Hoy hace diez años que nos conocimos y, desde ese día, no volvimos a separarnos. Bueno, algunas horas por la noche para dormir, puesto que aún éramos jovenzuelos y sus padres no estaban por la labor de perderle de vista más tiempo de lo que la decencia marca (o marcaba en nuestra época, no sé cómo están ahora las cosas). Hago mi balance mental y recuerdo que solía decirle que, si con veintipocos era guapo, a los treinta y algo sería arrebatador; no me equivoqué, mi amor sigue siendo un pibonazo y no me digáis que no, que estoy harta de pillar a las clientas mirándole el trasero y haciéndole ojitos a la mínima de cambio.
Podría enumeraros tantas cosas que me gustan de él, que convertiría este blog en monotemático y eso no está bien, puesto que mi monotema confeso es el acoso y derribo de los ginesaurios trasnochados, así que resumiré diciendo que Lord Muchomacho me gusta porque es él.
- Me gusta su seguridad en sí mismo, esa actitud de "oye, que yo me como el mundo y en un eructo suelto los Pirineos, a ver qué te has creído".
- Me gusta su carácter protector, ese instinto leonino de cuidar de los suyos que le sale cuando siente que atacan a su gente.
- Me gusta que sea tan risueño y bienhumorado desde primera hora de la mañana. Supongo que eso le ayuda a soportar que su adorada Lady Vaga se despierte cabreada y menos que humanoide.
- Me gusta ese cerebro fríamente científico y que, a pesar de ser un lector compulsivo de manuales de física, saque un ratito para enterarse de las últimas conspiranoias y contármelas con una sonrisa de medio lado.
- Me encanta cuando se pone sus camisetas frikis de robots que le hacen parecer aún más joven. Y si está recién afeitado, ya es que me lo como.
- Me encanta cuando se pone una camisa Arrow entalladita con barba de tres días (él, no la camisa) y parece casi casi un padre formal.
- Me chifla cuando lleva gafas en el trabajo. ¡Ay, Omá, qué rico mi hombre con gafas!
- Me encanta cuando lleva a O. G. en el Tonga y cuando le menea por los aires como si en vez de un bebé fuese un saco de patatas. Me encanta cuando se duerme con él encima como dos koalas sinvergonzones.
- Me gusta cuando me dice que me quiere y que sigo estando buenísima a pesar de los años y del embarazo (miente bien el tío cuando quiere...).
- Me gusta que sea capaz de ser siempre lo que necesito, desde novio apasionado (sí, aún estamos solteritos) hasta guardaespaldas y terapeuta, según se tercie y sin preguntar.
- Me gusta cuando se levanta antes que yo por la mañana y me prepara el desayuno (morid de envidia, perras). Creo que este es su rato de liberación matinal hasta que aparezco yo por allí en modo protopersona; vamos, que lo hace por su salud.
- Me encanta cuando me sorprende por mi cumpleaños con un regalo espléndido y desmesurado que no merezco de ninguna de las maneras, por ser tan respondona e impaciente (estoy trabajando en ello, dadme tiempo).
Hoy, los besos son solo para mi hombre, porque llevan lengua y apretón traseril incluido,
Lady Vaga.