jueves, 12 de mayo de 2011

Otro resumen (y ya no más, lo prometo)

Queridas y queridos:

Gracias a la inestimable colaboración (¿qué digo colaboración? ¡¡¡Empuje, creatividad, explosión de vitalidad!!!) de la siempre energética y entusiasta Lady Rabbit, alias Miss Electrón 2011, hoy ha sido un día más fructífero que el cerezo de mi huerto (no es una metáfora, es un arbolito de verdad).

  • Hemos cerrado la encuesta y escogido para la nueva página de Facebook el nombre más votado, así que será allí donde nos coordinemos todos los que tenemos esta vena subversiva, que ha aflorado gracias al nunca suficientemente ponderado poder del Plan de Parto Subversivo. Podéis encontrarla aquí.
  • Hemos decidido coordinar un envío masivo de Planes de Parto a la SEGO y otras entidades (para eso está la página de Facebook), para que se enteren de que ya estamos muy hartas de que algunos profesionales nos traten como nueces (y ellos son los cascanueces, claro), que no importa destrozar la cáscara para sacar el fruto. Pues, no, señores: puede que no seamos médicos, pero tampoco somos iletradas y no pueden ustedes ignorar la evidencia científica sistemáticamente. Se lo decimos con humor pero sin condescendencia.
  • La simpar Sascha ha creado una etiqueta en twitter (los finolis las llaman hashtag) para poder unificar todo lo que se comente respecto al Plan de Parto: #ppartosubversivo. Por cierto, si quieres seguir a Lady Vaga y sus fantásticas peripecias, no te prives (@Lady_Vaga).
Por cierto, en lo que llevamos de mayo ya se han superado en el blog las visitas del mes de abril. Empiezo a pensar que, cuando se acabe mi reposo, más de una se va a aburrir como una ostra... Y volverá a ser productiva en el trabajo por puro tedio.

En fin, queridas y queridos, creo que no se me olvida nada por ahora. Prometo que la siguiente entrada volverá a ser productiva, estilosa y llena del glamour al que os tengo acostumbrados y que en ella relataré alguna de mis increíbles y horizontales idas de olla aventuras.

Besos al final del día,
Lady Vaga.

Resumen de varias chorradas.

Queridas y queridos, mi dulce no hacer nada se ve a veces interrumpido por picos de frenética actividad cerebral (escasos, lo sé, porque no me da para más el coco, es lo que tiene ser Vaga) tachonados de disparatadas ideas que encima Lady Rabbit se dedica a jalear (por no hablar de las que ella misma se saca de la azotea, privilegiada e ingeniosa a la par que terrible), algunas de las cuales paso a reseñar:

  • Crear una página en Facebook donde colgar información sobre el parto respetado, compartir ideas y coordinar acciones. Esto no es idea mía, salió a raíz de la difusión del Plan de Parto Subversivo y es un poco un sueño común, creo, con el objetivo de concienciar a las mujeres de que no se dejen hacer pasivamente, que se informen y decidan por sí mismas. Pondremos enlaces a asociaciones serias y entidades afines. La encuesta que veis a la derecha de la página es precisamente para elegir entre todos el nombre que le pondremos a la página y que pretendemos sea humorístico, pues será el tono que mantengamos.
  • Continuar con la difusión del Plan de Parto Subversivo, repartiéndolo por hospitales, centros de salud... Por donde queráis. Si me enviáis una foto, la publicaremos en el blog (ladivaquedivaga gmail.com). Animaos, que igual nos hacemos todos famosos...
  • Hacerme una cuenta en twitter. Si queréis seguir mis idas de olla, podéis hacerlo @lady_vaga, o algo así, aún no lo controlo mucho.
Y creo que, por hoy, esto es todo... Votad en la encuesta, no seáis vagos, que para eso ya estoy yo. Ah, sí: anteayer el blog tuvo más de mil visitas en un día; ya sé que no son muchas, pero para mí es alucinante, no olvidéis que mi objetivo es pasar el rato... Y que haya alguien al otro lado es más que gratificante. Os agradezco mucho, de verdad, que contribuyáis a hacerme sentir tan acompañada y respaldada en estos meses de incertidumbre.

Besos perezosos,
Lady Vaga.

martes, 10 de mayo de 2011

Lady Vaga, en la consulta de embarazo

Queridas y queridos, que el comienzo de nuestras acciones reivindicativas destinadas a cambiar el modo en que se atiende el parto en nuestro país no nos distraiga del objetivo principal de mi blog: contar mi entretenidísima vida (para mí es una ironía clarísima, pero sé de buena tinta que alguno de mis lectores se mueve todavía menos, y no quiero señalar a nadie por no gastar calorías) y entretenerme aún más hasta que llegue septiembre.

Por eso, no puedo dejar pasar la ocasión de contaros que he estado en el hospital para continuar con mi control de embarazo y todo ha ido bastante bien. La doctora era la misma indiscreta que me reveló sin yo quererlo el sexo de mi querido Minimacho (el cual, por cierto, tiene ya un formulario esperándole en la mesa del despacho para que lo rellene nada más nacer, en el cual solicitamos su ingreso en el Circo del Sol, dada su habilidad gimnástica para saltar a la comba con el cordón y realizar todo tipo de piruetas sin red) y no os creáis que se privó de repetirlo cuando quiso hacer una eco rápida para comprobar el latido.

- Es un varoncito, latido correcto...- ni que decir tiene que a mí, a estas alturas, ya me da la risa. Si los secretos del gobierno estadounidense dependiesen de esta mujer, el de Wikileaks no habría tenido problema alguno, puesto que ella los publicaría en el ¡Hola! a la mínima de cambio, entre fotos de la Preysler y la Beckham tomando el té en alguna mansión barrocamente decorada. Yo empiezo a pensar que en mi historial han anotado algo del estilo de "le jode que le digan el sexo del bebé" y me lo repiten en cada visita; ya van cuatro veces en tres consultas, ¡qué insistencia!

Lo importante es que todo está correcto, al menos a simple vista, y yo me encuentro fenomenal, así que de momento sigo descansando en casa con permiso para ir incrementando mi nivel de actividad física (¿no es suficiente actividad hacerme la pedicura con esta barriga de cinco meses y cocinar para dos hombres cuyo épico saque gastronómico haría temblar a Gargantúa y Pantagruel? A ver si esta mujer va a querer que sude y todo... ¡Uf!). Eso sí, del alta ni hablamos hasta el mes que viene, lo cual por una parte me entristece (aunque os parezca mentira, echo de menos el trabajo -hasta cierto punto- ya que trabajo con Lord Muchomacho y me gusta estar a su lado) y por otra me alivia (puesto que mi lugar de trabajo no reúne las condiciones para que una mujer embarazada desempeñe su labor, y lo sé de buena tinta ya que me pasé mi primera gestación trabajando a jornada completa cual esclava egipcia constructora de pirámides).

La doctora me dio el volante para solicitar la analítica del segundo trimestre, pero especificó que aún no haríamos el test de O'Sullivan, de lo cual me alegré enormemente, ya que cuando estaba embarazada de O. G. me costó horrores tragarme aquel brebaje cuyo sabor y color me recordaban a la Fanta de naranja portuguesa (sí, no es como la Fanta de aquí; si queréis beber refresco de naranja en Portugal sin que os den pampurrias, pedid un delicioso Sumol o un zumo de naranja natural, que los preparan con gran estilo y hasta sombrillitas en la copa), pero encima más densa. A mí me parecía como si bebiese leche condensada aguachinada con sabor a naranja, un horror, y me juré a mí misma que jamás repetiría.

Total, que cuando bajé al mostrador a citarme veo que sí, que me ha pedido el O'Sullivan... Y yo no he comentado con ella nada de mi negativa a realizármelo ni ella me ha dado hoja alguna de consentimiento informado ni explicaciones al respecto, así que me tocará cuando vaya hablar con la enfermera y a ver si insiste o me entiende.

Anyway, el balance de esta visita es francamente tranquilizador y yo cada día estoy más convencida de que Minimacho se pasará el verano escondidito en la barriga de su estilosa mamá, que podrá aprovechar (¡por fin!) la piscina de casa para darse chapuzones con el pequeño O. G., cuyo último descubrimiento es que, al dar una palmada en el agua, esta salpica por todas partes y lo que le cae en la cara le sirve para peinarse, lavarse el morrete y hacer buches sin encomendarse a nadie.

Corto y cierro, que escribir es muy cansado,
Lady Vaga.

¡Ya tenemos foto!

Bueno, como algunas cuyos nombres no diré en voz alta porque se materializan de la nada y me dan unos sustos que no veas no se enteran ni del No-Do y no encuentran la nueva galería, os lo pondré fácil con una explicación para dummies:

Mirad a la derecha de la página, ¿veis que pone "Páginas"? ¿Y una de ellas se llama "El Plan de Parto Subversivo, en imágenes"? Pues ahí. De nada.

Ahora lo que falta es que os animéis y difundáis la palabra. ¿Por qué no? Pegad el Plan de Parto en vuestro centro de salud, en el hospital, en el cristal del autobús, en la parada, en el tablón de anuncios de la facultad, ¡donde os dé la realísima gana! Y eso sí, mandadme una foto para deleite, descojonación y enamoramiento a distancia, que todavía sigo en reposo y me aburro.

Vamos a hacer un hall of fame (léase "jolofféim") que ríete tú de la alfombra roja de la Gala de los Oscars.
Besos noctívagos, Lady Vaga.

viernes, 6 de mayo de 2011

La visita de Helena

Queridas y queridos, permitidme que sea Helena quien figure en el título de esta entrada, aun a riesgo de que alguien pueda sentirse menospreciado. Nada más lejos de mi intención, pues de sobra sabéis, cada uno de los que compartísteis mi encierro en Espe's Hotel, que agradezco todas vuestras visitas, las palabras, los mensajes al móvil, los e-mails y la presencia. Sin embargo, por algún lado hay que empezar y tengo que reconocer que la visita de Helena me marcó especialmente.

Helena es una de esas personas cuya entrada en una habitación es precedida por una luz peculiar en el ambiente. Ya sé que decir esto es ponerme más mística que Yola Berrocal en Hotel Glam (y que Lady Vaga tiene de mística lo mismo que una gamba con gabardina tiene de fashion victim), pero es que es verdad. Entró junto a Ibone (a quien nunca agradeceré suficientemente lo bien que me cuidó durante mi ingreso... Y, claro, tirando de la madeja, tengo que darle a Angela un besazo de tornillo cuando vuelva a verla, pues fue ella quien avisó a Ibone con la rapidez de un Flash dopado... Y a Lord Muchomacho, que mandó el mensaje a mis queridas chicas con tanta diligencia que casi le da a enviar antes incluso de encender el ordenador, tal es su velocidad cuando algo es importante) un día que ya no recuerdo, en un momento en que yo estaba sola.

Había visto a Helena una vez antes, en la asamblea, pero no había tenido ocasión de hablar con ella, así que no sabía quién era esa desconocida que me sonreía con una calidez y una alegría capaz de fundir la televisión, la Nintendo DS y hasta el microondas, si lo hubiese tenido. Porque cuando Helena sonríe, toda su cara lo hace; hay personas que sonríen con la boca, pero ella añade los ojos y hasta las cejas, todo su cuerpo parece acompañar ese sencillo gesto.

Ibone me explicó quién era y ella se sentó junto a mí en la cama y me habló con dulzura, con empatía, con conciencia. Se me saltan las lágrimas al recordarlo... Me vino a la cabeza "Un tranvía llamado Deseo", pues yo también había confiado siempre en la bondad de los extraños y ella venía a devolverle el sentido a aquel pensamiento después de unos días en los que había intentado echarlo por el retrete varias veces.

Helena me puso la mano, suave y calentita, sobre la barriga -que en aquel entonces, de catorce semanas y algo, todavía no era prominente-, siempre con aquella enorme sonrisa, y yo le dije:

- Helena, ¿a que te da buen rollo esto? ¿A que tú crees que vamos a salir adelante?

Y ella, por toda respuesta, con aquella sonrisa que llenaba todo, dijo que sí. Y yo supe que sí, que íbamos a conseguirlo, no en vano mi hijo había sido visitado por sorpresa por un ángel.

Y ahora os dejo, que llorar no es bueno para el cutis y yo me estoy "pegando una pechá", como dicen por...

jueves, 5 de mayo de 2011

Pon un plan de parto en tu vida... Aunque no estés embarazada

Queridas y queridos, visto el éxito del Plan de Parto Subversivo de Lady Vaga y atendiendo a las peticiones que me habéis hecho llegar, sin más demora procedo a dejaros aquí el Plan en formato .pdf para que podáis imprimirlo y emprender acciones reivindicativas o simplemente empapelar vuestro cuarto de baño con mi prosa inspiradora.

No hace falta que me deis las gracias, soy así de magnánima y creo que es mi deber compartirme con el mundo. Lo único que os pido a cambio es una foto vuestra junto al Plan en el lugar donde lo coloquéis, sea una pared, una farola o debajo de un puente, para confeccionar una pequeña galería con vuestras aportaciones.

Vuestra segura servidora (pero no me hagáis levantarme),
Lady Vaga

martes, 3 de mayo de 2011

Más sabe la Fistra por viejuna que por Fistra... (Punto para la doctora Fistra)

Queridas y queridos, la doctora Fistra y yo empezamos con mal pie (ella no quería explicar, yo quería preguntar) y no fuimos lo bastante empáticas, asertivas, proactivas y todas esas cosas que dicen los manuales de autoayuda como para arreglar lo nuestro, así que sus visitas a mi habitación eran tan rápidas como si la poseyesen Ayrton Senna y Emerson Fittipaldi a la vez, lo cual me dejaba mustia y preocupada cual geranio desatendido por su abuelita propietaria.

Lord Muchomacho, que suele tener la cabeza varios grados más fría que yo, sostiene la teoría de que la amable galena esperaba a que él no estuviese en la habitación para hacerme la visita a solas y no dar grandes explicaciones, aprovechando mi vulnerabilidad. No es el único defensor de esta idea entre mis amigos, pero no creo que yo tenga muchas más conversaciones con la doctora en lo sucesivo como para preguntárselo en un clima de franca camaradería y, la verdad, tampoco sé si me apetece.

El caso es que el segundo día ella estaba bastante enfadada conmigo por "chivarme" a una enfermera de que no me había querido explicar nada hasta que yo le pregunté (Maniobra de Domesticación número 1, MD1 en lo sucesivo), pero en un arrebato del que luego se arrepintió, sugirió a Lord Muchomacho que apuntásemos todas nuestras preguntas y cuitas en una hoja y luego, durante la visita diaria (que fue visita de achantamiento a la Vaga, con amenaza de sepsis que me iba a dejar tiesa en unas horas incluida, MD2), nos las respondería con gusto. Pues bien, así lo hicimos y jamás nos dio ocasión, pues la visita aquel día fue tan rápida como la anterior, unos cuarenta segundos en total según mi cronómetro mental.

Creo que fue al día siguiente (las neblinas del olvido comienzan a cubrir esos días infames y todos iguales, por suerte, lo cual significa que mi vida se vuelve a llenar con las quisicosas cotidianas que en estos instantes me parecen todas maravillosas) cuando la doctora ordenó que me bajasen a Urgencias en la cama (en la cama iba yo, no es que el área en cuestión se ocupase de urgencias acaecidas en el lecho) para una ecografía que ella misma me haría. También mencionó que aprovecharía para hacerme allí la visita.

- Cariño- le dije a Lord Muchomacho, muy contenta-, hoy la doctora no tiene escapatoria, puesto que quien baja soy yo, así que no puede echarme del box y tendrá que responder a todas nuestras preguntas, trinca la hoja que allá vamos...

Y así fue, dejamos a O. G. con la adorable Verónica y acompañamos al celador por el laberinto de pasillos del cual yo sólo veía pasar las luces, como si de un episodio de House se tratase. Como la doctora no especificó si, al ser nosotros quienes nos desplazábamos a sus feudos, habría sido de buen gusto llevar unos pastelitos o algún otro manjar para degustar con un café, me limité a llevarme a mí misma (o mejor dicho, ser llevada) convenientemente aseada y sonriente. El simpático celador aprovechó el camino para confirmar nuestras sospechas: era de cultura general que la doctora Fistra hace honor a su nombre y no es especialmente conocida por su capacidad de ponerse en la piel de la paciente y de informar con veracidad (supongo que por eso no se dedicó al periodismo), le gusta más jugar a asustar a la incauta que, postrada en la cama, acaba llorando con la primera enfermera que tiene la ocurrencia de entrar a preguntar qué tal.

Llegamos a nuestro destino; había otras mujeres allí sentadas, cada una con su propia historia que contar, la cabeza llena de preocupaciones y el corazón acelerado, pero al verme llegar en la cama con mi real séquito se distrajeron de sus problemas y se quedaron mirándome con curiosidad. Me alegré de ir tapadita y de que Lord Muchomacho estuviese junto a mí, ya os dije hace unas entradas que soy bastante tímida, aunque no lo parezca, y si llamo la atención me gusta que sea por ir divinamente arreglada y subida a unos preciosos tacones.

La doctora Fistra, avisada por el celador de mi excelsa presencia, salió a la puerta del box a recibirme. Yo me las prometía muy felices, era mi día, me iba a explicar todo bien y por fin sabría a qué atenerme y si debía prepararme para lo peor o podía albergar aún alguna esperanza para mi Minimacho. Pero, ¡ay, queridas y queridos!, subestimaba yo en mi inocencia la zorruna astucia de mi oponente, pues le dijo al celador:

- No se vaya usted, páseme la cama y me espera fuera, que esta señora termina enseguida y se la lleva usted de vuelta a la habitación.

Y dicho y hecho, el celador me introdujo con cama y todo en el box y la doctora comenzó la visita con la pregunta de todos los días:

- ¿Sigue perdiendo líquido?- pregunta que a vosotros os parecerá oportuna y acertada, pero que yo encontraba cansina y como de no leerse los reportes, pues todos los días informaba a las enfermeras de que no había vuelto a perder desde la noche en que ingresé; por tanto, más conveniente habría sido preguntar "¿has vuelto a perder líquido?", pero, claro, quizá la preocupación por la exactitud en el lenguaje no es uno de los rasgos que la doctora Fistra y yo tenemos en común (tampoco lo son el atractivo físico, desmesurado en mi caso y rayano en el cero en el suyo, ni la capacidad de apearnos de la burra, inexistente en mi ilustre doctorcita).

- No, no he vuelto a perder desde la noche en que ingresé- si estáis hartos de oírlo, imaginaos yo de repetirlo.

Y entonces, ella hizo su Maniobra de Domesticación número 3 (MD3): aprovechando que yo estaba a barriga descubierta, ya preparada para la ecografía, agarró la cinturilla de mis bragas sin darme tiempo a terminar la frase y tiró de ellas hacia abajo, como para comprobar por sí misma si yo decía la verdad o no. Sorprendida y humillada, sólo acerté a ponerme rígida y llevar las manos hacia la zona en un intento inconsciente de detener aquella exploración que mi cerebro identificaba con una agresión, por lo inesperada.

- Bueno, pues vamos a hacer la ecografía. Líquido bien, feto vivo...

Y sin más, me informó de que se me haría una nueva analítica al día siguiente, que seguiríamos con antibióticos por vía intravenosa y que ya me contaría la enfermera y salió ella misma a avisar al celador, no fuese a ser que yo le preguntase algo por sorpresa. No me dio tiempo ni a comentarle que me dolía bastante la garganta, cosa que me echó en cara una semana después... Pero eso es otra historia.

 Conclusiones:
  1. Mi hoja de papel, llena de preguntas redactadas con la pulcra caligrafía de mi amado y amante Lord Muchomacho, murió virgen, pues no hay respuestas a tales preguntas.
  2. Yo me quedé con tres palmos de narices y me pasé el camino de vuelta maldiciendo, mental y verbalmente, a la doctora Fistra, a sus ancestros y a todas las ramas de su árbol genealógico. Lord Muchomacho, más prudente, sólo dijo "qué tía más gilipollas", comentario que fue jaleado por el celador con carcajadas y gestos de aprobación.
  3. La doctora Fistra demostró fehacientemente que, si no le da la gana hacer algo, pues no lo hace, aunque entre dentro de lo esperable por parte de sus pacientes, y que tiene recursos para ello, pues es una persona inteligente y sagaz.
  4. Yo aprendí que de donde no hay, no se puede sacar y me dediqué a continuar con mi táctica de acribillar a preguntas a las sufridas enfermeras, que a estas alturas se rifaban a quién le tocaba entrar a mi habitación a explicarme todo (por supuesto, venía la que perdía).
Así que allí seguí, sin saber qué sucedería (ella tampoco lo sabía, según me informó posteriormente el jefe de servicio, pero no quería admitirlo) ni qué probabilidades había de que mi Minimacho (en aquel entonces, simplemente Baby Garbancito) consiguiese esquivar la inminente infección y agarrarse al cordón como si fuese Indiana Jones en el puente en aquella escena de I. J. y el Templo Maldito. Y sólo me quedaba esperar, resignarme, hacer de incubadora horizontal y espantar los sueños horribles que me visitaban cuando conseguía cerrar los ojos.
    P.D.: Prometo escribir una entrada sobre las Maniobras de Domesticación que me aplicaron durante mi estancia en Hotel Espe y que fueron variadas y divertidas en su conjunto. Por supuesto, podéis aportar las que conozcáis, siempre y cuando se correspondan con la definición que consensuaremos aquí mismo.
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