me dice la secretaria que Vd. le ha resopndido que su tiempo es muy limitado y no le permite asistir a esta entrevista que tengo habitualmente con todas las gestantes que solicitan un plan de parto no medicalizado específico. También he visto que no se ha presentado a una cita a primeros de julio en el hospital y que ha solicitado una copia de su historia clínica, la cual se la pasé al Servicio administrativo que las tramita.
Le contesto a estos puntos concretos:
El protocolo de actuación en partos de alto riesgo de este Servicio es de obligado cumplimiento estando encaminado a mejorar la morbimortalidad maternofetal y es por ello por lo que canalizamos una vía al ingreso, monitorizamos los partos de forma continua, y no está permitido el paso a los quirófanos de ningún familiar. Le comunico que no permitimos personal ajeno al Servicio durante el parto, pero si la de su cónyuge o familiar que desee y no se puede asegurar la misma matrona ante un probable parto vaginal, pues el número de partos por día es muy variable. Le comento también que ofrecemos la posibilidad de parto vaginal en mujeres con cesárea anterior, previa lectura y firma de consentimiento informado.
Atentamente, le saluda.
Y hasta aquí mis aventuras con el jefe de servicio. Ahora me voy con O. G. a hacer torres de construcciones para que me salga albañil o arquitecto, pero nunca, por favor, nunca ginesaurio.
Se despide por el momento,
Lady Vaga,
la diva que no se caga.
¡Qué gozada! Me imagino su cara cuando la secretaria le dijo "oiga, don boss, que la borde esta dice que no viene", porque oye, si lo ha puesto por escrito es que le ha sentado mal... Y también le ha fastidiado que pidiese mi historia clínica, ay, que me mondo... Pobrecito... Al final, no ir fue lo mejor que podría haber hecho, ahora tengo un documento escrito por él para enmarcar...
Os la copio porque no tiene desperdicio, pero os aviso desde ya que no esperéis otro asalto de esta particular recreación de "Armas de mujer" porque ahora ya tengo lo que necesitaba y voy a dedicarme a estar tranquila en casa y a relajarme hasta el día del parto. También os pido que no me digáis "ole, Lady, qué valiente has sido", porque de valiente nada: cada paso que doy, cada vez que me opongo a las "órdenes" de un médico paso muy mal rato, con ansiedad incluida, porque me han educado en el endiosamiento de estos profesionales (como a ellos, ¡qué casualidad!) y porque, queridas y queridos, en el fondo tengo miedo de que toda esta batalla me perjudique si finalmente tengo que ir a parir al hospital. Lord Muchomacho dice que no, que ya se andarán con ojo ellos porque saben que soy así de pesadita, pero yo no estoy tan segura y ahora necesito refugiarme en mí misma después de haber llegado hasta aquí.
En fin, paso a transcribiros la elegante prosa de este señor con su sintaxis tal cual. Mis comentarios, en rosa chicle.
Estimada señora:
He recibido su Plan de Parto hace unos días y he mandado citarla pero según me dice la secretaria que Vd. le ha resopndido que su tiempo es muy limitado y no le permite asistir a esta entrevista que tengo habitualmente con todas las gestantes que solicitan un plan de parto no medicalizado específico. También he visto que no se ha presentado a una cita a primeros de julio en el hospital y que ha solicitado una copia de su historia clínica, la cual se la pasé al Servicio administrativo que las tramita.
Bueno, bueno, por partes, que aquí hay tomate:
- En primer lugar, yo no le he mandado un "Plan de Parto", sino un consentimiento informado, pero llámelo usted como más le plazca.
- Sí, mi tiempo es limitado: hasta hace una semana tenía que trabajar cubriendo los huecos de mis compañeros, que se han cogido sus merecidas vacaciones. Y sí, es valioso, porque a mí me pagan por resolver los problemas de mis clientes y no por amedrentar señoras embarazadas, así que fíjese usted qué importante soy.
- Lo de que mantiene esta entrevista con todas es MENTIRA, y lo pongo en mayúsculas porque Lady Rabbit le ha mandado otro plan de parto el mismo día (pero ella por burofax, que a chula no la gana ni Esperanza Aguirre vestida para celebrar el 2 de mayo) y no la ha llamado ni nada. Es más, en su anterior embarazo también le presentó un plan y usted solo habló con ella por teléfono, nada de verse las caras. Vale que yo soy guapísima, pero me parece mal que le haga un desprecio a la chavala solo por que la tenga más vista, doctor.
- Yo no he "solicitado" nada; me he limitado a ponerle por escrito mis preferencias y deseos respecto a mi parto.
- La cita de primeros de julio no tenía sentido, puesto que una doctora de su equipo me dio el alta médica, me dijo "este embarazo no es alto riesgo ni nada" y accedió a que los siguientes controles los hiciese en mi centro de salud.
- Ah, ¿que mi historia la tenía usted? ¿Y dónde las guarda, en el bolsillo de detrás del pantalón? Porque yo llevo dos meses esperando y no me mandan nada...
Entonces, está usted llamando negligente al Sistema Nacional de Salud, puesto que en mi centro de salud no me derivaron a Alto Riesgo al saber que tenía cesárea previa. Ah, y se está pasando por la costura de la entrepierna las recomendaciones de la SEGO, que no sé si le suena pero es una agrupación de ginecólogos, eso que se supone que es usted. Ande, ande, que me quiere usted asustar con un cuento de esos de úteros que explotan como palomitas de maíz de quinientos megatones...
A mí me la suda lo que permita su protocolo, según una doctora de su equipo, repito, yo no soy de alto riesgo. Aclárense y luego me cuentan, oigan.
Vd. cita en su carta que no da su consentimiento para:
- Canalización por vía intravenosa lo cual consideramos imprescindible y obligatorio.
- No permite la monitorización continua de madre y feto.
- Me pide que, aparte de su marido, esté una doula en su parto.
- Que la atienda una matrona y que sea la misma durante todo el proceso del parto.
- Solicita en caso de terminar en cesárea la presencia de su marido en el quirófano.
Se le da bien el copy-paste, doctor. Si le extraña lo que pido, revise la Estrategia de Atención al Parto Normal, las recomendaciones de la SEGO y la OMS, la Guía NICE y hasta el Muy Interesante. Lo de la vía es una cosa arcaica y usted también debería llevarla cogida siempre, no vaya a ser que se me caiga por la calle, que no está en edad de hacer el tonto. Por cierto, teniendo en cuenta la flebitis nosocomial que me llevé de su hospital, no sé por qué le extraña que no quiera vía... Y lo de que es obligatorio, permita que me ría, ¿piensan atarme para ponérmela? ¿O darme un par de sopapos? ¿O vendrá mi madre a regañarme si no me dejo?
No sé en qué le molesta que haya una doula conmigo, si las habitaciones son bastante amplias, ni qué más le da que pida que no me vengan a meter mano quince comadronas diferentes. Y, por supuesto, si el príncipe pudo estar en las cesáreas de Leti, mi Muchomacho puede estar en quirófano conmigo, porque es verdad que no es estéril (a las pruebas me remito) pero seguro que mucho más limpio que cualquiera de ustedes.
Le contesto a estos puntos concretos:
El protocolo de actuación en partos de alto riesgo de este Servicio es de obligado cumplimiento estando encaminado a mejorar la morbimortalidad maternofetal y es por ello por lo que canalizamos una vía al ingreso, monitorizamos los partos de forma continua, y no está permitido el paso a los quirófanos de ningún familiar. Le comunico que no permitimos personal ajeno al Servicio durante el parto, pero si la de su cónyuge o familiar que desee y no se puede asegurar la misma matrona ante un probable parto vaginal, pues el número de partos por día es muy variable. Le comento también que ofrecemos la posibilidad de parto vaginal en mujeres con cesárea anterior, previa lectura y firma de consentimiento informado.
- ¿Protocolo de obligado cumplimiento? Va a resultar que se lo grabó Moisés en piedra y de ahí no se mueven, ¿eh, abuelete?
- ¿Y si le digo que la doula es mi hermana sí le deja pasar? Porque no dice usted nada de que tenga que ir con un único acompañante...
- Qué bien que me den la posibilidad previa lectura y firma de consentimiento informado, porque eso es justamente lo que le he presentado... ¿O pretenderá usted hacerme firmar un consentimiento en bloque redactado por ustedes y al cual no puedo yo hacer ninguna apostilla? En ese caso, reciba mis más desternilladas carcajadas.
Atentamente, le saluda.
- Le repito por enésima vez que mi parto no es de alto riesgo (dicho por una médica de su equipo, a ver si estamos a lo que estamos) y que, por tanto, "la dirección" debería llevarla una matrona, como marca la Estrategia de Atención al Parto Normal.
- ¿Si quiero dar qué? Yo a usted no quiero darle ni la hora en tanto no aprenda a redactar correctamente, señor.
- Me parecen fenomenal sus medios técnicos, pero yo estoy hablando de medios humanos, es decir, de que me traten como una persona y no como un útero relleno de bebé. Si no le importa, claro.
- O sea, que pretende usted que yo llegue a su hospital, me deje hacer de todo bien quietecita "por mi bien" y encima les firme un cheque en blanco poniendo mi cuerpo a su disposición.
Y hasta aquí mis aventuras con el jefe de servicio. Ahora me voy con O. G. a hacer torres de construcciones para que me salga albañil o arquitecto, pero nunca, por favor, nunca ginesaurio.
Se despide por el momento,
Lady Vaga,
la diva que no se caga.
El concurso de Diana, en su blog
Queridas y queridos, sé que Diana, del blog "Hoy en mi ventana", me perdonará porque sabe que he pasado la semana inmersa en mis propias cuitas fisioterapéuticas, pero no sé si podré esperar lo mismo de vuestra indulgencia cuando os cuente que en su blog se está organizando un sorteo la mar de interesante.
Por mí no os diría nada, porque lo quiero ganar yo, pero bueno, me puede mi magnanimidad de Lady en horas bajas: el premio son unos collares y unos pendientes a juego diseñados, confeccionados y enviados a vuestras casas por la propia Diana. ¿Qué? ¿Cómo se os queda el cuerpo? ¿A que mola? Pues dicho esto, visitad este enlace y os apuntáis, o mejor, no lo visitéis y no os apuntéis y así tengo yo más posibilidades de ser la agraciada. Que esta Diana es muy apañada y a mí las "bisutis" me privan, chatines.
Y dicho esto, os dejo, no sin antes conminaros a echar un vistazo a su blog so pena de perderos un espacio de reflexión muy chulo. He dicho.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Por mí no os diría nada, porque lo quiero ganar yo, pero bueno, me puede mi magnanimidad de Lady en horas bajas: el premio son unos collares y unos pendientes a juego diseñados, confeccionados y enviados a vuestras casas por la propia Diana. ¿Qué? ¿Cómo se os queda el cuerpo? ¿A que mola? Pues dicho esto, visitad este enlace y os apuntáis, o mejor, no lo visitéis y no os apuntéis y así tengo yo más posibilidades de ser la agraciada. Que esta Diana es muy apañada y a mí las "bisutis" me privan, chatines.
Y dicho esto, os dejo, no sin antes conminaros a echar un vistazo a su blog so pena de perderos un espacio de reflexión muy chulo. He dicho.
Lady Vaga,
la diva que divaga.
viernes, 12 de agosto de 2011
Con muletas y a lo loco
Queridas y queridos, la de hoy ha sido una mañana muy, muy completita, lo que viene siendo un "no parar", para entendernos. Os detallaré las apretadísimas citas de mi agenda del día para que entendáis por qué hoy me viene tan divinamente el reposo (O. G. debe de estar también baldado, porque se ha tirado al suelo cual soldado en la trinchera y se mueve al ralentí).
En primer lugar, teníamos cita con nuestra comadrona de parto en casa, una mujer cuya energía y sabiduría me dan tan buen rollo que creo que con ella sería capaz de parir hasta en mitad del desierto del Gobi (un día le dedicaré una entrada, os lo prometo, y me tendréis envidia, aseguro). La cita era a las diez y nosotros, para no variar, hemos salido de casa a menos cuarto, como solemos hacer los VIP. Lo primero era dejar a O. G. con mi cuñada, para que descansase y jugase a gusto, así que, viendo que llegábamos tarde-tardísimo, llamo a mi comadrona para avisarla del retraso.
Ella me coge el teléfono, extrañada, y me asegura que nuestra cita era a las once, que la pillo desayunando tranquilamente... Bueno, pues no pasa nada: dejamos a O. G. y hacemos escala en el trabajo, aprovecho para hacer unos cuantos pedidos del día anterior (sí, ya sé que estoy de baja, pero alguien tiene que levantar la economía de este país y Naiara sola no puede, darlings) y volvemos a salir en dirección al centro con, esta vez sí, británica puntualidad.
Un detalle: si necesitáis usar muletas, vigilad bien en qué aparcamiento dejáis el coche. Nosotros hemos salido por el acceso para minusválidos y nos hemos quedado a cuadros cuando hemos visto que la salida era una escalera, más planita, pero escalera al fin y al cabo, junto con una plataforma de esas salva-niveles... Que digo yo, si vas en silla de ruedas tú solo y la plataforma está en el otro extremo de la escalera, ¿qué haces, das voces al cajero a ver si sale a mandarte la plataforma? Total, que al final he subido con mis monísimas muletas rojas y apoyando el piececillo pocho como buenamente he podido hasta la superficie, en plan criatura del inframundo que lleva eones sin ver el sol, pero en versión chica monísima con vestido blanco (cómo no) y chanclas rojas a juego con las muletas y el vendaje (sí, queridos admiradores, Lady Vaga ha salido de casa en chanclas... ¡Horreur! Pero, antes de que os queméis a lo bonzo o intentéis ahogaros en el bidé, os diré que eran unas chanclas súper-cuquis con unos lacitos rojos la mar de coquetos. Vamos, que hasta al fisioterapeuta le han gustado, creo yo).
A continuación había que rodear la plaza Mayor, llena como siempre de turistas que no miran hacia el frente, sino hacia los escaparates de los bares. Las muletas imprimen una mala hostia muy housiana y yo la he vivido con ardor, pues, harta de no conseguir pasar entre los rojizos individuos que me rodeaban moviéndose a la velocidad de un Homo Cutrensis congelado, he tenido que increparles para que abriesen paso. Lord Muchomacho se ha carcajeado bien a gusto y ha elogiado la prudencia de los turistas, pues ya estaba temiendo que el siguiente peldaño en la escalada de violencia ladyvaguense sería clavarles el extremo de la muleta en las costillas para lograr algo de espacio.
Subir a casa de mi comadrona ya no ha resultado, por tanto, ningún reto, a pesar de estar la escalera en obras y revuelta como el vestidor de una pija la tarde de un sábado antes de la sesión light. Con ella, como siempre, todo correcto: U-6 ha decidido colocar la espalda al otro lado, lo cual me parece igual de bien que cuando la tenía a la izquierda, he aprendido a palpar su cabecita (¡alucinante!) y hemos quedado para la visita domiciliaria, que en un futuro os relataré con mis habituales gracejo y desparpajo.
De ahí, directos al fisioterapeuta (¡gracias, Ruth!), que me ha sobado el tobillo a manos llenas haciéndome poner caras raras y gritar cosas más raras aún, pero no por la mala leche que imprime el llevar muletas, sino porque me ha dolido un güevo, lo juro. Yo creo que te dan tal paliza que cuando sales ya ni sientes ni padeces y piensas "jo, pues me ha dejado nueva, oye, no me duele nada el tobillo". Claro, porque tu cerebro ha desconectado esa zona so pena de hacer que te retuerzas en plena calle cual pescadilla fuera del agua.
Diagnóstico: esguince leve, un par de semanitas de no hacer el cabra. Órdenes: apoyar el pie con toda la normalidad posible y usar una muleta si me siento más segura (dado que mi centro de gravedad debe de estar actualmente por delante de la mismísima punta de mis pies); no mojar el vendaje y volver el miércoles. Flipes: que la médica de cabecera me haya prescrito ibuprofeno para la inflamación estando embarazada; el fisioterapeuta se ha puesto de varios colores antes de comentar, muy diplomáticamente, que qué fuerte.
Así que he salido de allí bailando el charleston con una sola muleta mientras Lord Muchomacho esgrimía la otra en marcial actitud para defenderme de cualquier malhechor que osase acechar a una embarazada cojitranca por la city y hemos decidido celebrar que aún nos sobraba un ratito para acercarnos al Faborit a tomarnos un algo juntitos y solos just the two of us, como dice la canción, por primera vez desde que O. G. asomó la cabeza a este mundo. Granizado de naranja para la dama, que se lo merece, y té japonés helado para el caballero, que para eso nació samurai en el sitio equivocado. Momentos de amor, amor, amor, como el Junco y Lola Flores, y de vuelta al aparcamiento para recoger el coche, a O. G. y el burofax de Hotel Stanley.
¿Cómo? ¿Que qué burofax? ¡Ay, queridas y queridos, es que ayer no os lo conté, con tantas cosas como me bullían en el cerebrito! Pues ayer llamaron a la puerta y yo, lógicamente, pasé de levantarme a abrir, así que me dejaron el aviso para recoger un burofax procedente de tan elegante institución y a eso hemos ido después de terminar nuestras gestiones en el centro. Yo me temía que fuesen a escribirme para alguna memez que me restase zen, pero no, qué va: me han mandado la documentación que aún le faltaba a mi historia clínica (gracias a que Lord Muchomacho se puso cabezón, le dijo a la de Atención al Paciente que menos guasa, tía Blasa, y me convenció para cascarles una reclamación como es debido -la enésima, creo), ordenada y explicadita. Eso sí, para el tachón aún no me han dado explicación alguna, pero bueno, tiempo al tiempo, tampoco hay que sobrecargarles.
De ahí, al centro de salud, para explicarle a la enfermera lo del fisioterapeuta y anular la cita con la médica de cabecera. Y, por fin, a comer a casa tranquilamente, que son muchas emociones para una sola Lady en tan poquitas horas.
Ahora, queridas y queridos, procedo a languidecer en mi sofá cual diva de los años cuarenta, que para eso me han dado la baja.
Besos sedentes,
Lady Vaga.
En primer lugar, teníamos cita con nuestra comadrona de parto en casa, una mujer cuya energía y sabiduría me dan tan buen rollo que creo que con ella sería capaz de parir hasta en mitad del desierto del Gobi (un día le dedicaré una entrada, os lo prometo, y me tendréis envidia, aseguro). La cita era a las diez y nosotros, para no variar, hemos salido de casa a menos cuarto, como solemos hacer los VIP. Lo primero era dejar a O. G. con mi cuñada, para que descansase y jugase a gusto, así que, viendo que llegábamos tarde-tardísimo, llamo a mi comadrona para avisarla del retraso.
Ella me coge el teléfono, extrañada, y me asegura que nuestra cita era a las once, que la pillo desayunando tranquilamente... Bueno, pues no pasa nada: dejamos a O. G. y hacemos escala en el trabajo, aprovecho para hacer unos cuantos pedidos del día anterior (sí, ya sé que estoy de baja, pero alguien tiene que levantar la economía de este país y Naiara sola no puede, darlings) y volvemos a salir en dirección al centro con, esta vez sí, británica puntualidad.
Un detalle: si necesitáis usar muletas, vigilad bien en qué aparcamiento dejáis el coche. Nosotros hemos salido por el acceso para minusválidos y nos hemos quedado a cuadros cuando hemos visto que la salida era una escalera, más planita, pero escalera al fin y al cabo, junto con una plataforma de esas salva-niveles... Que digo yo, si vas en silla de ruedas tú solo y la plataforma está en el otro extremo de la escalera, ¿qué haces, das voces al cajero a ver si sale a mandarte la plataforma? Total, que al final he subido con mis monísimas muletas rojas y apoyando el piececillo pocho como buenamente he podido hasta la superficie, en plan criatura del inframundo que lleva eones sin ver el sol, pero en versión chica monísima con vestido blanco (cómo no) y chanclas rojas a juego con las muletas y el vendaje (sí, queridos admiradores, Lady Vaga ha salido de casa en chanclas... ¡Horreur! Pero, antes de que os queméis a lo bonzo o intentéis ahogaros en el bidé, os diré que eran unas chanclas súper-cuquis con unos lacitos rojos la mar de coquetos. Vamos, que hasta al fisioterapeuta le han gustado, creo yo).
A continuación había que rodear la plaza Mayor, llena como siempre de turistas que no miran hacia el frente, sino hacia los escaparates de los bares. Las muletas imprimen una mala hostia muy housiana y yo la he vivido con ardor, pues, harta de no conseguir pasar entre los rojizos individuos que me rodeaban moviéndose a la velocidad de un Homo Cutrensis congelado, he tenido que increparles para que abriesen paso. Lord Muchomacho se ha carcajeado bien a gusto y ha elogiado la prudencia de los turistas, pues ya estaba temiendo que el siguiente peldaño en la escalada de violencia ladyvaguense sería clavarles el extremo de la muleta en las costillas para lograr algo de espacio.
Subir a casa de mi comadrona ya no ha resultado, por tanto, ningún reto, a pesar de estar la escalera en obras y revuelta como el vestidor de una pija la tarde de un sábado antes de la sesión light. Con ella, como siempre, todo correcto: U-6 ha decidido colocar la espalda al otro lado, lo cual me parece igual de bien que cuando la tenía a la izquierda, he aprendido a palpar su cabecita (¡alucinante!) y hemos quedado para la visita domiciliaria, que en un futuro os relataré con mis habituales gracejo y desparpajo.
De ahí, directos al fisioterapeuta (¡gracias, Ruth!), que me ha sobado el tobillo a manos llenas haciéndome poner caras raras y gritar cosas más raras aún, pero no por la mala leche que imprime el llevar muletas, sino porque me ha dolido un güevo, lo juro. Yo creo que te dan tal paliza que cuando sales ya ni sientes ni padeces y piensas "jo, pues me ha dejado nueva, oye, no me duele nada el tobillo". Claro, porque tu cerebro ha desconectado esa zona so pena de hacer que te retuerzas en plena calle cual pescadilla fuera del agua.
Diagnóstico: esguince leve, un par de semanitas de no hacer el cabra. Órdenes: apoyar el pie con toda la normalidad posible y usar una muleta si me siento más segura (dado que mi centro de gravedad debe de estar actualmente por delante de la mismísima punta de mis pies); no mojar el vendaje y volver el miércoles. Flipes: que la médica de cabecera me haya prescrito ibuprofeno para la inflamación estando embarazada; el fisioterapeuta se ha puesto de varios colores antes de comentar, muy diplomáticamente, que qué fuerte.
Así que he salido de allí bailando el charleston con una sola muleta mientras Lord Muchomacho esgrimía la otra en marcial actitud para defenderme de cualquier malhechor que osase acechar a una embarazada cojitranca por la city y hemos decidido celebrar que aún nos sobraba un ratito para acercarnos al Faborit a tomarnos un algo juntitos y solos just the two of us, como dice la canción, por primera vez desde que O. G. asomó la cabeza a este mundo. Granizado de naranja para la dama, que se lo merece, y té japonés helado para el caballero, que para eso nació samurai en el sitio equivocado. Momentos de amor, amor, amor, como el Junco y Lola Flores, y de vuelta al aparcamiento para recoger el coche, a O. G. y el burofax de Hotel Stanley.
¿Cómo? ¿Que qué burofax? ¡Ay, queridas y queridos, es que ayer no os lo conté, con tantas cosas como me bullían en el cerebrito! Pues ayer llamaron a la puerta y yo, lógicamente, pasé de levantarme a abrir, así que me dejaron el aviso para recoger un burofax procedente de tan elegante institución y a eso hemos ido después de terminar nuestras gestiones en el centro. Yo me temía que fuesen a escribirme para alguna memez que me restase zen, pero no, qué va: me han mandado la documentación que aún le faltaba a mi historia clínica (gracias a que Lord Muchomacho se puso cabezón, le dijo a la de Atención al Paciente que menos guasa, tía Blasa, y me convenció para cascarles una reclamación como es debido -la enésima, creo), ordenada y explicadita. Eso sí, para el tachón aún no me han dado explicación alguna, pero bueno, tiempo al tiempo, tampoco hay que sobrecargarles.
De ahí, al centro de salud, para explicarle a la enfermera lo del fisioterapeuta y anular la cita con la médica de cabecera. Y, por fin, a comer a casa tranquilamente, que son muchas emociones para una sola Lady en tan poquitas horas.
Ahora, queridas y queridos, procedo a languidecer en mi sofá cual diva de los años cuarenta, que para eso me han dado la baja.
Besos sedentes,
Lady Vaga.
jueves, 11 de agosto de 2011
Lady Vaga 2.0: más Vaga todavía...
Tal que así voy yo, cangureando a U-6 y quejándome a la menor, pero en plan divina, of course. |
- Nene, haz el favor, tráete el portátil y un libro, que me aburro...
Lord Muchomacho aparece con los artículos solicitados y la sonrisa guasona en la cara:
- Qué, ¿preparando la segunda temporada de Lady Vaga?
Y yo me acuerdo de Daft Punk y eso tan bonito de "Harder, better, faster, stronger", que en mi caso podríamos sustituir por "weaker, monguer"...
miércoles, 10 de agosto de 2011
Lady Vaga gana el premio Preñi-Pupas 2011
Queridas y queridos, por unanimidad, aclamación popular, votos por SMS y consenso universal del jurado, vuestra adorada Lady Vaga ha sido galardonada con el prestigioso award Preñi-Pupas 2011, en la categoría "Embarazada con mayor cenizo del año". Ahí es nada. Estoy encantada de la vida revisando mentalmente mi vestidor para escoger modelito y deseando asistir a la ceremonia de entrega, donde seré agasajada con un trofeo conmemorativo enorme y de muy mal gusto con muchos "doraos", dotación en metálico (escueta, es cierto, estamos en crisis), ramo de flores y banda tipo Miss talla especial para rodear mi prominente barriga de súper preñada.
¿Preguntáis por mis méritos? Bueno, creo que no habréis olvidado el principal, aquel gracias al cual decidí abrir este espacio de ocio y despotrique ginesáurico y divino al que sois adictos: presunta fisura de la bolsa de líquido amniótico en la semana 14 de embarazo, para sorpresa, regocijo y estudio incesante del personal de Hotel Espe, que no se cansaba de recordarme que mi caso era muy raro al no mediar amniocentesis en el incidente. Quince días de ingreso, alta voluntaria y otros dos meses y medio de baja con indicación de reposo modelo "no-te-levantes-más-que-para-mear-bonita".
Pero, por si esto fuera poco, y alguna otra preñada con peor fario me anduviese a la zaga, mi excelsa persona, ansiosa de admiración y reconocimiento por parte del respetable (esos sois vosotros, queridos), decidió pisar con el taconazo a modo de destornillador eléctrico los juanetes de la competencia subiendo un par de puntos más el nivel de la competición.
Aquí va: hoy me he caído en plena calle de camino a la ecografía del tercer trimestre. Como lo leéis. Una alcantarilla desnivelada respecto a la acera y supongo que un exceso de relaxina en sangre me han llevado (después de dos amagos en el trabajo a cual más aparatoso, pues el segundo ha cursado con carrera trastabillante de cinco pasos gabinete a través hasta el cristal del taller, en el cual han quedado estampadas mis cinco huellitas dactilares y la marca de mi macropanza para pánico de Lord Muchomacho, que a punto ha estado de echar cuerpo a tierra pensando que se le venía encima un obús de la Segunda Guerra Mundial sin previo aviso) a tocar tierra al más puro estilo "Twister" pero sin ruleta de colores.
He parado la caída con la muñeca y pie derechos y la rodilla izquierda, así que he conseguido que U-6 no aterrizase de morros en el suelo, lo cual era mi primera preocupación. La segunda era intentar no enseñar el underwear a todos los transeúntes, pues mi gusto por los vestidos ibicencos blancos -en mis dos embarazos me ha dado por vestir de blanco, será para dar idea de pureza, ya que de virginidad, nones- ha alcanzado grado de obsesión y hoy lucía yo uno bastante corto, hecho que me obliga a usar ropa interior de color carne, cortada a láser y de tiro muy bajo para que no moleste en la tripa.
Del golpe me he quedado con mal cuerpo, ganas de vomitar y susto. O. G. se ha asustado también y solo sabía decir "mamá cayó, mamá cayó", cual Íñigo en Directísimo pero con la melena en la cabeza, en vez de en el bigote.
La ecografista, después de alucinar al verme entrar en consulta cojeando, con una rodilla sangrante y sujeta por mi cuñada (pobre, se pasa de buena, ha aseverado que en ningún momento se me vio la ropa interior, cuando yo estoy segura de que mañana mi underwear será trend topic en Twitter y vídeo del día en Youtube desde varios ángulos), se ha asegurado de que U-6 está perfectamente, le ha estimado un peso de 2.500g y le ha mirado las pelotillas por si había cambiado de sexo en estos dos meses (cosa que no entiendo, de verdad os digo, porque yo ni pregunto por los genitales de mis vástagos hasta que se los veo).
De vuelta a casa, hemos parado a comprar hielo para mi tobillo, que estaba adquiriendo el tamaño y la consistencia de un melocotón pocho, y hemos pasado por el centro de salud a ver a mi médica de cabecera, que se ha alegrado porque hacía tiempo que no nos veíamos y ha procedido a palparme y torcerme el pie en varios ángulos para ver si era un esguince. Lo es, por lo visto. Así que aquí estoy, okupando de nuevo mi Chester blanco como la diva que soy, languideciendo in style con un vendaje monísimo hasta la rodilla que pretende mantenerme relativamente inmovilizada (algo a lo que ya estoy acostumbrada, no hace falta ni vendarme con la práctica que he cogido desde marzo) y de baja, imagino ya que hasta el final del embarazo. Al menos, el vendaje calcetinesco que llevo es de color blanco, así que no desentona con mi vestidito. Que una estará lesionada, pero no hay que perder el sentido de la estética ni en tan adversas circunstancias.
¿Problema principal? Las muletas. No me apaño nada, queridas y queridos. Quizá os cueste creerlo, pero mi coordinación es nula, así que no solo soy una pésima bailarina (que también; no se puede tener todo en esta vida, principalmente porque no hay donde guardarlo), sino que soy absolutamente incapaz de andar a la pata coja bamboleando mi gran barriga sin que el centro de gravedad se me traslade a la oreja izquierda, más o menos. Así que me toca apoyarme en Lord Muchomacho o en el contorno del sofá o simplemente arrastrarme cual zombie agonizante si quiero satisfacer mis necesidades fisiológicas o las del pequeño O. G., que no deja de decir "pupa, mamá" señalando mi rodilla o "tito letín" para que me quite el vendaje...
El viernes tengo que volver al centro de salud para que me cambien el vendaje, pero antes de eso, a las diez, tengo cita con mi comadrona de parto en casa y me pregunto si me mandará a hacer gargarismos cuando vea que Murphy y yo somos íntimos y compañeros de promoción del instituto. Si, después de todo lo pasado, tengo que volver a parir en un hospital por culpa de un esguince, yo creo que me amputo la pierna a la altura de la ingle y encima me lo ahorro en depilación y zapatos (podría comprar el doble, ya que solo me tendría que llevar el izquierdo, y sin aumentar el volumen de armarios zapateros de la casa; mejor dejo de pensarlo, porque me está empezando a seducir la idea).
En fin, queridas y queridos, os dejo por ahora, que voy a ver si encuentro la postura en el sofá (again) y preparo mi discurso para cuando me entreguen el trofeo.
Besos casi casi oscarizados,
Lady Vaga.
¿Preguntáis por mis méritos? Bueno, creo que no habréis olvidado el principal, aquel gracias al cual decidí abrir este espacio de ocio y despotrique ginesáurico y divino al que sois adictos: presunta fisura de la bolsa de líquido amniótico en la semana 14 de embarazo, para sorpresa, regocijo y estudio incesante del personal de Hotel Espe, que no se cansaba de recordarme que mi caso era muy raro al no mediar amniocentesis en el incidente. Quince días de ingreso, alta voluntaria y otros dos meses y medio de baja con indicación de reposo modelo "no-te-levantes-más-que-para-mear-bonita".
Pero, por si esto fuera poco, y alguna otra preñada con peor fario me anduviese a la zaga, mi excelsa persona, ansiosa de admiración y reconocimiento por parte del respetable (esos sois vosotros, queridos), decidió pisar con el taconazo a modo de destornillador eléctrico los juanetes de la competencia subiendo un par de puntos más el nivel de la competición.
Algo así ha sido lo mío, pero con peor luminotecnia y sin tanto maquillaje. Bueno, eso y que B. no está preñada, a menos que lleve al niño en el trasero... |
Aquí va: hoy me he caído en plena calle de camino a la ecografía del tercer trimestre. Como lo leéis. Una alcantarilla desnivelada respecto a la acera y supongo que un exceso de relaxina en sangre me han llevado (después de dos amagos en el trabajo a cual más aparatoso, pues el segundo ha cursado con carrera trastabillante de cinco pasos gabinete a través hasta el cristal del taller, en el cual han quedado estampadas mis cinco huellitas dactilares y la marca de mi macropanza para pánico de Lord Muchomacho, que a punto ha estado de echar cuerpo a tierra pensando que se le venía encima un obús de la Segunda Guerra Mundial sin previo aviso) a tocar tierra al más puro estilo "Twister" pero sin ruleta de colores.
He parado la caída con la muñeca y pie derechos y la rodilla izquierda, así que he conseguido que U-6 no aterrizase de morros en el suelo, lo cual era mi primera preocupación. La segunda era intentar no enseñar el underwear a todos los transeúntes, pues mi gusto por los vestidos ibicencos blancos -en mis dos embarazos me ha dado por vestir de blanco, será para dar idea de pureza, ya que de virginidad, nones- ha alcanzado grado de obsesión y hoy lucía yo uno bastante corto, hecho que me obliga a usar ropa interior de color carne, cortada a láser y de tiro muy bajo para que no moleste en la tripa.
A ésta le pasó por bajar bailando, lo mío ha sido culpa de Gallardón, que pone las alcantarillas fatal y casi me manda de nuevo al Hotel Espe, el jodío. |
La ecografista, después de alucinar al verme entrar en consulta cojeando, con una rodilla sangrante y sujeta por mi cuñada (pobre, se pasa de buena, ha aseverado que en ningún momento se me vio la ropa interior, cuando yo estoy segura de que mañana mi underwear será trend topic en Twitter y vídeo del día en Youtube desde varios ángulos), se ha asegurado de que U-6 está perfectamente, le ha estimado un peso de 2.500g y le ha mirado las pelotillas por si había cambiado de sexo en estos dos meses (cosa que no entiendo, de verdad os digo, porque yo ni pregunto por los genitales de mis vástagos hasta que se los veo).
De vuelta a casa, hemos parado a comprar hielo para mi tobillo, que estaba adquiriendo el tamaño y la consistencia de un melocotón pocho, y hemos pasado por el centro de salud a ver a mi médica de cabecera, que se ha alegrado porque hacía tiempo que no nos veíamos y ha procedido a palparme y torcerme el pie en varios ángulos para ver si era un esguince. Lo es, por lo visto. Así que aquí estoy, okupando de nuevo mi Chester blanco como la diva que soy, languideciendo in style con un vendaje monísimo hasta la rodilla que pretende mantenerme relativamente inmovilizada (algo a lo que ya estoy acostumbrada, no hace falta ni vendarme con la práctica que he cogido desde marzo) y de baja, imagino ya que hasta el final del embarazo. Al menos, el vendaje calcetinesco que llevo es de color blanco, así que no desentona con mi vestidito. Que una estará lesionada, pero no hay que perder el sentido de la estética ni en tan adversas circunstancias.
¿Problema principal? Las muletas. No me apaño nada, queridas y queridos. Quizá os cueste creerlo, pero mi coordinación es nula, así que no solo soy una pésima bailarina (que también; no se puede tener todo en esta vida, principalmente porque no hay donde guardarlo), sino que soy absolutamente incapaz de andar a la pata coja bamboleando mi gran barriga sin que el centro de gravedad se me traslade a la oreja izquierda, más o menos. Así que me toca apoyarme en Lord Muchomacho o en el contorno del sofá o simplemente arrastrarme cual zombie agonizante si quiero satisfacer mis necesidades fisiológicas o las del pequeño O. G., que no deja de decir "pupa, mamá" señalando mi rodilla o "tito letín" para que me quite el vendaje...
El viernes tengo que volver al centro de salud para que me cambien el vendaje, pero antes de eso, a las diez, tengo cita con mi comadrona de parto en casa y me pregunto si me mandará a hacer gargarismos cuando vea que Murphy y yo somos íntimos y compañeros de promoción del instituto. Si, después de todo lo pasado, tengo que volver a parir en un hospital por culpa de un esguince, yo creo que me amputo la pierna a la altura de la ingle y encima me lo ahorro en depilación y zapatos (podría comprar el doble, ya que solo me tendría que llevar el izquierdo, y sin aumentar el volumen de armarios zapateros de la casa; mejor dejo de pensarlo, porque me está empezando a seducir la idea).
En fin, queridas y queridos, os dejo por ahora, que voy a ver si encuentro la postura en el sofá (again) y preparo mi discurso para cuando me entreguen el trofeo.
Besos casi casi oscarizados,
Lady Vaga.
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