miércoles, 3 de agosto de 2011

¡Al jefe de servicio del Hotel Espe le ha dado un jamacuco!

Queridas y queridos, la magnífica Drew, de Viviendo en mi Nube Azul, se ha tomado la molestia de inspirarse en las aventuras y desventuras de esta humilde bloguera (por decir algo) y nos deleita con esta espectacular nota de prensa escrita de su mente y letra que, os aviso ya, a día de hoy es ficticia, pero cuya transformación en hecho real no descarto que ocurra más pronto que tarde. Ella nos la regaló en un comentario a la entrada anterior, pero yo no he podido resistirme y, previo permiso de su autora, me he sentido obligadísima a rescatarla para la posteridad dedicándole toda una entrada para ella solita. Es que se la merece.

Gracias, Drew, por tu buen humor, tu fina ironía y el apoyo que suponen tus visitas y tus comentarios. Cuando nazca Minimacho tienes que pasarte por casa a conocerles a él y a O. G.

EL JEFE DE SERVICIO DE GINECOLOGÍA DEL "HOTEL ESPE", INGRESADO EN PSIQUIATRÍA

El jefe de servicio del área de Ginecología y Obstetricia de "Hotel Espe", Doctor Ginesaurio Caducado, ha sido ingresado ésta mañana en el ala de Psiquiatría del mismo hospital, debido a una fuerte crisis nerviosa.

Parece ser que la crisis se ha iniciado debido a una carta dirigida al Doctor Caducado, que contenía un extraño documento llamado "Plan de Parto" y que según las autoridades policiales podía ser el manifiesto de algún grupo antisistema.

Ginesaurio pasó más de media hora gritando frases sin sentido tales como "Las naturales me persiguen" o "Las cartas se multiplican como los panes y los peces". Varios médicos del "Hotel Espe" intentaron sin éxito hacer entrar en razón al facultativo, por lo que tuvo que ser sedado, inmovilizado mediante camisa de fuerza e ingresado pese a su voluntad. Se desconoce la fecha prevista de alta.

Los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado siguen investigando la autoría de las cartas. 

lunes, 1 de agosto de 2011

Doble plan de parto: ¡Toma castaña, Hotel Espe!

Queridas, queridos, estos son días extraños para mí. Además de este tiempo atmosférico, que se me antoja poco veraniego y un tanto otoñal para la habitual canícula del centro de las Espeins y Olé, supongo que os habréis dado cuenta de que no he vuelto a hablar del tema de las historias clínicas, así que os hago un breve resumen de cómo está la situación:
  • Hotel Espe me telefoneó para decirme que ya estaba lista mi documentación, pero pretendían, por tercera vez, que me conformase con las analíticas y el informe de alta, a lo cual Lady Vaga dijo, como ya sabéis, que never de never y jamais, jamais. A día de hoy, excedido el plazo legal de que disponían para entregármela, todavía no sé nada del tema. Supongo que me va a tocar llamar a la Agencia de Protección de Datos y chivarme de que hay un hospital rebeldillo que se niega a darme los papeles que en derecho me corresponden (mal que os jorobe a algunos que no tenéis ni idea y decís que no tienen por qué dármelos; documentaos un poco).
  • Hotel Stanley (el hospital donde me nacieron a O. G., ínclito establecimiento bautizado así por la simpar Lady Rabbit en un derroche de ingenio que me hizo carcajearme durante un cuarto de hora hasta invocar a Santa Tena Lady de las Celulosas Secas) me entregó mis documentos y los de mi hijo, incluyendo hermoso tachón de rotulador sobre una anotación de mi carnicerita que, a día de hoy, los más prestigiosos especialistas en criptografía consultados por Lord Muchomacho aún no han podido descifrar con total certeza, aunque nuestras sospechas tenemos. Ganas me dan de escaneároslo para que os echéis unas risas, tunantes.
Total, que ahora me toca dar un paso más que, aunque no tiene nada que ver con lo anterior, revolucionará, quiera yo o no, el gallinero un poco más de lo que ya estaba: el envío del plan de parto a Hotel Espe. Que vosotros diréis: pero a ver, si tú quieres parir en casa, ¿para qué lo mandas al hospital? Pues, queridas y queridos, por si el azar quiere que termine allí el parto; y si no, por tocarles un poco las gónadas a ver si se les irritan un tantito.

Pero, tranquilos, no es el Plan de Parto Subversivo... De ese ya le llegaron al jefe de servicio de Hotel Espe mínimo dos ejemplares (más otro a la jefa de planta, ¡misterios de la vida!) y la pena es que no pude grabar su cara mientras lo leía (aunque con solo ver el remitente, "Cesárea Segura Alejo", ya debería el buen señor haber bizqueado sin parar). Hablo de un plan de parto serio y centrado, documentado con las pertinentes referencias a las leyes vigentes, redactado al alimón con la brillante Lady Rabbit, en el cual ambas dejamos constancia (cada una por nuestro lado, eso sí, que no pienso esperar a parir dos meses más solo por hacerlo juntitas ni creo que su garbancito quiera echarse una carrera con Minimacho a ver quién sale antes, como Hamilton y Alonso) de nuestras preferencias, deseos y, sobre todo, derechos. Por si se les olvida que las parturientas también tenemos de eso.

Lady Rabbit, que tiene un puntito sadomaso cuyo marido sin duda sabrá disfrutar mientras sus retoños duermen, ya pasó por esto en su segundo parto. Sí, sí, la tía no tuvo bastante con comerse una cesárea en Hotel Espe (si un día me da permiso os cuento cómo fue, porque tuvo una paciencia de Santa Joba increíble... Tanta, que se le han agotado las reservas para toda la vida esta y para las dos siguientes reencarnaciones, que sin duda hará en zorra y perra, no sé si por ese orden o a la inversa) y decidió enviar un plan de parto PVDC (Parto Vaginal Después de Cesárea) al mismo hospital.

El resultado fue que el jefe de servicio la llamó por teléfono para recordarle que era una inconsciente y que se iba a morir con el útero hecho mistos y que él mismo buscaría un juez que atestiguase el nacimiento y se llevase al fruto de su vientre, atchús. Menos mal que su marido estaba por allí, escuchando la conversación, y enarbolando el auricular cual cachiporra con pinchos le puso las pilas al buen señor, de cuyas magnánimas aunque mal enfocadas intenciones jamás dudaríamos ninguno de los aquí presentes.

Más tarde, el mismo jefe de servicio tuvo a bien recapitular toda la morralla que había largado por esa boca en una preciosa carta, perla incunable del género epistolar, que Lady Rabbit conserva guardada como oro en paño con las joyas de la familia, los retratos antiguos y unos cuantos billetes de diez mil pesetas por si eso del euro no cuaja.

Os cuento todo esto para significar que, si bien me extraña que no me hayan vuelto a llamar para citarme por Alto Riesgo (después de tanta brasa como dieron y de que os molestáis en votar, ya es tener poca vergüenza... A ver si se piensan estos que me voy a esperar sin parir hasta que me llamen, ¡hombre ya!), no me extrañaría que, al recibir la carta en el Hotel Espe, mi teléfono móvil se ponga a vibrar cual juguetito erótico sobrado de pilas... Aunque por eso, zorruscas nosotras, hemos esperado a agosto, mes del descanso, la siesta y las vacaciones, para enviar nuestros planes de parto: si el jefe de servicio recibe idénticas dos misivas a la vez, podría darle un chungo y ya no está en edad de hacerse by-passes así a lo loco... Mejor le va que le pillemos de vacaciones y, en lo que va y viene (y por el camino se entretiene), se le hace tarde para denegárnoslo selectivamente y nos manda una negativa en bloque. Y una denegación en bloque es súper guay por motivos que otro día (no me quiero enrollar más) os contaré.

Hasta aquí, queridas y queridos, la brasa del día. Como Correos permite hacer un seguimiento de las cartas certificadas, ya os diré cuándo llega mi simpática epistolita al Hotel Espe y entonces apostaremos a ver si me llaman por teléfono, si me llaman de todo o si me dejan por imposible.

Se despide, desembalando su nuevo látigo de siete colas anti-ginesaurios y las botas de dominatrix,
Lady Vaga.

viernes, 29 de julio de 2011

Un concurso para familias

Queridas y queridos, para irnos de viernes os voy a contar algo que no tiene absolutamente nada que ver con mi recurrente monotema habitual. Difícil de creer, ¿eh? Pues frotaos los ojos (si lleváis make-up no, darlings, que se estropea con el frotisfrotis) y leed.

No sé si conocéis Boing, el canal de dibujos animados. Yo sí, pero lo vemos poco porque ni a O. G. ni a mí nos gustan "Dragon Ball Z" ni "One Piece" y ya sabéis que él, además está abonado hasta niveles cargantes a Dora Exploradora, la niña de la cabeza como un balón de rugby.

El caso es que Boing está preparando un nuevo concurso para familias y la gracia estriba en jugar a los juegos de nuestra infancia (ay... ¡qué lejos os queda eso a algunos!, ¿eh? No es mi caso, claro, yo aún soy mozuela...), como el Conecta 4 (en mi casa teníamos una versión espuria llamada "Coloca 4", pero no iba de drogas ni nada, no os vayáis a pensar, ¿eh?), el Twister... Pero con nuestros hijos. O más bien con los vuestros, porque el concurso está pensado para familias con hijos de entre ocho y catorce años.

Os dejo con el texto que nos han enviado, donde explican muy bien de qué va el concurso, a ver si os animáis o conocéis a alguien a quien pueda interesarle:


¿Echas de menos los juegos de mesa de toda la vida?
¿Crees que una videoconsola nunca será tan divertida como el Twister?
¿Te lo pasas bomba con tus hijos?

¡Tenemos lo que necesitas!

El canal infantil BOING  está preparando "Juegos en Familia", un nuevo concurso de televisión basado en juegos de mesa.
¿Te gustaría participar? Buscamos familias divertidas (padre, madre y dos hijos de entre 8 y 14 años aproximadamente) que quieran pasarlo muy bien y ganar un gran premio final. Para que te hagas una idea de la juerga que te ofrecemos, puedes echar un ojo a la versión americana, que se llama Family Game Night. El nuestro es una adaptación igual de divertida... ¡pero en castellano!
Si te apetece participar o conoces a alguien a quien pueda apetecerle, llámanos al 91-829 77 40 o al 638-935779. O, si lo prefieres, envíanos un email con todos tus datos (nombres de los cuatro concursantes, edades y teléfono de contacto) a juegosenfamilia@islaproducciones.es.

¡Contamos contigo!

Pues eso, que si queréis concursar os apuntéis... Y si lo hacéis, decidme cuándo salís y quiénes sois para preparar las palomitas y los refrescos, que estaré viendoos cual fan.

Besos catódicos,
Lady Vaga.

miércoles, 27 de julio de 2011

Momento cinéfilo



Celador conduciendo a la parturienta en la camilla último modelo
por los acogedores pasillos del moderno hospital.
- Señora, ya llegamos a paritorio, ¿ve a esas dos de ahí, las que van de uniforme? Son la comadreja y una que se le subirá encima de la panza, como mandan los cánones.


Pazguatas jode-partos uniformadas a las que expulsaron del
Macarrona por confundir las escobillas del WC con plumeros
para el polvo.






- Hola, "mami", somos dos pazguatas inútiles que curramos en este hospital porque nos echaron del Macarrona. Por cierto, hemos usado tu plan de parto para limpiarnos el ojal después de ir al excusado. ¿A que damos yuyu?











Parturienta metamorfoseada en señor cabreado armado con
hacha tremendusca por obra y (des)gracia de la atención
al parto en las Spains.
 - Doctora Carniceeeeera... Carnicerita lindaaaa... ¿Quién se va a llevar una episiotomía de noventa puntos con guarnición y mis iniciales bordadas en petit poiiiiiint? Eso sí, sin acritud...

viernes, 22 de julio de 2011

Nosotras y vosotros

Queridos, hoy me dirijo a vosotros, con permiso de las féminas presentes, para arengaros sobre un tema que periódicamente me satura las entendederas. Por supuesto, mi perorata es válida también para parejas en las cuales ambos miembros pertenezcan al sexo femenino; en ese caso, se aplica a la parte no embarazada del binomio, si es que se siente identificada con lo que a continuación expondré. Permitidme, no obstante, que haga uso del masculino plural como vocativo, por aquello de generalizar.

Queridos, tenéis en casa a una mujer embarazada y no es una mujer cualquiera: no solo porque es la vuestra, sino porque es una persona en la cual el embarazo ha despertado inquietudes y ganas de saber más. Cada poco, vuestra media naranja aparece por el salón esgrimiendo un nuevo libro en el que se explican las tropelías que se cometen en la atención al parto en nuestro país o se saca de Internet un artículo con datos estadísticos sobre la temida episiotomía. Algunas, incluso, os envían correos electrónicos al trabajo para que os paséis por este o aquel foro, ¡como si vosotros no tuviéseis de qué preocuparos!

En efecto, a vosotros, queridos hombres, os corresponde encargaros de la logística. En nuestra dulce espera, pretendemos que os curréis la pintura y la decoración de la habitación del nasciturus, que aprendáis a montar el carrito en dos golpes, que compartáis nuestra ilusión por comprar bodies enanos y patucos tamaño pulguita, que disfrutéis de cada patadita y que os emocionéis en las ecografías. Y lo hacéis, vaya si lo hacéis. Me atrevo a decir que el 99% de vosotros lo hace mejor que bien, divinamente. No tenemos queja en ese aspecto, nos cuidáis fenomenal.

Sin embargo, a veces nos sentimos un poco solas en ciertos aspectos. En parte, esto es inevitable, puesto que, por mucho que os esforcéis, al fin y al cabo somos nosotras las embarazadas y las futuras parturientas que entrarán por la puerta de un hospital, cargadas con la bolsa de nuestros propios miedos mientras vosotros cargáis con la de la ropa y accesorios varios. Somos nosotras las que se expondrán a las manos de extraños, manos que hurgarán en nuestras vaginas, que nos inyectarán hormonas sintéticas y opiáceos, que nos sujetarán para mantenernos tumbadas en una camilla... Manos de extraños que enarbolarán unas tijeras acercándose a nuestros genitales o un bisturí para abrir nuestros vientres.

Vosotros, queridos varones, saldréis físicamente sanos del parto (a menos que os dé por liaros a tortazos con los médicos, lo cual puede terminar en la comisaría con un ojo morado y no os recomiendo, por cuanto vuestra chica os necesita a su lado), cualquiera que sea su desarrollo último, pero nosotras a veces tenemos miedo y solo vosotros podéis ayudarnos. Permitidme, pues, que os dé unas cuantas recomendaciones para acompañarnos durante el embarazo y el parto, aunque estoy segura de que muchos de vosotros ya las conocéis y aplicáis:

En el embarazo:
  • Mostrad interés: si vuestra dulce y preñada mitad os facilita textos que a ella le han resultado interesantes o ilustrativos, por favor, leedlos. No nos vengáis con eso de "no tengo tiempo" o "hazme tú un resumen"; preferimos que nos digáis abiertamente que lo leeréis más tarde y que lo hagáis de verdad... Ah, y esperamos charlar sobre ello unos minutitos cuando le hayáis echado un vistazo, así que no hagáis trampas.
  • Informaos: si algo de lo que os hemos contado despierta vuestra curiosidad, buscad información por vuestra cuenta. No os imagináis la alegría que da que llegue nuestro súper macho y nos diga "mira lo que he encontrado, creo que nos va a ir fenomenal para el embarazo/ el día del parto / la estancia en el hospital". Nos hace sentir que estáis implicados (lo cual no dudamos, pero no está de más reforzar esa sensación); recuerdo perfectamente la alegría que me dio Lord Muchomacho cuando le pillé leyendo las recomendaciones de atención al parto elaboradas por la FAME...
  • Creednos: en nuestra búsqueda de información, habrá momentos en que os contemos cosas que os resultan increíbles. Pensaréis que es imposible que en España se atiendan tan mal en general los partos, o que nadie puede realizarnos una episiotomía sin consultarnos antes, o que si se pincha oxitocina es porque las mujeres no dilatamos igual que nuestras abuelas... Por favor, pensad dos veces antes de desacreditar nuestras fuentes sin siquiera haber leído la información que manejamos. Es muy desesperante sentir que tu pareja piensa que se te está yendo la cabeza. Y si queréis rebatirnos, hacedlo con los datos en la mano, documentaos. Que no parezca que nos decís que no simplemente por decirlo.
  • Acompañadnos: nos gusta que vengáis con nosotras a las visitas, siempre que podáis, porque así nos sentimos apoyadas y poderosas, sobre todo si hay que tocar temas delicados con el médico o la comadrona. Eso sí, no hace falta que vengáis si os pone muy nerviosos la confrontación, si sois de los que piensa que el médico lo sabe todo y nosotras tenemos que dejarnos hacer o si a la salida vais a meternos miedo con algo de lo que nos hayan dicho en consulta. En esos casos, casi preferimos ir solas y ahorrarnos una discusión.
  • Relativizad: entended que los médicos no son omniscientes y que no pueden sentenciarnos antes del parto. Que nosotras no somos ni unas locas ni unas inconscientes si nos negamos a que nos programen una cesárea, a que nos hagan determinada prueba que consideramos prescindible o a ponernos epidural según entremos por la puerta. Somos vuestras mujeres, nos hemos dedicado muchos meses a buscar información y queremos que nos ayudéis.
  • No nos juzguéis: nada nos hace sentir peor que escuchar comentarios del tipo de "con tu resistencia al dolor, necesitarás la epidural enseguida"; "mi hermana ha tenido tres cesáreas y está divinamente, no pasa nada"; "¿pagar un parto en casa? ¿Y si a la tercera contracción no aguantas y tenemos que ir al hospital?" 
  • No nos encasquetéis vuestros miedos: sabemos que los tenéis y no nos importa compartirlos y hablarlos, pero no nos los impongáis. Tenemos bastante con lidiar con los nuestros.
  • Confiad en nosotras: nuestros cuerpos son perfectos, el resultado de miles de años de evolución. Podemos parir, si nos dejan, y queremos hacerlo acompañadas por vosotros.
En el parto:
  • Sed nuestros guardianes: nosotras vamos a estar pendientes de otras cosas (nada, una pijada, el niño este que se empeña en nacer, querido), así que necesitamos que vosotros nos cuidéis y nos ayudéis a aislarnos del entorno. Parimos mejor si podemos centrarnos en lo que está sucediendo en nuestros cuerpos y evadirnos cuando llegue el momento. Os toca preguntar quién es ese que entra por la puerta y a qué viene, qué líquido llevan en esa bolsa y para qué sirve, os toca pedir que bajen las luces, que cierren la puerta y que nos den intimidad...
  • Sed nuestros pilares: nosotras no estamos para pensar, no nos lo tengáis en cuenta. Necesitaremos apoyarnos en vosotros para pasar las contracciones, o que os vayáis a la otra punta de la habitación. Que nos masajeéis la zona lumbar, o que no nos toquéis. Que nos susurréis al oído lo bien que lo estamos haciendo, o que os calléis y paséis inadvertidos. Por favor, entendednos y no os mosqueéis, os garantizamos que el resultado valdrá la pena.
  • Defendednos: si ya hemos dicho "no" a alguna intervención o si hemos pedido algo que tardan en suministrarnos, haced valer nuestros derechos. Decidle al profesional de turno que "no means no" y no dejéis que os pongan en nuestra contra. Recordad que confiamos en vosotros y que estamos juntos en esto.
  • Poneos en nuestro lugar: las "perrerías" nos las vamos a llevar puestas nosotras y son para toda la vida, así que entended que no las queramos a menos que sean absolutamente necesarias. Imaginad que alguien os hiciese un generoso corte en los genitales con unas tijeras... Ouch, ¿verdad? O que os abren la barriga, os separan los abdominales por el medio y os cortan el útero para sacar al bebé... ¿No os mareáis de imaginarlo? O, simplemente, y usando una comparación muy burda, que varias personas diferentes os meten una mano por el backdoor para ver si ya estáis listos para el parto... Comprended que no son prácticas precisamente agradables y que nos da miedo que nos las hagan sin necesidad.
  • Quedaos a nuestro lado: a menos que os pidamos lo contrario, quedaos con nosotras. Nos gusta vuestra presencia y queremos que presenciéis el nacimiento de vuestros retoños. Intentad estar con nosotras incluso si es necesario hacernos una cesárea, no sabéis cuánto se agradece vuestra compañía en instantes duros.
  • Protegednos: cuando estemos en la habitación con nuestro pequeño, ayudadnos a mantener a raya a las visitas pesadas y no dejéis que nadie se lleve al bebé para nada. Si hay que hacer alguna prueba fuera de la habitación, id con él y no le perdáis de vista. Nos gusta veros ejercer de súper-papás y lo hacéis genial.
Seguro que se me olvidan muchos puntos, pero estos son los que me han parecido más importantes en una primera reflexión. Espero que os sea útil la parrafada de hoy y, si no, que la utilicéis como laxante o limpiador en el excusado si es que ya la habéis impreso, que no está la cosa para desperdiciar el papel.

Se despide, preñada hasta el píloro y encantada con su compañero,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

jueves, 21 de julio de 2011

Una cosa, dos cosas, tres cosas

Queridas y queridos, actualizo brevemente para comentaros tres pequeñas novedades que, por sí solas, no dan para una entrada, pero así en conjunto como que abultan:
  1. Hoy cumplimos 32 semanas Minimacho y yo. Casi casi empiezo a echar de menos la barriga, aunque juro y perjuro que no pienso echar de menos el ardor de estómago que me persigue non stop ni tener el ombligo para fuera. Además, estoy contenta porque en este embarazo llevo cogidos diez kilos y pico, que no están nada mal comparados con lo tremendísima que me puse en el embarazo de O. G. Así que una alegría más para el body.
  2. Mundo Bebés me ha hecho una pequeña entrevista y la ha publicado, ¡qué ilusión me ha hecho! Qué queréis, si en el fondo soy una ególatra irredenta. Eso sí, no esperéis despelleje en el cuestionario porque he sido más light que la dieta de una modelo. El que quiera asustarse, que se pase por el blog, ¿no os parece?´-
  3. Expediente X: he recogido mi historia clínica en el hospital donde nació O. G. y, ¡alucina vecina!, hemos descubierto que hay un párrafo escrito por mi querida carnicerita que fue posteriormente tachado a golpe de rotulador, como cuando la CIA desclasifica documentos... Creemos intuir lo que pone debajo, pero no nos queda completamente claro. Ahora nos tocará ir a preguntarles qué hacen censurando mi historia. Que digo yo que si no quieren que la lea, no escriban cosas raras...
Y este es el resumen de la semana. A ver si saco algo de tiempo para escribir cosas con un poquito de chicha, porque llevo unos días de planicie mental que no sé si dan más pena o vergüenza.

Besos perezosos y con mucho, mucho calor,
Lady Vaga.

miércoles, 20 de julio de 2011

Dueña de mí misma, mal que les pese

A raíz de un enriquecedor intercambio de ideas que ha surgido entre las socias de El Parto es Nuestro acerca de la responsabilidad de las acciones realizadas en un parto, llevo, queridas y queridos, un ratín entregada a la reflexión, con toda la intensidad que mi neurona superviviente me permite entre sinapsis fallida y sinapsis fallida.

Los que me leéis con cierta asiduidad, además de optar a la beatificación cuando muráis, por la paciencia demostrada, sabéis ya que soy (aparte de un poco mosca cojonera cuando me provocan) una firme defensora de que la gente se informe y decida libremente, sobre todo de cara a un momento tan importante como es la llegada al mundo de un nuevo ser vivo, léase hijo. Sin embargo, a veces la búsqueda de información es difícil, azarosa, deprimente y muy cansada.

Y yo comienzo a preguntarme: ¿por qué narices tenemos que andar tanto camino? Cuando voy a ver a mi alergóloga, no tengo que ser yo quien le lleve los últimos estudios sobre alergias; ella me informa de si se está estudiando tal o cual teoría o de si las investigaciones van por este derrotero o este otro. Y si le pregunto por qué narices me da alergia todo lo que me entra por las ídem o si mi hijo heredará esta molesta característica, ella jamás se ofende, sino que dedica a responderme el tiempo necesario para que yo salga de allí con mis dudas resueltas y mi cerebro ocupado para una temporada.

Sin embargo, amiga, quédate embarazada y desconecta la maquinita de pensar... O resígnate a hacer el Camino de Santiago en busca de un trato respetuoso y acorde con las evidencias científicas más recientes. Y aquí viene mi cabreo: ¿por qué? ¿Es que los ginecólogos no se reciclan? ¿Es que no hay nadie que les pise un poco la cabeza cuando se pasan por sus redondas pelotas las recomendaciones de la SEGO, de la OMS o de su puñetera madre? ¿Dónde está el Tío la Vara cuando se le necesita para tundir bien tundidos a estos rajachichisajenos?

No termino de entender que pedir información esté bien visto en todos los ámbitos salvo en éste. Conozco muchísimos profesionales (entre ellos, sanitarios, of course) que, al ser preguntados, despliegan sus conocimientos "con gusto y alegría", como me dijo una gitana una vez (esa es otra historia, nos maldijimos mutuamente y todo), disfrutando de la ocasión de transmitir a otra persona que saben mucho sobre un tema y que se mantienen al día. Pero, curiosamente, con los ginecólogos no he tenido esa misma suerte.

Hace unos años me sometí a una exodoncia de cordales retenidos con anestesia general (vamos, que me saqué las muelas del juicio) y el cirujano que me la iba a practicar dedicó toda una visita a explicarme qué me iba a hacer, por dónde accedería, qué cortaría y cómo suturaría; además, repasó los riesgos (que luego su enfermera me leyó exhaustivamente durante cuarenta minutos dos días antes de la operación), me explicó la pauta de medicación posterior para evitar infecciónes y me contó otras cirugías similares que había realizado con anterioridad.

En cambio, cuando llegué al Hotel Espe y pregunté si el tacto que me querían hacer no aumentaba las probabilidades de infección en mi caso de presunta bolsa rota, la respuesta fue "si no quieres, no te exploro". Hombre, pues por querer, no es lo que más me apetece en este instante, preferiría estar en Canarias bebiéndome un zumito natural, pero agradecería que me explicase por qué cree que ese riesgo es mínimo o asumible en mi caso...

Está claro que quienes sufren las consecuencias de las acciones realizadas en un parto son la mujer y su hijo, sobre cuyos cuerpos "trabajan" estos profesionales. Por tanto, somos las primeras interesadas en preguntar y aprender (contando, también, con el derecho a no querer saber, que me parece legítimo, pero no imponible a todas las mujeres por el artículo 33), lo cual hace que no entienda por qué algunos médicos nos escatiman la información, ya sea negándola directamente, ya sea distrayéndonos con evasivas.

Si no se nos informa, no podemos elegir; si no elegimos, no podemos ser plenamente responsables, pues no hemos decidido, sino que hemos acatado lo que otros han elegido por y para nosotras. Kant nos respalda, aunque él nunca se casó ni salió de su pueblo, queridas. Adultas como somos, ¿por qué se empeñan algunos en no dejarnos tomar decisiones informadas sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos? ¿Qué ganan con intentar mantenernos en esa falaz minoría de edad? ¿De dónde sacan que no hay tiempo -que la mayor parte de las veces lo hay, salvo casos puntuales- para informarnos o que no vamos a entender sus explicaciones?

En fin, queridas y queridos, que preguntar es sano y al que le pique, que se rasque (pero despacito, que la piel se irrita).

Me despido y me marcho a la piscina a remojarme con O. G.,
Lady Vaga.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...