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martes, 12 de febrero de 2013

Milan, el hijo de Shakira y Piqué

Queridas, queridos, ya sabéis que entre las divas bien nacidas no hay pisotones en la cola del vestido, empujones disimulados por las escaleras ni codazos para figurar en el primer plano de la foto, antes bien, entre nosotras nos reconocemos, nos apreciamos y hacemos piña para aislarnos del mundanal ruido.

Tal es mi relación con la siempre joven Diana Aller, cuyo blog es para mí lugar de culto y peregrinación y debería serlo, oh fanes míos, para vosotros también. Y como ella es así de divina y generosa, ha tenido a bien invitarme a su fantástica mansión para degustar una merienda casera (preparada por su servicio, claro está) en el saloncito de invierno. A continuación, sin más dilación, reproduzco el fruto de nuestras reflexiones a tres cerebros (sí, las sinergias entre divas son así). Podéis leer la entrada original en el blog de Diana Aller.

 

MILAN, EL HIJO DE SHAKIRA Y PIQUÉ




Yo soy muy de invitar a mi hogar a quien aprecio. Con Lady Vaga me unen muchas cosas. Ambas nos hemos dedicado a la comunicación, las dos tenemos un blog y las dos somos madres. Sin embargo, es una experiencia traumática la que nos ha unido: ambas hemos sufrido en nuestras jóvenes carnes una herida muy difícil de cerrar. Una cesárea con la que nos abrieron el cuerpo para sacarnos a nuestros bebés.

Como este es mi hogar virtual, he decidido invitarla a tomar una infusión de hibisco y unas pastitas exóticas mientras charlamos. Hablamos de la vida, del ingrato trabajo (ella tiene mucho que contar de aquella mítica revista de Rodríguez Menéndez llamada Dígame), de Channel, de los anfibios, de Gran Hermano, del cerebro humano… y de Shakira. A las dos nos parece estupendo que haya elegido la forma de tener a su pequeño Milan (del nombrecito en cuestión también hablamos, claro), pero sospechamos que él, Milan, desconociendo la fama de sus papás, las presiones culturales para borrar cualquier signo de maternidad en la mujer y la situación de la atención al parto en España… hubiera elegido si le hubieran dejado, un nacimiento bien distinto. Y como nosotras no somos quién para decirle nada a Shaki ni a su niño, pensamos cómo llegar a esas mujeres que tienen en la cantante a un modelo a seguir (allá ellas, desde luego). Lady Vaga, reclinada sensualmente sobre unos almohadones de seda magenta me mira, bebe a sorbos su té, y me dedica su misiva de hoy, en este mi hogar:
Querida Diana Aller, tú que eres más chispeante que una bengala recién encendida me permitirás que, desde tu rinconcito de esparcimiento y el mío de despotrique, me dirija no a Shakira, ya que nada me une a ella (ni me desune tampoco), sino a quienes la admiran, emulan y escuchan, pues la llegada al mundo de Milan no podemos ya cambiarla ni tú ni yo, pero sí podemos advertir a sus fans de que hay otra forma de nacer.
Así pues, con tu beneplácito, me dirijo al (presuntamente) respetable.


Querida fan de Shakira:
No entraré a valorar tus gustos musicales, pues no es el tema que me ocupa, aunque espero de corazón que condenes el reciente bodrio que tu admirada perpetró con ese homínido autotitulado Pitbull, que Dios silencie sus morros y empañe su calva.
Te hablaré, en cambio, de la forma en que nació Milan, con la mano en el corazón, como el padre de Enrique Iglesias. Este nene vino al mundo por una cesárea programada electiva (en tanto no nos cuenten lo contrario).
Una cesárea, como sin duda sabrás, oh joven y entusiasta fan de Shakira, es una intervención quirúrgica por la cual se extrae el bebé del útero materno a través de la cavidad abdominal. Sabrás también, o te lo figurarás, que las mujeres disponemos de un conducto, llamado vagina, por el cual los bebés, igual que entran en forma de espermatozoide, pueden salir llegado el momento P (de “parto”, o de “putada” si estás en según qué hospital).
Aclarado este punto, obvio pero importante, te interpelo cual Platón, para que encuentres en ti la sabiduría que innatamente albergas: ¿qué crees que es mejor y más sano para el bebé? ¿Qué crees que es menos traumático y peligroso para la madre?
Dejar que el parto se desencadene espontáneamente tiene muchos beneficios para el bebé: nace cuando está listo para hacerlo, con todos sus organitos maduros para empezar a funcionar, sin ir más lejos. En su cuerpo y en el de la mamá se preparan sendos cócteles hormonales que, como lingotazos un sábado noche, les predisponen a vivir una experiencia única y a enamorarse como tontines en cuanto se vean. El principal perjudicado por un parto espontáneo es, ciertamente, el ginesaurio de la familia, que no puede organizar su agenda para escaparse unos días a esquiar.
Hay quien dice que ciertas famosas se someten a una cesárea programada en la semana 38 para no coger los últimos kilos del embarazo o para que sus caderas no se ensanchen. Hacer esto, querida fan de Shakira, como tú bien estás deduciendo solita, es una soberana memez, pues están privando a sus bebés de hasta cuatro semanas más de crecimiento en la tripita y, además, la lactancia es un chupamagras estupendo que contribuye a eliminar las chichas que la mamá ha acumulado para ese momento (y quizá incluso las que tuviese ya guardadas de antes del embarazo).
Por si aún dudas de lo poco conveniente que es programarse una cesárea así porque sí, te dejo el enlace a un texto de la fantástica Ibone Olza, en el que encontrarás unas cuantas respuestas y una reflexión.
Querida fan de Shakira, poco más puedo decirte. Como mujer que ha pasado por una cesárea, me permito aconsejarte que, si algún día decides tener descendencia, te informes cuanto sea posible, contrastes los datos, preguntes mucho a tu matrona y, sobre todo, tengas presente que el nacimiento de tu hijo jamás volverá a repetirse y tienes el derecho y la obligación de ayudarle a que sea una vivencia respetada y positiva. Y, por supuesto, tienes también todo el derecho de disfrutar de tu parto desde el primer minuto hasta el premio final.
Besos con meneo de cadera incluido,
Lady Vaga,
la diva que divaga.
Nadie podría contar de forma tan sencilla y contundente realidades tan veraces y tan traumáticas para las mujeres y para sus bebés.


Lo dice Diana Aller

miércoles, 5 de diciembre de 2012

No más PVDC

Esta entrada es para todas mis compañeras de Apoyo Cesáreas, pero especialmente para Lady Cinnamon, una mujer y madre maravillosa de quien aprendo en silencio cada día, aunque ella no se dé por enterada.

Queridas, queridos, sabido es por todos que el cerebro de una diva funciona a una velocidad peculiar, pues habitamos en una dimensión paralela donde el tiempo y el espacio no coinciden con los parámetros de los mortales comunes, es decir, vosotros (con perdón).

Por tanto, no es de extrañar que la elaboración de reflexiones sesudas, profundas y capaces de dormir a un opositor a notario puesto de Red Bull hasta las pestañas se demore en mi persona hasta hacer olvidar a autora y lectores la idea original de la que surgía el tema.

Pero aquí estoy yo para poner remedio a tanto dislate y divagar bien a gusto. Sacad sin mayor dilación y a la voz de YA vuestros reclinatorios hinchables e hincad las rodillas en ellos para leer a la Vaga como se merece, es decir, genuflexos y receptivos. Pues es palabra de Lady Vaga para el perdón de los ginesaurios.

Hace ya varias semanas que entre las "miembras" (va por ti, Aido, que a saber "andandarás", muchachuela. Me caías simpática por tu irreverencia lingüística...) de El Parto es Nuestro (yo tampoco sé cómo me dejaron entrar ni en qué estaban pensando cuando aceptaron mi participación, pero ahora les toca aguantarme y maravillarse ante mis simpares belleza e ingenio) surgió un interesante intercambio de ideas acerca del PVDC y de cómo se sentía una mujer que, tras un intento de parto vaginal después de cesárea, terminaba con una nueva cirugía en su cuerpo. De todas las ideas allí vertidas bebí y bebí, cual Naty Abascal en una fiesta de la noche madrileña, y pensé, durante los ratitos que los pequeños O.G. y U-6 me dejan entre monería, juego y travesura, hasta llegar a algunas conclusiones que seguramente reflejarán mucho de lo que allí se dijo, pero espero que tal no moleste a ninguna de las participantes en aquella charla, pues en modo alguno pretendo arrogarme autorías que no me corresponden ni reinventar la rueda, invento viejuno donde los haya, sino mover a reflexión a mis ilustres admiradores, que sois vosotros, queridas y queridos.

Afirmo, sin temor a equivocarme, que va siendo hora de dejar de hablar de PVDC ("Parto Vaginal Después de Cesárea") y centrarnos en el PRDC ("Parto Respetado Después de Cesárea"). Y estoy segura de lo que digo porque, a lo largo de este tiempo que llevo absorbida por el monotema, he visto que una aplastante mayoría de las mujeres que han comentado delante de mí sus cesáreas se sintieron maltratadas durante el nacimiento de sus hijos.

¿Os hacéis idea del terrible sufrimiento que supone para una mujer darse cuenta de que en algún momento lo que está viviendo ha dejado de ser el acto íntimo de nacimiento de su hijo para pasar a ser principalmente una operación? Ojalá me equivocase, pero he visto demasiados casos en los que las madres se han sentido como meros trozos de carne, contenedores de bebés que había que vaciar con premura.

Es cierto que cada vez son más los profesionales que hacen del respeto y de la mínima intervención sus insignias en la atención al parto, pero, desgraciadamente, distan mucho aún de ser mayoría. Así que por el camino vamos quedando víctimas, mujeres cortadas y cosidas, separadas durante horas o días de nuestros hijos, con lactancias boicoteadas (quizá inadvertidamente) y con recuperaciones duras que hay que compaginar con el cuidado de ese pequeño ser por el que volveríamos a operarnos mil veces.

Pues bien, cuando nosotras, las "cesareadas", volvemos a quedarnos embarazadas, solemos buscar un PVDC. Necesitamos parir, necesitamos sentir a nuestros hijos abriéndose camino a través de nuestras entrañas, recuperar la confianza en nuestros cuerpos y sus procesos, revivir todo lo que nos fue arrebatado (no entro ya en si la cesárea es necesaria o innecesaria, pues me consta que el duelo se puede vivir con igual intensidad aun sabiendo que la cirugía era imprescindible y salvadora) y tendemos a identificar estos objetivos con el PVDC.

No negaré que un PVDC puede ser una experiencia sanadora y mágica (al menos, lo fue para mí) y no me gustaría que nadie pensase "claro, tú pariste a U-6 por el chichi, para ti es fácil hablar" porque, de verdad, he pasado mucho tiempo intentando poner en orden mis ideas para que ninguna mujer se sienta menospreciada, puesta en duda o tratada con condescendencia, pero tengo que reconocer que lo más importante es el camino que, como tantas luchadoras de AC, emprendemos incluso antes del nuevo embarazo.

No siempre se consigue el parto vaginal, es cierto. Por más que intento imaginarlo, me cuesta mucho ponerme en la piel de una mujer que pasa por una segunda cesárea después de haber puesto todo de su parte para vivir un parto vaginal... Tengo que recurrir a mis propios miedos durante mi segundo embarazo, reiterativos y en ocasiones atenazantes, para vislumbrar una pequeña parte del dolor que amigas como Lady Cinnamon experimentan y, aun así, sé que no alcanzo a cuantificarlo ni de lejos.

Por ello me parece tan importante reivindicar el PRDC. Queremos profesionales que se impliquen, que traten nuestro cuerpo, nuestro embarazo y nuestra mente con el mayor de los cuidados. Que no pierdan de vista que daríamos la vida una y mil veces por nuestros bebés, pero que no lo interpreten como un cheque en blanco para intervenir en nuestros partos.

Queremos partos respetados. Así, bien tratadas y atendidas, la mayor parte de nosotras conseguirá vivir un Parto Vaginal Después de Cesárea. Pero, más importante aún: incluso ese pequeño porcentaje que repita cesárea sabrá que esta vez fue diferente. Y ahí estará el primer paso de la recuperación.

Y, puestas a reivindicar, pidamos también "Embarazos Respetados", para no pasarnos meses acogotadas cada vez que pisamos una consulta, declinamos realizar alguna prueba o presentamos un plan de parto.

Ahora me retiro para ayudar a Ambrosio con la decoración navideña, pero no descarto volver si me da por pensar que no he conseguido explicarme con claridad suficiente.

Se despide, rodeada de "pongos" navideños que irán a parar al camión de reciclaje en 3-2-1,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

jueves, 12 de julio de 2012

¡Abajo la feminización! La solución definitiva

Lo tengo, queridas y queridos. Después de una noche insomne, presa de la preocupación, el desasosiego y el desespero más profundo, llevada por mi gran empatía e inmensa compasión hacia los débiles, los desvalidos y los imbéciles representados por los ginesaurios, he dado con la solución perfecta al problema del alarmante incremento del número de mujeres en la profesión médica que tanto preocupa al tal Ladilla y a sus acólitos.

¡Tenían la respuesta ante sus ojos y no eran capaces de verla! Si bien eso dice muy poco acerca de su interés en su propia salud visual, yo, que no gusto de hacer leña del árbol caído ni del ginesaurio moribundo, voy a ser tan magnánima que se lo plantearé con meridiana claridad, en modo esquema:

Haces bien en estar seria, bonita, porque como esta iniciativa
triunfe, vas a ir al rudo paro a menos que te operes tus indignos
bajos de mujer...
  1. No admitan ni una mujer más en las facultades de Medicina. Cuando se reciba una solicitud firmada por una "fémina" (como ellos gustan de llamarnos... Cuando somos pacientes, somos "la señora" y si vamos como médicas, somos "féminas"), sugiero que se tache con Tipp-Ex el nombre de la carrera y se sustituya por algo más acorde con nuestro bello sexo, como "Macramé aplicado" o "Arreglos Ikebana de ayer y hoy".
  2. Añadan a la Selectividad una prueba física que demuestre inequívocamente el sexo de los concurrentes y hagan que compute un 70% de la nota final, como, por ejemplo, "Lanzamiento de chorro de orina". De todos es sabido que la naturaleza, rácana en ocasiones, no dotó a la anatomía femenina de la posibilidad de orinar a grandes distancias, lo cual quedará patente en esta prueba y descalificará a las osadas "féminas" que pretendan irrumpir con sus órganos genitales adjuntos en el viril y sensato mundo de la medicina.
  3. Impidan sistemáticamente a las ya matriculadas que terminen sus estudios. Suspéndanlas. Pónganles prácticas el sábado por la mañana, que es cuando todas las "féminas" vamos a la peluquería a ponernos los rulos y a depilarnos las piernas. Ríndanlas por agotamiento. Y, cuando supliquen un traslado de expediente, derívenlas a las nuevas femi-especialidades antes mencionadas (véase punto 1).
  4. A las doctoras que ya están ejerciendo, propónganles una suculenta ventaja fiscal a cambio de esterilizarlas. Total, son solo mujeres, ¿qué más da? No van a quedarse sin pacientes solo por despojar de su capacidad reproductiva a unas cuantas insensatas que han tenido el atrevimiento de meterse en un mundo que debería ser solo de hombres (pero de hombres de verdad, no de esos metrosexualillos modernos que se dan cremita, dan besos a sus mujeres sin que sea su cumpleaños y recogen a sus hijos del colegio o incluso los llevan al médico. Esos son la deshonra del género masculino y confiamos en que, en el futuro, se les apliquen las mismas medidas que a las "féminas" para mantener puro el ámbito de la medicina).
  5. Las que ya están embarazadas no tienen remedio, pero oblíguenlas inexcusablemente a programar sus partos para poder organizar las guardias y saber cuándo comienzan sus permisos de maternidad. Por supuesto, si se les convence para someterse a una cesárea programada, tanto mejor, porque así ya sabemos a qué hora entran y salen del quirófano y nos apañamos todos divinamente.
  6. Las doctoras no deberían dar lactancia materna. En todo caso, en diferido, es decir, que se saquen leche en sus casas y luego la asistenta (o asistente, que no queremos ser machistas) se la dé al bebé. Pero ¿qué es eso de faltar al trabajo para alimentar a sus hijos? ¡Si se crian igual de bien con biberón! ¡Hombre, por favor! Además, la industria nos dará jugosos beneficios si promovemos esta interesante iniciativa.
  7. La doctora Allison, después de operarse,
    acudiendo a su guardia ataviada con bata de
    invierno. La acompaña un simpático residente
    de primer año.
  8. Y por último, pero no menos importante: los mejores incentivos deberían ser para las doctoras que entren en razón y accedan a cambiar de sexo. Dios no creó primero al hombre por que estuviese preparando un borrador, no: lo hizo en primer lugar porque es el sexo perfecto y escogido. ¿A qué objetivo más noble podría aspirar una simple mujer que a convertirse en varón, el rey de la creación? Pero, eso sí, que sean varones muy muy machos, como los ginesaurios de pro, y participen en las actividades propias de este bien nacido gremio, a saber: ridiculización del sexo femenino a través de viñetas, profesión de exabruptos sobre los úteros ajenos y viejunidad mental extrema.
Con estas simples medidas, los ginesaurios conseguirán su loable objetivo, a saber: relegar a la mujer al lugar que le pertenece, la pata de la cama (con cuerda de máximo metro y medio para poder ir al mingitorio), y detener la peligrosísima feminización de una profesión que debería ser ejercida solo por quienes tengan dos pelotas gordas y peludas que plantar sobre la mesa.

No me lo agradezcáis, Ladilla y secuaces. Las divas somos por naturaleza generosas y yo me desvivo pensando en vosotros y en cuán guapos luciréis criogenizados como Walt Disney tras vuestros óbitos, a la espera de que las generaciones venideras os resuciten para encerraros en una jaula de zoológico para exhibiros y que las mujeres os tiren cacahuetes directos al ojo.

Y ahora, me marcho a comer.
Lady Vaga,
la diva que divaga.

Edito: Clau tiene toda la razón; ayer, en la entrada anterior, ella propuso, con buen criterio y mejor tino, muchas de las ideas que yo aquí desgrano. Si bien yo no había leído su comentario, no puedo atribuir la coincidencia a un error informático como la bellísima y nunca photoshopeada Ana Rosa, así que pensaré que existe la telepatía y que tengo el honor de estar en la misma onda  mental que la divina Clau.

martes, 21 de febrero de 2012

Un perro para cada embarazada: derecho inalienable

Mi amiga la Guiri no me deja descolgarme de la actualidad e interrumpe mi bien merecido retiro faringítico para darme malvadas ideas derivadas de la lectura de noticias como esta: según El Mundo, las embarazadas que tienen perro hacen más ejercicio que las que no. Por supuesto, ante tan reveladora información, mis ojos se han abierto hasta que he escuchado "clonc, clonc" y he tenido que bajarme de los tacones para recoger mis globos oculares, que habían utilizado mis nervios ópticos para hacer puenting sin temor al viento ni al vértigo. ¡Albricias! ¡Qué descubrimiento tan sesudo! ¿No os parece, queridas y queridos, que un estudio de tanto alcance bien podría firmarlo el ínclito Dr. Zoidberg?

En fin. Como no me queda otro remedio, paso a la rosachiclez pertinente y os copio la noticia en cuestión, que no es que no tenga desperdicio, es que solo merece ser impresa si la vais a usar para asear vuestras posaderas después de ingerir, digerir y defecar medio kilo de ciruelas.

Un perro para las embarazadas

AFP
  • Tener mascota ayuda a cumplir las recomendaciones de ejercicio diario
Las embarazadas que tienen perro hacen más ejercicio. Según un estudio publicado en la revista 'PLoS One', cumplen con los 30 minutos diarios recomendados en un 50% más que las mujeres que no tienen mascota (un momento: ¿hacen un 50% más de ejercicio que las que no pasean a sus perros o de todas las mujeres que hacen ese ejercicio recomendado, las que tienen perro son un 50% más?). Dados los beneficios de esta práctica sobre la salud, los investigadores proponen incluir esta forma de paseo en compañía como estrategia para mejorar los hábitos de las gestantes (sí, hombre, yo que me paso los embarazos haciendo pis cada diez minutos, si encima tengo que pasear al perro ya puedo ir con una bolsita... Pero para recoger lo mío, ¡anda ya!).
Uno de los autores del sesudo y profundo estudio, disponiéndose
a quitarse un "paluego" de entre los dientes con instrumental de
última generación.

Como argumentan los autores del artículo, de la Universidad de Liverpool (Reino Unido), numerosos estudios demuestran que "la obesidad o una subida importante de peso durante el embarazo puede afectar tanto a la madre como al bebé. Por ejemplo, podría ocasionar dificultades en el nacimiento o tener implicaciones en el desarrollo de una futura obesidad del niño" (sí, es mejor no coger nada de peso para tener un bebé bien flaquito y llevarlo a la Mercedes Benz Fashion Week recién nacido, ¡a rentabilizar el embarazo YA!)

Según Jackie Calleja, ginecólogo del Hospital Universitario Quirón Madrid, se sabe que "la actividad sedentaria junto a una dieta poco equilibrada y sobrepeso son factores de riesgo para desarrollar enfermedades que aparecen en el segundo y tercer trimestre de la gestación, como la preeclampsia, la diabetes gestacional, fatiga..." (y, of course, paseando a un perro se quita todo eso, está claro: de golpe, comeremos fenomenal y nos pondremos más tonificadas que Jane Fonda cuando sacó el primer VHS... Ay, Jackie, cómo nos gustan las predicciones apocalípticas...).

Por estas razones, recalcan los expertos del estudio británico, los médicos hacen un seguimiento constante del peso y aconsejan realizar ejercicio diario. El ginecólogo español da algunas pistas: "Conviene hacer ejercicio, no deporte, aeróbico entre 30 y 40 minutos tres o cuatro días a la semana. Yoga, pilates, jogging, natación para embarazadas, pasear en bicicleta, caminar. Lo importante es que la embarazada esté activa y se mueva a un ritmo normal, a una intensidad media. Por ejemplo, en media hora pasear unos dos kilómetros" (bueno, eso es razonable. Pero creo que es lo mismo que cuentan a los viejitos del Saber Vivir cada mañana y a ellos no hace falta amenazarles con cataclismos, oye...)

Normalmente, las gestantes optan por caminar (sí, las preñadas nos volvemos muy perezosas y de volar pasamos), señala Carri Westgarth, uno de los autores de la investigación. "Aunque ya se había demostrado que tener perro aumenta la actividad física en los adultos en general, este es el primer estudio que valora esta relación en las embarazadas", agrega (¿será porque es una gilipollez de estudio?).

Y la respuesta es afirmativa (o sea, que sí es una gilipollez. Gracias). Después de analizar a más de 11.000 gestantes, "observamos que tener uno o más perros les ayuda a alcanzar los 150 minutos de ejercicio recomendado a la semana" (¡hagámoslas tener doce perros, entonces, y parirán bebés vigoréxicos! Eso si no se nos infartan antes, corriendo tras tanto can, claro). Los resultados muestran que tener mascota es una motivación y "obliga a mantener actividad física diaria", ya que supone un compromiso con el cuidado del animal (nos ha jodido, es que generalmente la gente que tiene animales los quiere muchísimo y no pasa de ellos por estar embarazada, por estar el tiempo malo ni por chorradas...). Sin embargo, aclaran los investigadores, no se puede decir que la compañía de un perro esté relacionada con menor peso durante la gestación. Lo que sí se puede decir es que ayuda a promover el ejercicio durante esta etapa, por lo que convendría "estudiar cómo puede incluirse como estrategia de salud y analizar qué tipo son las más adecuadas", entre otros factores (traducción de la última cita literal: "convendría estudiar cómo podemos seguir sacando pasta a la universidad para que nos financie estas chorrimemeces y podamos continuar viviendo del cuento sin dar ni palo).

"Doctor, a mi ama no le pone oxitocina ni
Rex, así que váyase a dormir y déjela parir
sin zarandajas. Le llamaré si le necesita."
Bueno. Yo tengo que decir que esta noticia me ha dado que pensar y he llegado a la conclusión de que está muy mal enfocado el estudio. No es por el ejercicio por lo que yo querría un perro, sino por protección. Considero muy necesario, a la luz de los hechos de los que cada día tenemos conocimiento, que el estado regale a cada embarazada un perrito. Pero no un caniche ni un perrito de aguas de esos tan monos que caben en un bolso divino, no: un pitbull, un rottweiler o un mastín. Un perrito bien grande y hermoso, de esos que hace que te tomen en serio, vaya.

Ya me estoy imaginando las visitas al ginecólogo, esas salas de espera llenas de mujeres embarazadas sujetando la correa de sus perros, por supuesto bien adiestrados y convenientemente puestos sus bozales, y la escena en consulta:


¡Chispi gruñó al doctor que quería cortar
la vagina a mi mamá y se orinó en sus
zapatos! No, Chispi no... ¡El doctor se
orinó solito! ¡Gracias, Chispi!
- Señora, desnúdese que le voy a hacer el tacto de las 38 semanas.
- Huy, doctor, no creo que a Pupy le guste eso... Mire cómo le gruñe a usted...
- Esto... Bueno, bueno, ¡si no hay necesidad! Hale, hasta la semana 40, que está usted como una rosa, señora mía. ¡Mis recuerdos a su esposo!
- Gracias, doctor... Pupy, suelta la pata de la silla... ¡Perrito bueno!

O en Registro:
- Señora, que aquí no cogemos planes de parto de esos, que el médico es el que decide, hombre...
- Pues si no me lo cogen, no puedo llevarme a Pupy a su paseo, y se pone de un mal humor...
- Haberlo dicho antes, mujer, hablando se entiende la gente... Y dígale a su perro que no me mire tan fijamente...

Le encuentro muchísimas aplicaciones, también, en el propio paritorio. Por ejemplo, para garantizar que se cumple nuestro plan de parto: ese gine espabiladito que se acerca a coger la tijerita para cortar chichis de señoras de parto y, de repente, ¡zas! El simpático Pupy le atenaza la muñeca... ¡Ay, cuánta felicidad!

¡Lassie for president... de la SEGO!
O en la puerta del paritorio, oliendo (una vez formado adecuadamente en unidades especializadas de Servicio a la Parturienta y al Bebé, por supuesto) a todo el que ose entrar y descartándole si lleva más metal del debido en los bolsillos o si su excesiva sudoración deja entrever sus aviesas intenciones...

Sin olvidar, por supuesto, la siempre oportuna restricción de las visitas una vez nacido el bebé y el mordisqueo a tiempo del bajo del vestido de la tía Herminia si continúa diciendo "ay, nena, ¿otra vez al pecho? Pero si tú de ahí no sacas más que agua, que las mujeres de nuestra familia no tenemos leche, ¿no le ves que se queda con hambre?

Qué, ¿cómo lo veis? ¿Tiene bastante sentido lo que propongo o me vais a hacer lanzar una campaña?



Besos subversivos,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Para parir en casa hay que valer

Sí, el título es un poco amarillista, pero es que este tema ya huele... Sin segundas lo digo.

Queridas, queridos, con la que está cayendo tras la muerte de Caroline Lovell (o Lowell, que de las dos maneras lo he visto escrito), están las opiniones calentitas y las bocas que echan chispas... Y yo, la verdad, no termino de entender por qué. Parece que hay un sector que da por hecho que, de haber parido en el hospital, esta mujer no habría muerto y lo único cierto es que aún no tenemos toda la información como para aseverarlo con tanta energía... Seamos cautos, por favor. Y esos que hablan de meter un puro a las madres si sus hijos mueren en un parto domiciliario, que piensen un poco antes de hablar. No cuesta nada, aunque su propio deseo de pronunciar la mayor chorrada es a veces irrefrenable, eso se ve claro.

Que el parto en casa es seguro es un hecho. El propio Ministerio de Sanidad lo reconoce: 

"Un estudio publicado recientemente concluye que, en mujeres embarazadas de bajo riesgo, dar a luz en casa no se asocia con mayor morbi-mortalidad neonatal [...]En conclusión, según este estudio, planear el parto en el propio domicilio es una opción segura para mujeres embarazadas de bajo riesgo siempre y cuando se ofrezca un sistema adecuado y de calidad de atención y cuidado a la maternidad para llevar a cabo esta práctica."

Hablamos de un trabajo de 2009 en el que se estudiaron 500.000 mujeres entre 2000 y 2006, distinguiendo entre partos planeados en el hospital y partos planeados en casa.

Estos (el zodiaco y los pedrusquitos cósmicos) son algunos de
los factores que las mujeres informadas NO tenemos en cuenta
a la hora de decidir dónde parir. Nos gusta más atenernos a la
evidencia científica, por ejemplo.
Sin embargo, llevo toda la semana oyendo chorradas varias de opinólogos poco informados que, curiosamente, suelen repetirse sin pensar mucho. Hasta tal punto son predecibles estos exabruptos verbales, que he decidido dedicarles una serie para desmitificarlos uno por uno. 

Intentaré no agobiaros con referencias bibliográficas, extractando los párrafos más significativos para que estas entradas sean, como intento siempre, divertidas y, en este caso, útiles. Vaya por delante que una cosa está clara: cuando una mujer decide parir en casa, lo hace pensando en la seguridad de su hijo y en la suya propia. No admito que se nos llame inconscientes o egoístas, porque no es verdad y el argumento es fácilmente reversible para entrar a calificar a quienes, como en tantos otros aspectos de la vida, actúan sin pensar, movidos por la inercia. Esos son los verdaderos irresponsables, en el sentido más amplio de la palabra, y no quiero parecerme a ellos en absoluto.

En fin, queridas, queridos: es una entrada breve la de hoy para anunciaros el rumbo que el blog tomará los próximos días. Vaya por delante que respeto plenamente a quienes deciden parir en el hospital (cada una se siente más segura en un sitio, eso es un hecho) y que mi perorata va contra quienes, habiendo actuado sin mediar reflexión alguna, se permiten la licencia de criticar a los que hemos hecho otra cosa con nuestros cuerpos y nuestras vidas.

Y ahora os dejo, que tenemos unas construcciones que terminar mis pequeños y yo.

Lady Vaga,
la diva que divaga.

sábado, 4 de febrero de 2012

Dexeus, premio Patinazo del Mes

El vetusto Santiago Dexeus se ha pronunciado acerca de la seguridad del parto en casa a raíz de la desgraciada noticia de la muerte de Caroline Lovell, como podéis leer aquí, y se ha quedado más ancho que alto diciendo la siguiente tontería:

O está de guasa, o es que se le ha
olvidado la medicación...
"Aparte de que las mujeres ya no tienen la condición física necesaria para este tipo de partos, se ha investigado mucho para evitar las complicaciones tanto para las madres como los hijos. Los partos en casa son una moda que implica correr muchos riesgos para la salud."

Hombre... La condición física para parir es usted el que no la tiene, por razones obvias. Las mujeres podemos parir donde nos dé la gana, otra cosa es que nos sintamos más seguras en un sitio que en otro. Un día si eso me cuenta por qué hemos perdido ese físico y qué arduos entrenamientos con "Eye of the tiger" sonando de fondo ejecutaban nuestras bisabuelas para poder echar niños al mundo como campeonas... ¿Será que en tres generaciones hemos involucionado a lo bestia, mutando en más amorfas que nuestras antepasadas... y que la madre de este señor, que lo parió en su casita?

Ahora podría entrar en debates para demostrar la seguridad del parto en casa y rebatir esa memez de la moda, aportar enlaces con estudios científicos, pero ¿sabéis qué? Que no me da la realísima gana. No me sale del tacón.  Estoy harta de tener que justificarme. Que demuestre él esos riesgos, si tan enormes son. Es más, tan cansada me tiene este tema que me voy a limitar a mandar al octogenario a cardar lana con una imagen que expresa lo que siento por él:


Arriba, abajo, al centro y ¡pa'dentro!

Cambiemos el dedo por alguna simpática cucurbitácea convenientemente untada en vaselina y, ¡hop!, toda suya, joven aspirante a momia.

Se despide, harta ya de lo mismo una y otra vez,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

miércoles, 18 de enero de 2012

Mi marido no tiene tetas (ni falta que le hace)

A raíz del comentario que ha hecho la simpar Verónica en la entrada anterior, me viene a la cabeza un tema que cíclicamente me pone a la neurona al borde del colapso. Es el dichoso tema de dar biberón "para que el papá se implique".

Los que me leéis desde hace algún tiempo, queridas y queridos, habréis visto que soy una persona harto comedida y que huye de la polémica, llevada, sin duda, por mi virginal pudor. De hecho, no suelo opinar en temas de crianza a pesar de tener mi criterio muy definido, a menos que me pregunten, y jamás criticaré a las madres que, habiéndolo deseado e intentado, no han conseguido dar el pecho a sus bebés. Esas mujeres merecen toda mi empatía, apoyo y respeto.

Sin embargo, hay un comentario que me rechina cuando hablamos de lactancia, bebés, tetas y sucedáneos y es el siguiente:

"nosotros le damos biberón para que el papi participe".

Es fea con avaricia y
recochura, pero para
el ejemplo me sirve.
Perdona, bonita, pero... what the fuck?

¿Esto es en serio o se dice para ver si la oyente pone cara de muñeca hinchable (expresión que leí por primera vez en Esto es para una que lo quiere así y que casi me hace encomendarme a santa Tena Lady)? Porque igual es que yo soy muy básica, pero prefiero, sinceramente, que me digan "pues no le doy el pecho porque no me sale de mis sacrosantas tetas" y listos (además, que, reitero, yo no pregunto nunca, cada una sabrá por qué hace una cosa u otra). ¿A qué viene esa chorrada de que el padre se implique?

No voy a entrar ya a enumeraros las cuantiosas, abundantes y copiosas tareas en las que un padre puede implicarse (bueno, vale, un poco sí os las enumero: jugar con el bebé, hacerle mimitos, cambiar pañales, dar comida cuando se empiecen a introducir alimentos complementarios, colaborar todavía más en las tareas domésticas para que mamá pueda descansar con el bebé, jugar con los demás hijos si los hubiera o hubiese, bañar al bebé... ¿sigo?), porque prefiero dar la vuelta a su afirmación y plantear la cuestión siguiente:

¿Estás insinuando que mi marido no se implica porque mis tetas no le dejan?

Mi querido Lord Muchomacho, cuya apostura e inteligencia se aúnan con una enorme buena disposición para convertirle en un ser asquerosamente cercano a la perfección, se considera (y esto lo dice él sin coacción física por mi parte, que conste) un padre súper implicado y no le hace falta dar teta para sentirse el namberguán para sus retoños. Es más, igual que no me ha pedido nunca que demos biberón a los niños (sea de mi leche o de vaca) para mejorar su tasa de satisfacción con el nivel de implicación parental, tampoco me ha comentado nada acerca de quedarse embarazado él la próxima vez, de parir o de hacerse conmigo todas las pruebas y controles prenatales, O'Sullivan incluido, of course, para compartir fifty-fifty la crianza de nuestros hijos.

Así que, por favor, dejemos de decir chorradas. Nuestros maridos son demasiado inteligentes como para tomar la parte por el todo y creerse esta falacia. Sé positivamente que ellos adoran a nuestros pequeños mamoncillos, tanto como valoran nuestros cuerpos de madre por ser capaces de gestarlos y alimentarlos (por eso durante el parto son capaces de cuidarnos tan bien, y si no aquí estamos nosotras para recordárselo), y que disfrutan muchísimo de cada ratito de juegos con sus churumbeles.

Y edito y republico, pues tenía tantas ganas de soltar esta parrafada, que me despedí a la francesa sin soltar siquiera "arrevoire que dijo Voltaire", como habría dicho Will Smith en El Príncipe de Bel-Air.

Ahora sí: me despido y me marcho a comerme un chuletón,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

martes, 20 de septiembre de 2011

Reflexionando acerca de las viñetitas...

Llevo dándole vueltas, queridos y queridas, y sabéis que para un ser unineuronal como yo no es especialmente fácil esto de intentar hilar un pensamiento elaborado. Sin embargo, cual algodón de azúcar cerebral, parece que voy consiguiendo poner en palabras lo que me bulle en la cabeza y me sale por la oreja izquierda.

Las viñetas de la SEGO están todavía siendo tuiteadas, retuiteadas, feisbuqueadas y difundidas por las redes sociales; tímidamente, algunos medios de comunicación comienzan a hacerse eco de su existencia y espero que a lo largo de esta semana publiquen algo acerca de este despropósito tan absurdo.

Por cierto, y hablando de reacciones, no entiendo la conexión que algunos hacen entre la queja y el feminismo radical, feminazismo (qué "palabro", ¿hay también "machonazismo"?) o como quieran llamarlo... Yo me siento ofendida como persona al ver que ciertos médicos se dedican a hacer chistes sobre sus pacientes, pero es que es evidente que hablando de ginecólogos todos los pacientes somos mujeres... Me ofendería igualmente que los urólogos hiciesen bromitas de mal gusto acerca de pitos y pelotas y no soy hombre, pero en fin; supongo que hay personas a las que les cuesta ver estos matices.

Bueno, allá voy: llevo desde el jueves pensando que, si los ginecólogos se permiten chotearse así de nosotras, ¿no será porque no nos consideran enfermas, sino usuarias? Quiero decir, una embarazada y una parturienta no son "pacientes" como tal, sino mujeres que libremente acuden a solicitar los servicios de un profesional sanitario para asistirlas, que no "curarlas", en su estado. Esto les exoneraría de la acusación de falta de sensibilidad, pues no estarían riéndose de enfermas, ¿no? Y supondría un avance para todas nosotras, pues estamos hartas de decirles que el embarazo y el parto son procesos fisiológicos que una mujer sana puede llevar a cabo sin mayor dificultad.

Si lo miro desde este punto de vista, puedo hasta rebajar dos puntos mi rayita en el "cabreómetro", pero es que luego recuerdo que las viñetitas también hacen mofa y befa de las mujeres con prolapsos (debidos, muchas veces, al generoso uso del bisturí y a ciertas maniobras obstétricas poco aconsejables), de las que sufren una cesárea (que no olvidemos que es una operación de cirugía mayor abdominal y no un paseo por el parque) y sumo y sigo... O sea, que no, que se cachondean de sus pacientes y no solo de las mujeres sanas.

Esto no es una cuestión de hombres contra mujeres, queridas y queridos. Es una cuestión de respeto a la persona que tienes delante. Cualquier hombre con dos dedos de frente (me imagino que el 98%, así a ojo, de la población en general, y el 100% de mis dos lectores masculinos) se sentirá, como mínimo, insultado al ver el contenido de estas supuestas gracietas que ridiculizan a sus mujeres (madres, esposas, hijas, hermanas, amigas) en trances tan delicados emocionalmente como el parto o una revisión ginecológica. Desde luego, a mí me repatearía que hiciesen chistes con los magníficos genitales de mi señor esposo...

Pero para mí, de lejos, lo peor es que sea una sociedad médica, teóricamente seria y científica, la que "quite hierro" a su gaceta dando ese "toque de humor" que huele a metano de aquí a Lanzarote... ¿A qué estamos jugando?

Y por cierto, doctor, ni siquiera dibuja usted bien.

He dicho.
Lady Vaga,
la diva que divaga.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Lady Vaga, ante el Rubicón: Alea iacta est.

Queridas y queridos, solo soy una mujer que contempla, con una extraña mezcla de serenidad e incertidumbre, su propio Rubicón, tal como hiciera Julio César hace más de dos mil años.

Si él lo cruzó a riesgo de convertirse en enemigo de la República e iniciar una cruenta guerra civil, yo lo haré para demostrarme a mí misma que puedo, que mi cuerpo no es defectuoso, y para ahorrarnos a mi hijo y a mí intervenciones innecesarias.

Sé que estaré acompañada por Lord Muchomacho y por mi genial comadrona y su equipo, pero todos ellos son accesorios. En el fondo, estaré sola ante mí, sola con U-6, frente a mis miedos -los admitidos y los que escondo- y mis esperanzas, emprendiendo un viaje sin retorno, no sé si calificarlo de iniciático o de fin de una etapa. El paso del Rubicón.

Y, del mismo modo en que hace dos años salí de casa para convertirme en madre y dejé que una parte de mí muriese en el proceso, ahora cruzaré este río que discurre ante mis ojos para reaparecer en la otra orilla; renovada, sanada, renacida. Reconciliada conmigo misma y quizá, solo quizá, con aquellos que me hicieron daño cuando puse mi confianza en sus manos. Eso no puedo prometerlo.

Esta vez, mi confianza está depositada en mí y en U-6, solo en nosotros dos. Si en aquel entonces dejé que unos terceros me hiciesen sentir pequeña, inferior, insignificante, ahora lucharé por mí y por mis hijos: por U-6, que se merece conocer el mundo en brazos de una madre feliz y endorfinada; por O.G., cuya bienvenida fue tan triste que no hay mañana en que no me lo coma a besos y le pida perdón.

Soy únicamente una mujer dispuesta a atravesar el Rubicón. No sé cuándo iniciaré el viaje ni cuánto tardaré en completarlo pero, al igual que César, todo cambiará cuando lo haga.

Lady Vaga,
la diva que divaga.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Termina agosto y seguimos aquí (¡jódete, Fistra!)

No sé si os habéis dado cuenta, queridas y queridos, pero ya estamos terminando el mes de agosto; es decir, llevamos cinco meses juntos, compartiendo penas y alegrías, estupores y carcajadas, así, como quien no quiere la cosa... Mañana hacemos treinta y ocho semanas.

Nadie en el Hotel Espe daba un duro por U-6 y, en el caso de la doctora Fistra, ni siquiera por mí, pero aquí estamos... Veinticuatro semanas después, seguimos juntos y listos los dos para dividirnos dentro de unos pocos días.

U-6, nos vamos de viaje, cariño. Dentro de poco cambiaré tus pataditas desde dentro por tu mirada y tu cuerpecito menudo en mis brazos.

Mañana, mi pequeño tendrá vía libre para salir, como le prometí (y supliqué) en el Hotel. Ya puestos, me encantaría que esperase hasta el viernes al menos, para que la comadrona sepa dónde está la casa y nos diga si necesitamos alguna otra cosa para acondicionarla de cara al parto... Pero, en cualquier caso (había escrito "en cualquier caos" y no me ha parecido del todo equivocado), será él quien decida cuándo nacer. Como debe ser. Aún tiene cuatro semanas enteritas por delante.

Después, mis preocupaciones serán otras, imagino: organizarme con dos chiquitines en casa, intentar no desatender al mimoso de O.G., que se ha puesto muy madrero últimamente (será que se huele que pronto tendrá que compartir la atención de mamá con su hermanito), buscar el momento de hacer arrumacos al bueno de Lord Muchomacho... Pero ahora, lo único que importa es que hemos llegado hasta aquí, juntos y sanos, y eso hace que dé por bueno todo el camino recorrido.

Gracias a todos los que habéis pasado por aquí para leerme, compartir con nosotros estas semanas de espera y hacerme más llevadero el reposo. Gracias por las visitas, los comentarios de apoyo, las críticas (a los que tuvisteis educación al expresaros; al resto que os den por el rasca, majos), los regalos virtuales y físicos (esa Diana... La semana que viene te doy lo tuyo, guapa), las carcajadas compartidas y el apoyo guerrillero. Creo que no sois conscientes de cuánto me habéis ayudado y yo no soy especialmente buena expresando mis sentimientos, así que os quedaréis con la intriga.

Besos emocionados,
Lady Vaga,
la diva que divaga.


jueves, 4 de agosto de 2011

Disfrutando de la recta final

Queridas y queridos, como supersticiosa peculiar que soy, hay cosas que no me gusta decir porque pienso que, si lo hago, saldrán al revés de como espero, pero ya no puedo aguantarme más, necesito compartirme y creo que el blog merece una entrada un poco más amable que mis últimas parrafadas anti-ginesáuricas (aunque mi proveedora oficial de cotilleos del Hotel Stanley, infiltrada especial, no deja de nutrirme de nuevas ideas y maldades con las que tocarles las gónadas periódicamente; gracias, Lady Rabbit, ingeniosa conejita).

Os parecerá una chorrada que hoy os diga esto, pero es el día en que Minimacho y yo cumplimos 34 semanas a despecho de la doctora Fistra, el doctor Tirrio y su puta madre (con perdón, pero me quedo tan a gusto...). Hace algo menos de cinco meses que entré en el Hotel Espe, donde nadie daba un duro por nosotros, especialmente por el pequeño Minimacho (entonces un simpático judión de sexo desconocido, aunque yo sospechaba, siempre equivocada, que se trataba de una nena que heredaría mi colección de zapatos y complementos y que me llevaría de shopping cuando yo alcanzase la provecta edad de Ana Obregón y quizá su mal gusto para combinar la ropa), que está demostrando ser todo un jabato y un fighter ya desde antes de asomar la cabecita al mundo. Ya sabéis que estuvimos allí dos semanas bastante duras, que se hicieron más llevaderas gracias a las visitas de nuestros amigos (os debo a todos una merienda en cuanto nazca el bebé) y al apoyo de la psiquiatra del hospital (a quien nunca agradeceré suficientemente que me ayudase a mantener la esperanza).

Lo importante de todo esto es que no tengo ninguna prisa por parir; la gente me pregunta a diario que cuánto me falta, que si me siento pesada, que si no tengo ganas ya con este calor... Y sí, por un lado tengo ganas, claro que tengo ganas (por el lado de abajo, entiéndase); pero, por otro, estoy tan a gusto con mi pancita rellena de Minimacho, notando sus patadas, sintiéndole bien y cómodo ahí dentro, que podría firmar para seguir embarazada hasta Año Nuevo.

Estamos conectados Minimacho y yo. Llevo varios días notando su cabeza bien apretada contra mi vejiga y recuerdo esa misma sensación cuando estaba embarazada de O. G., es como si una pelota de tenis luchase por atornillarse en mi pelvis y ¿sabéis qué? Igual soy masoca, pero me gusta. Esta vez lo haremos mejor, lo haremos bien. Esta vez no habrá metales, ni batas blancas, ni miedo, ni sufrimiento. No tengo miedo al dolor, no tengo miedo al paso de las horas, no tengo miedo de mí misma. Confío plenamente en mi cuerpo, en su sabiduría ancestral, en la misma perfección que me ha llevado a menstruar cada veintisiete días exactos desde mi primera regla y a gestar dos bebés maravillosos sin más molestia que el pertinaz ardor de estómago. Eso era lo que me faltaba la primera vez: me necesitaba a mí misma y no estuve allí para ayudarme.

Minimacho nacerá cuando él quiera, como él quiera, rodeado del amor de su familia y del respeto de las profesionales que nos acompañarán. Y su hermano mayor, mi guía, estará con él para darle la bienvenida al mundo.

O. G. le llama U-6.

viernes, 22 de julio de 2011

Nosotras y vosotros

Queridos, hoy me dirijo a vosotros, con permiso de las féminas presentes, para arengaros sobre un tema que periódicamente me satura las entendederas. Por supuesto, mi perorata es válida también para parejas en las cuales ambos miembros pertenezcan al sexo femenino; en ese caso, se aplica a la parte no embarazada del binomio, si es que se siente identificada con lo que a continuación expondré. Permitidme, no obstante, que haga uso del masculino plural como vocativo, por aquello de generalizar.

Queridos, tenéis en casa a una mujer embarazada y no es una mujer cualquiera: no solo porque es la vuestra, sino porque es una persona en la cual el embarazo ha despertado inquietudes y ganas de saber más. Cada poco, vuestra media naranja aparece por el salón esgrimiendo un nuevo libro en el que se explican las tropelías que se cometen en la atención al parto en nuestro país o se saca de Internet un artículo con datos estadísticos sobre la temida episiotomía. Algunas, incluso, os envían correos electrónicos al trabajo para que os paséis por este o aquel foro, ¡como si vosotros no tuviéseis de qué preocuparos!

En efecto, a vosotros, queridos hombres, os corresponde encargaros de la logística. En nuestra dulce espera, pretendemos que os curréis la pintura y la decoración de la habitación del nasciturus, que aprendáis a montar el carrito en dos golpes, que compartáis nuestra ilusión por comprar bodies enanos y patucos tamaño pulguita, que disfrutéis de cada patadita y que os emocionéis en las ecografías. Y lo hacéis, vaya si lo hacéis. Me atrevo a decir que el 99% de vosotros lo hace mejor que bien, divinamente. No tenemos queja en ese aspecto, nos cuidáis fenomenal.

Sin embargo, a veces nos sentimos un poco solas en ciertos aspectos. En parte, esto es inevitable, puesto que, por mucho que os esforcéis, al fin y al cabo somos nosotras las embarazadas y las futuras parturientas que entrarán por la puerta de un hospital, cargadas con la bolsa de nuestros propios miedos mientras vosotros cargáis con la de la ropa y accesorios varios. Somos nosotras las que se expondrán a las manos de extraños, manos que hurgarán en nuestras vaginas, que nos inyectarán hormonas sintéticas y opiáceos, que nos sujetarán para mantenernos tumbadas en una camilla... Manos de extraños que enarbolarán unas tijeras acercándose a nuestros genitales o un bisturí para abrir nuestros vientres.

Vosotros, queridos varones, saldréis físicamente sanos del parto (a menos que os dé por liaros a tortazos con los médicos, lo cual puede terminar en la comisaría con un ojo morado y no os recomiendo, por cuanto vuestra chica os necesita a su lado), cualquiera que sea su desarrollo último, pero nosotras a veces tenemos miedo y solo vosotros podéis ayudarnos. Permitidme, pues, que os dé unas cuantas recomendaciones para acompañarnos durante el embarazo y el parto, aunque estoy segura de que muchos de vosotros ya las conocéis y aplicáis:

En el embarazo:
  • Mostrad interés: si vuestra dulce y preñada mitad os facilita textos que a ella le han resultado interesantes o ilustrativos, por favor, leedlos. No nos vengáis con eso de "no tengo tiempo" o "hazme tú un resumen"; preferimos que nos digáis abiertamente que lo leeréis más tarde y que lo hagáis de verdad... Ah, y esperamos charlar sobre ello unos minutitos cuando le hayáis echado un vistazo, así que no hagáis trampas.
  • Informaos: si algo de lo que os hemos contado despierta vuestra curiosidad, buscad información por vuestra cuenta. No os imagináis la alegría que da que llegue nuestro súper macho y nos diga "mira lo que he encontrado, creo que nos va a ir fenomenal para el embarazo/ el día del parto / la estancia en el hospital". Nos hace sentir que estáis implicados (lo cual no dudamos, pero no está de más reforzar esa sensación); recuerdo perfectamente la alegría que me dio Lord Muchomacho cuando le pillé leyendo las recomendaciones de atención al parto elaboradas por la FAME...
  • Creednos: en nuestra búsqueda de información, habrá momentos en que os contemos cosas que os resultan increíbles. Pensaréis que es imposible que en España se atiendan tan mal en general los partos, o que nadie puede realizarnos una episiotomía sin consultarnos antes, o que si se pincha oxitocina es porque las mujeres no dilatamos igual que nuestras abuelas... Por favor, pensad dos veces antes de desacreditar nuestras fuentes sin siquiera haber leído la información que manejamos. Es muy desesperante sentir que tu pareja piensa que se te está yendo la cabeza. Y si queréis rebatirnos, hacedlo con los datos en la mano, documentaos. Que no parezca que nos decís que no simplemente por decirlo.
  • Acompañadnos: nos gusta que vengáis con nosotras a las visitas, siempre que podáis, porque así nos sentimos apoyadas y poderosas, sobre todo si hay que tocar temas delicados con el médico o la comadrona. Eso sí, no hace falta que vengáis si os pone muy nerviosos la confrontación, si sois de los que piensa que el médico lo sabe todo y nosotras tenemos que dejarnos hacer o si a la salida vais a meternos miedo con algo de lo que nos hayan dicho en consulta. En esos casos, casi preferimos ir solas y ahorrarnos una discusión.
  • Relativizad: entended que los médicos no son omniscientes y que no pueden sentenciarnos antes del parto. Que nosotras no somos ni unas locas ni unas inconscientes si nos negamos a que nos programen una cesárea, a que nos hagan determinada prueba que consideramos prescindible o a ponernos epidural según entremos por la puerta. Somos vuestras mujeres, nos hemos dedicado muchos meses a buscar información y queremos que nos ayudéis.
  • No nos juzguéis: nada nos hace sentir peor que escuchar comentarios del tipo de "con tu resistencia al dolor, necesitarás la epidural enseguida"; "mi hermana ha tenido tres cesáreas y está divinamente, no pasa nada"; "¿pagar un parto en casa? ¿Y si a la tercera contracción no aguantas y tenemos que ir al hospital?" 
  • No nos encasquetéis vuestros miedos: sabemos que los tenéis y no nos importa compartirlos y hablarlos, pero no nos los impongáis. Tenemos bastante con lidiar con los nuestros.
  • Confiad en nosotras: nuestros cuerpos son perfectos, el resultado de miles de años de evolución. Podemos parir, si nos dejan, y queremos hacerlo acompañadas por vosotros.
En el parto:
  • Sed nuestros guardianes: nosotras vamos a estar pendientes de otras cosas (nada, una pijada, el niño este que se empeña en nacer, querido), así que necesitamos que vosotros nos cuidéis y nos ayudéis a aislarnos del entorno. Parimos mejor si podemos centrarnos en lo que está sucediendo en nuestros cuerpos y evadirnos cuando llegue el momento. Os toca preguntar quién es ese que entra por la puerta y a qué viene, qué líquido llevan en esa bolsa y para qué sirve, os toca pedir que bajen las luces, que cierren la puerta y que nos den intimidad...
  • Sed nuestros pilares: nosotras no estamos para pensar, no nos lo tengáis en cuenta. Necesitaremos apoyarnos en vosotros para pasar las contracciones, o que os vayáis a la otra punta de la habitación. Que nos masajeéis la zona lumbar, o que no nos toquéis. Que nos susurréis al oído lo bien que lo estamos haciendo, o que os calléis y paséis inadvertidos. Por favor, entendednos y no os mosqueéis, os garantizamos que el resultado valdrá la pena.
  • Defendednos: si ya hemos dicho "no" a alguna intervención o si hemos pedido algo que tardan en suministrarnos, haced valer nuestros derechos. Decidle al profesional de turno que "no means no" y no dejéis que os pongan en nuestra contra. Recordad que confiamos en vosotros y que estamos juntos en esto.
  • Poneos en nuestro lugar: las "perrerías" nos las vamos a llevar puestas nosotras y son para toda la vida, así que entended que no las queramos a menos que sean absolutamente necesarias. Imaginad que alguien os hiciese un generoso corte en los genitales con unas tijeras... Ouch, ¿verdad? O que os abren la barriga, os separan los abdominales por el medio y os cortan el útero para sacar al bebé... ¿No os mareáis de imaginarlo? O, simplemente, y usando una comparación muy burda, que varias personas diferentes os meten una mano por el backdoor para ver si ya estáis listos para el parto... Comprended que no son prácticas precisamente agradables y que nos da miedo que nos las hagan sin necesidad.
  • Quedaos a nuestro lado: a menos que os pidamos lo contrario, quedaos con nosotras. Nos gusta vuestra presencia y queremos que presenciéis el nacimiento de vuestros retoños. Intentad estar con nosotras incluso si es necesario hacernos una cesárea, no sabéis cuánto se agradece vuestra compañía en instantes duros.
  • Protegednos: cuando estemos en la habitación con nuestro pequeño, ayudadnos a mantener a raya a las visitas pesadas y no dejéis que nadie se lleve al bebé para nada. Si hay que hacer alguna prueba fuera de la habitación, id con él y no le perdáis de vista. Nos gusta veros ejercer de súper-papás y lo hacéis genial.
Seguro que se me olvidan muchos puntos, pero estos son los que me han parecido más importantes en una primera reflexión. Espero que os sea útil la parrafada de hoy y, si no, que la utilicéis como laxante o limpiador en el excusado si es que ya la habéis impreso, que no está la cosa para desperdiciar el papel.

Se despide, preñada hasta el píloro y encantada con su compañero,
Lady Vaga,
la diva que divaga.

miércoles, 20 de julio de 2011

Dueña de mí misma, mal que les pese

A raíz de un enriquecedor intercambio de ideas que ha surgido entre las socias de El Parto es Nuestro acerca de la responsabilidad de las acciones realizadas en un parto, llevo, queridas y queridos, un ratín entregada a la reflexión, con toda la intensidad que mi neurona superviviente me permite entre sinapsis fallida y sinapsis fallida.

Los que me leéis con cierta asiduidad, además de optar a la beatificación cuando muráis, por la paciencia demostrada, sabéis ya que soy (aparte de un poco mosca cojonera cuando me provocan) una firme defensora de que la gente se informe y decida libremente, sobre todo de cara a un momento tan importante como es la llegada al mundo de un nuevo ser vivo, léase hijo. Sin embargo, a veces la búsqueda de información es difícil, azarosa, deprimente y muy cansada.

Y yo comienzo a preguntarme: ¿por qué narices tenemos que andar tanto camino? Cuando voy a ver a mi alergóloga, no tengo que ser yo quien le lleve los últimos estudios sobre alergias; ella me informa de si se está estudiando tal o cual teoría o de si las investigaciones van por este derrotero o este otro. Y si le pregunto por qué narices me da alergia todo lo que me entra por las ídem o si mi hijo heredará esta molesta característica, ella jamás se ofende, sino que dedica a responderme el tiempo necesario para que yo salga de allí con mis dudas resueltas y mi cerebro ocupado para una temporada.

Sin embargo, amiga, quédate embarazada y desconecta la maquinita de pensar... O resígnate a hacer el Camino de Santiago en busca de un trato respetuoso y acorde con las evidencias científicas más recientes. Y aquí viene mi cabreo: ¿por qué? ¿Es que los ginecólogos no se reciclan? ¿Es que no hay nadie que les pise un poco la cabeza cuando se pasan por sus redondas pelotas las recomendaciones de la SEGO, de la OMS o de su puñetera madre? ¿Dónde está el Tío la Vara cuando se le necesita para tundir bien tundidos a estos rajachichisajenos?

No termino de entender que pedir información esté bien visto en todos los ámbitos salvo en éste. Conozco muchísimos profesionales (entre ellos, sanitarios, of course) que, al ser preguntados, despliegan sus conocimientos "con gusto y alegría", como me dijo una gitana una vez (esa es otra historia, nos maldijimos mutuamente y todo), disfrutando de la ocasión de transmitir a otra persona que saben mucho sobre un tema y que se mantienen al día. Pero, curiosamente, con los ginecólogos no he tenido esa misma suerte.

Hace unos años me sometí a una exodoncia de cordales retenidos con anestesia general (vamos, que me saqué las muelas del juicio) y el cirujano que me la iba a practicar dedicó toda una visita a explicarme qué me iba a hacer, por dónde accedería, qué cortaría y cómo suturaría; además, repasó los riesgos (que luego su enfermera me leyó exhaustivamente durante cuarenta minutos dos días antes de la operación), me explicó la pauta de medicación posterior para evitar infecciónes y me contó otras cirugías similares que había realizado con anterioridad.

En cambio, cuando llegué al Hotel Espe y pregunté si el tacto que me querían hacer no aumentaba las probabilidades de infección en mi caso de presunta bolsa rota, la respuesta fue "si no quieres, no te exploro". Hombre, pues por querer, no es lo que más me apetece en este instante, preferiría estar en Canarias bebiéndome un zumito natural, pero agradecería que me explicase por qué cree que ese riesgo es mínimo o asumible en mi caso...

Está claro que quienes sufren las consecuencias de las acciones realizadas en un parto son la mujer y su hijo, sobre cuyos cuerpos "trabajan" estos profesionales. Por tanto, somos las primeras interesadas en preguntar y aprender (contando, también, con el derecho a no querer saber, que me parece legítimo, pero no imponible a todas las mujeres por el artículo 33), lo cual hace que no entienda por qué algunos médicos nos escatiman la información, ya sea negándola directamente, ya sea distrayéndonos con evasivas.

Si no se nos informa, no podemos elegir; si no elegimos, no podemos ser plenamente responsables, pues no hemos decidido, sino que hemos acatado lo que otros han elegido por y para nosotras. Kant nos respalda, aunque él nunca se casó ni salió de su pueblo, queridas. Adultas como somos, ¿por qué se empeñan algunos en no dejarnos tomar decisiones informadas sobre nuestras vidas y nuestros cuerpos? ¿Qué ganan con intentar mantenernos en esa falaz minoría de edad? ¿De dónde sacan que no hay tiempo -que la mayor parte de las veces lo hay, salvo casos puntuales- para informarnos o que no vamos a entender sus explicaciones?

En fin, queridas y queridos, que preguntar es sano y al que le pique, que se rasque (pero despacito, que la piel se irrita).

Me despido y me marcho a la piscina a remojarme con O. G.,
Lady Vaga.

miércoles, 29 de junio de 2011

¡Pero qué malquedas son en Hotel Espe!

Queridas y queridos, no os lo vais a creer: ¡no me han llamado! ¡Qué malquedas son en Hotel Espe! Menos mal que no tenía reserva ni nada, porque de verdad que esto me pasa en cualquier spa de la costa y es para no volver, os lo juro por los hoyuelos de mi trasero.

Así que me han dejado con tres palmos de narices, ¡yo que me había puesto en modo Lady para epatar en la conversación telefónica con la oscura esperanza de que me llamase el jefe de servicio! No os extrañéis, no sería tan raro, puesto que ya lo hizo con Lady Rabbit. Claro que esa loca tuvo la osadía de presentarle un Plan de Parto Vaginal Después de Cesárea, es que va provocando, la tía... Pero eso es otra historia que ya os contará ella personalmente un día, o yo si me da su permiso y un guion (qué raro se me hace escribirlo sin tilde, a veces la RAE me trae por la calle de la amargura, de verdad os digo).

Espero que seáis capaces de superar este disgusto y la tremenda frustración de no ver colmadas vuestras expectativas con una nueva y divertida entrega de este preñiculebrón con el que os deleito periódicamente; yo soy la primera decepcionada. Sin embargo, creo que es buena idea aprovechar este paréntesis para reflexionar y poner en claro algunos puntos, con vuestra inestimable ayuda.

Muchas de vosotras estáis de acuerdo con Lord Muchomacho en que esta llamada intempestiva viene a raíz de la solicitud de historia clínica que había cursado recientemente. Creo que vais muy bien encaminadas: mi Lord, que tiene alma de espía, ha estado mirando en Correos y, mira tú por dónde, la cartita les llegó ayer martes, suponemos que por la mañana; a las seis de la tarde ya estaban llamando, los tíos espabilados... ¡Qué cosas! ¿Casualidad o causalidad? Juzguen por ustedes mismos, señoras y señores.

Bueno. Anyway. La genial autora de La Teta y Más (nena, no te he incluido aún en el blogroll, pero ese despiste lo subsano yo en menos que se persigna un cura loco, que yo seré Vaga pero los dedos aún los manejo con soltura) me ha propuesto poner una encuesta en la que todos podáis votar por la opción que más correcta os parezca respecto a este nuevo contratiempo. Así que yo, obediente como soy, os doy seis ideas (podéis votar por más de una si queréis) y a ver qué me contáis. A continuación os las comento un poco para que entendáis el porqué de cada una; pero antes de decidiros, pensad que yo me debato entre dos posibilidades: tocarles las bowlings todo lo posible, porque yo soy así y porque se lo han ganado a pulso (y a tacto), en plan "por mí, por todas mis compañeras y por mí primera", que ya estoy harta de que consideren que una mujer embarazada es un ser sumiso y medio imbécil sin capacidad no ya de decidir, sino de preguntar siquiera; o pasar olímpicamente de ellos, no vaya a ser que dediquen la consulta a intentar asustarme con terribles consecuencias si no sigo viéndoles en la frecuencia y horario que a ellos mejor les venga.

  1. No vayas, nena, pasa y que les den. Esto es lo primero que me pasó por la cabeza cuando recibí la llamada, pero en el fondo me pica la curiosidad. Y sé que a vosotros también, ¡que os encanta el despelleje!
  2. Di que estás de parto y, a la que se asomen a mirar, ¡patada voladora! Ya molaría, ¿eh? Me espatarro y, según acerquen el melón, ¡zas! En toda la jeta...
  3. Graba toda la conversación sin decirles nada y luego nos la transcribes para descojonarnos un rato. Sugerencia de Lord Muchomacho, que insiste en que mi pasado periodístico me legitima para este tipo de acciones.
  4. Ponles la grabadora encima de la mesa, a ver si siguen teniendo esas gordas pelotas sabiendo que les están grabando. Y luego nos la transcribes para descojonarnos un rato. Variante propuesta por mí misma que iría acompañada de cuadernito para no dejarnos ni un detalle, claro está.
  5. No vayas a menos que te den un informe por escrito antes. Fue lo que le dije a la chica del teléfono y creo que es uno de los motivos por los que no me han llamado, seguramente estarán pensando "joder, qué pesada es esta tía, ¿es que no dejará de pedir nunca?"
  6. Vete en plan sumisa, que a las respondonas les tactan con las uñas largas y sin guantes. Esta es la opción "asústate, bájate las bragas y pon el culito, que te está bien empleado todo lo que te pase por chulita". Es verdad que un poco chulita sí que soy, pero eso no justifica el coñazo que me están dando, nenas, ¿o es que no tienen más pacientes y con más paciencia que yo para darles la barrila?
Queridas y queridos, espero vuestras sugerencias y respuestas; por supuesto, si se os ocurre otra opción que no figure en la encuesta, pronunciaos. Que esto es muy surrealista como para no tomárselo ya a coña, digo yo.

Besos incrédulos,
Lady Vaga.

viernes, 10 de junio de 2011

Pensando en Habiba y su niña

Queridas y queridos, permitidme que por una entrada abandone el tono jocoso que caracteriza mis escritos para hacerme eco de un hecho que, sin duda, ya todos conocéis: el caso Habiba.

No he tocado antes el tema en el blog porque, si os he de ser sincera, todas las reflexiones que me salen del coco son demasiado viscerales, demasiado humanas. No consigo dejar de lado la parte emocional y desprenderme de esta cólera que me acompaña desde el sábado para escribir algo razonado y medianamente frío que ayude a convencer a alguien dubitativo de la necesidad de reunir a madre e hija.

No me sale y no me saldrá, llevo ya una casi semana dándole vueltas y no hay manera. Y no me sale ni me saldrá porque, queridas y queridos, yo también soy madre y este atropello me toca la fibra y me revuelve las tripas. Me planteo qué habría hecho yo en su lugar y no me surge nada mínimamente civilizado, mis pensamientos son más bien del tipo "me quitan a mi hijo y alguien se lleva cuatro guantazos"; "me planto en la puerta del IMMF y les rompo todas las ventanas", "les denuncio por secuestro"... Vamos, que no se me ocurre nada que ayude. Pero es por eso, porque no puedo desligar mi faceta de madre en todo este asunto y sólo pienso "ay, si me llegan a mí a quitar a O. G. la que lío..." Y así no soy constructiva.

Así que os invito a pensar un poco en este asunto y a plantearos:
  • Si esta separación estuviese realmente justificada, ¿habría denunciado el caso una psiquiatra de prestigio como la doctora Olza?
  • Si Habiba y quienes la apoyamos no tuviésemos nada de razón, ¿se habría molestado el IMMF en sacar un informe acusándola de inestable y violenta?
  • Si es tan mala madre, ¿por qué no le retiraron la tutela hace ya tiempo? ¿A qué viene hacerlo ahora, cuando llevan un año trabajando con ella?
  • Si el problema no es que Habiba dé el pecho a la niña, ¿por qué no le dejaron amamantar a la pequeña en la visita que le permitieron esta semana?
No sé a vosotros, pero a mí esto me chirría y mucho. Por supuesto, me encantaría estar equivocada y que esa separación fuese imprescindible, necesaria y beneficiosa para la niña, pero no es el caso, y si no me creéis podéis leer las declaraciones de Habiba a la salida de la visita. Por si os da pereza, os lo resumo yo: la niña no quiso ni mirarla a la cara (normal, estará todavía desconcertada y sin entender por qué lleva más de una semana sin ver a su mamá), ha perdido medio kilo y estaba ojerosa y huidiza. Si esto no es maltrato, que lo venga Dior a ver. Ah, dos responsables de seguridad estuvieron presentes en el encuentro, no fuese a ser que a la madre se le ocurriese sacarse una teta o algo y disparar chorros de leche radiactiva a diestro y siniestro...

El que lo entienda, que me lo explique. Con mi media neurona sedente no doy para más y no consigo dejar de pensar que, aunque las reúnan hoy mismo (cosa que no va a suceder), nadie podrá devolverles estos días perdidos, días sufridos, estas horas de angustia que han infligido a una madre y, sobre todo, a una menor por la cual están supuestamente velando.

Indignada me despido,
Lady Vaga.

miércoles, 1 de junio de 2011

Pensar es malo para la salud, dijo el Dr. Anónimo...

Queridas y queridos, si bien todos por aquí sois absolutamente encantadores (charming, charming, vamos), debéis saber que allá fuera el mundo es un lugar a veces hostil, siempre ecléctico, en que, como diría mi abuela, "hay gente pa' to'".

Digo esto porque, tanto en este blog como en otros lugares por los que se ha ido difundiendo el Plan de Parto Subversivo me he encontrado algunos comentarios que me resultan, digamos, curiosos (ellos pretenden ser a la vez esclarecedores e insultantes, pero no les sale demasiado bien). Lo comentaba con unas amigas y, qué queréis que os diga, no me sorprende la ignorancia de la evidencia científica, ni el que invariablemente esos comentarios los dejen bajo el nombre "Anónimo" (que vete tú a saber cómo les llamarán en casa, ¿Ano?), sino el que se pueda desear a un ser humano, que no conocen de nada, que tenga que ir a un hospital y no le atiendan, por querer saber más que los médicos (¿?). Vuestra amiga Lady Vaga, como muchos de vosotros, además de adicta a la lectura, es muy fan de eso que llaman la medicina basada en pruebas (no en "evidencias", eso es una mala traducción, pero si os gusta más, me vale también) y no en la costumbre. Y admitámoslo, en obstetricia, por desgracia, muchas cosas se hacen "porque sí" y punto. Vosotros sois libres de dejaros rajar si queréis, pero qué queréis que os diga, yo creo que leer y usar el cerebro no puede ser tan tan tan malo... Así que, en mi divina perplejidad y maravillada ante la existencia de estos seres unicelulares de despotrique fácil e ironía grumosa, me pregunto, lápiz en mano:

  • ¿Conocer las recomendaciones de la OMS para un parto normal (y reitero "normal", no hablamos de emergencias, por supuesto) es querer saber más que los médicos?
  • ¿No querer someterte a prácticas innecesarias o directamente perjudiciales -que se siguen haciendo, señoras, no nos engañemos ni engañemos a los demás- es tan ofensivo para alguien?
  • ¿Estar informada de cómo es un parto normal (reitero "normal" por enésima vez, qué hartura) es tan malo? ¿Es mejor no saber nada?
  • ¿Qué más les da a estas mentes descansadas si yo me informo o no? ¿En qué les perjudica a ellos?
  • ¿Por qué en cuanto alguien se molesta en informarse, estudiar y manejar datos científicos se le insulta y se pregunta jocosamente si es que es médico?
  • ¿Es que vosotros, paletos del mundo, no os informáis cuando os quieren operar de algo? ¿Ofrecéis vuestro cuerpo sin más?
  • ¿Preguntar a un médico por qué me va a hacer tal o cual cosa, o no querer que me metan los dedos por la vagina cinco personas diferentes es motivo para dejarme arrinconada sin atender en un hospital? No, espabilados, eso es un delito, así que no animéis a los médicos a hacer eso o algún día os tendrá que operar de apendicitis el chamán de la tribu.
En fin, podría seguir así toda la mañana, pero tengo cita con mi comadrona de parto en casa, porque, sí, soy una de esas locas que pretenden parir en su casa, acompañada por una comadrona experta, enfermera titulada con veinticinco años de experiencia y cuatrocientos partos atendidos, que vendrá a mi domicilio con los medios técnicos y humanos (ella y su ayudante son el medio humano) para resolver posibles emergencias y con el discernimiento suficiente para saber cuándo, si llega el caso, es necesario ir a un hospital.

Y, sí, es triste que haya que presentar un plan de parto en los hospitales, sobre todo para pedir "no me hagan", pero así están las cosas. No es de snobs, ni de pijas, ni de hippies ni de fans de la pachamama, sino propio de personas racionales que se responsabilizan de su salud, de su cuerpo y del hijo que llevan dentro. Pero la que prefiera ir pensando "el médico es el que sabe, que me haga lo que sea", también es libre y no veréis que aquí se la critique.

Hala, id con Dior, que yo me voy a que me atienda un profesional sanitario cualificado. Por si no os habíais enterado.

domingo, 29 de mayo de 2011

¿15.000 en una cama?

Queridas y queridos, como el domingo es un día de perezoso asueto y sé que ni os pasáis por aquí (lo cual me parece magnífico, puesto que supongo que estaréis dedicándoos al fornicio, al cuidado de vuestros retoños, a lavar el coche como tantos tuneros de pro o simplemente a vaguear, loable afición donde las haya), vengo sólo a deciros que algo tendrá Lady Vaga que os pone cachondillos, os vicia y os engancha, porque:
  • Desde que puse el ordenador en la cama, el pasado 30 de marzo, me habéis visitado más de 15.000 veces.
  • En lo que va de mayo, se han superado las 10.000 visitas.
  • El Plan de Parto Subversivo va por las 2.500 visitas ¡y subiendo!, que no es moco de pavo teniendo en cuenta que se ha compartido en Facebook y en muchos otros blogs.
Así que, queridas y queridos, gracias por la compañía virtual, el apoyo, los encantadores mensajes y la presencia aun en la distancia. Han sido ocho semanas maravillosas y espero que os quedéis con Minimacho y conmigo otras catorce, como poco.

Y ahora, dolce far niente hasta mañana, que para eso es domingo.
Besos perezosos,
Lady Vaga.

miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Por qué escribes un blog? Premio al blog enriquecedor

Me pregunta Diana por qué escribo este blog y tiene el detallazo de decir que La Vida de Lady Vaga le ayuda a ver las cosas de otro color. No contenta con ser así de maja, esta mujer con nombre de diosa me otorga un premio y todo, cuya dotación económica aún no me ha sido comunicada:



Aunque yo creo que esa pregunta la respondí en la primera entrada, "Bienvenidos a la cama de Lady Vaga", no me importa volver a contar la misma historia una y otra vez, tengo complejo de tertuliana.

Estoy embarazada del que será mi segundo hijo y al cual, para los efectos que al blog atañen, podéis llamar Minimacho; mañana cumplo veinticuatro semanas, unos seis meses aproximadamente (día arriba, día abajo). Mi embarazo iba viento en popa, hacía vida normal, iba al trabajo, cuidaba de O. G. (mi hijo mayor, un precioso bebé seductor cuyo hobby principal es besar chicas e invitarlas a palomitas, sean vendedoras del Leroy Merlin, encargadas de Pronovias o policías nacionales), colaboraba con El Parto Es Nuestro, hacía muchos arrumacos a mi guapísimo y altísimo Lord Muchomacho (arrumacos y todo lo demás, que así es como se queda una embarazada, queridas mías), me calzaba el tacón catorce horas diarias y todas esas cosas que ya os imagináis y que son consustanciales a mi espectacular vida. Ni que decir tiene que me encontraba divinamente, quitando las náuseas (que, por otra parte, también me dan en el trabajo cuando veo a según qué paisanaje entrar por la puerta) y la somnolencia extrema.

Sin embargo, la madrugada del 15 al 16 de marzo, tuve una fisura en la bolsa de líquido amniótico (bolsa dichosa, si por mí fuese te habría puesto remaches y plástico de doble densidad, puñetera), lo cual me llevó directa al Hotel Espe, donde me quedé dos semanitas a pensión completa, spa y relax hasta completar mi tratamiento de antibióticos y terminar con la paciencia (ya mermadita de serie) de mi agradable carcelera, la doctora Fistra, una encantadora mujer con la que algún día me tomaré un té mientras jugamos a adivinar en cuál de las dos tazas está el laxante de caballo. Os recuerdo que, según esa doctora, Minimacho tenía muy poquitas posibilidades de salir adelante y, si lo lograba, sería en todo caso un gran prematuro (para lo cual tendríamos que llegar antes a la viabilidad, las veinticuatro semanas que mañana se cumplen).

Pasados esos catorce días, pedí el alta voluntaria para continuar con el reposo en mi residencia privada, dotada de TV en color, baño completo, terraza con vistas y cama tamaño familiar (y nunca mejor dicho, porque hace ya dos años que ahí no se duerme de dos en dos), además de menús a la carta mucho más nutritivos y gustativamente entretenidos que los que me servían en Hotel Espe, que no dejaba de ser un resort bastante aburrido para mí.

Actualmente, continúo de baja médica hasta nueva orden, si bien la doctora que me lleva es bastante más optimista en cuanto al riesgo de Minimacho y me da permiso para pasear, airearme y sintetizar vitamina D al solecito matinal, lo cual mi cuerpo serrano y yo agradecemos más que un Euromillones en este momento vital.

El objetivo, como ya sabéis, es llegar a septiembre, que es cuando salimos de cuentas, y entonces liberar a Minimacho y que nazca en la fecha que más cabalística y simpática le resulte. Por eso escribo este blog: para entretenerme hasta entonces y para que todas las mujeres, embarazadas o no, que pasen por aquí sepan que si tienen la misma mala suerte que tuve yo con la fisura no tienen por qué desesperarse ni dar todo por perdido.

Desde mi diván os lo digo,
palabra de Lady Vaga.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Lady Vaga se organiza

Queridas y queridos, es maravilloso a veces dedicarse al dolce far niente por cuanto nos ofrece la oportunidad de dedicar nuestras horas a pensar, divagar, elucubrar, reflexionar... Esa deliciosa gimnasia mental para la cual "el ajetreado ritmo de vida actual", como dicen los anuncios de suplementos alimenticios, no nos deja espacio habitualmente.

Creo que hay pocas cosas más estéticas que una mujer arrellanada en su sofá Chesterfield de cuero blanco, meditando mientras bebe lánguidamente su rooibos, los pies descalzos y la cabeza llena de ideas. Mola, ¿eh? Pues esa soy yo, señoras y señores. Divina hasta de reposo, no puedo evitarlo.

En fin, que me voy del tema (no es en vano que me llaman "La diva que divaga"): entre otras cosas que no vienen a cuento y que ya os contaré, proyectos futuros no directamente relacionados con mi propósito actual, creo que es importante prestar atención a dos cosas en este momento:
  1. Estamos en plena Semana Mundial por el Parto Respetado (SMAR, según las siglas en francés, puesto que de allí viene la idea) y varias asociaciones están organizando actividades conmemorativas. Si tenéis tiempo, ganas y permiso para salir (a mí me falta el último y eso que soy mayor de edad, snif) haréis bien en no perdéroslo. Echad un vistazo a El Parto Es Nuestro y SINA para enteraros de todo.
  2. Como algunos ya sabéis, el 7 de junio se celebra el Día Mundial de los Derechos del Nacimiento y más de cuatrocientos locos hemos decidido unir nuestras fuerzas para convertirnos en una especie de Mazinger Z virtual que, en vez de soltar los "¡puños fuera!", mandará un aluvión de cartas a la SEGO (cuyo presidente nos ha hecho pasar tan buenos ratos con sus jocosas declaraciones sobre la atención al parto en nuestro país) y a los ginesaurios con los que más de una ha tenido la desdicha de encontrarse yendo sin bragas.
Desde mi sofá, os animo a tomar parte en estas acciones, que no conllevan un gran esfuerzo por vuestra parte (ni por la mía, faltaría plus). Lo de la SMAR es pasarse por donde más os apetezca y aprovechar para conocer gente interesante (sé de algunos que incluso se enamoran y esas cosas, pero si vuestras parejas os leen esto, decidles que Lady Vaga hablaba en sentido figurado); lo de las cartas es coger el Plan de Parto Subversivo y enviarlo en un sobrecito a la SEGO y/o al gine de vuestra elección, o incluso a los medios de comunicación si os sentís inspirados.

En fin, queridas y queridos, os dejo por hoy, no sin antes recordaros que la divina Lady Vaga ya está en twitter (Lady_Vaga) para lo que vuesas mercedes precisaren.

Saludos horizontales,
Lady Vaga.

miércoles, 20 de abril de 2011

Lady Vaga se come el tarro

Queridos y queridas, sé que os he tenido más abandonados que Yola Berrocal a su vergüenza, pero tengo que reconocer que estos días son, a veces, difíciles para mí.

Por un lado, estoy contenta: no he vuelto a manchar, lo cual supongo que indica que el hematoma se ha reabsorbido con éxito; pero, por otro lado, es muy difícil pasar el día entero con O. G. y guardar el reposo.

Bueno, es directamente imposible: aunque pongamos dibujos animados, le entretienen un tiempo limitado (por suerte, que tampoco quiero un vástago teleadicto, y menos con la calidad de los contenidos de nuestra sacrosanta pantallita...); las construcciones y los juegos hay que irlos rotando cada quince minutos, más o menos (a ver, tiene veintiún meses, ¿qué capacidad de concentración le corresponde?); encima, ha descubierto que en el ordenador puedo ponerle dibujos y, claro, cuando en la tele no dan nada interesante, ahí va mamá, a poner los Lunnis, Pocoyó, Dora Exploradora o la madre que trajo a Nick y a Odeon a este mundo...

Además, O. G. tiene un saque legendario y cuando no quiere tomar porras quiere que le prepares un zumo (natural, "del robot", los de brik no están igual), o empanadillas de bonito y tomate (y si no las tienes hechas, prepara dos o tres en el momento, mételas al microondas y reza por que salgan bien), o galletas, o chocolate (sibarita él, de Lindt 70% de cacao), o regañás, o pan... ¡Uf, cuántos viajes a la cocina!

Y, por si fuera poco, hemos entrado en la edad de las rabietas, los que tenéis hijos me entendéis, y todo es una pelea, sobre todo el dormir... Que realmente nunca me ha preocupado, yo soy de las que piensan que si no te duermes antes ya lo harás después, pero es que aquí mi vampirín cada vez es más noctámbulo y su papá y yo necesitamos un descanso...

Pero, en realidad, O. G. no es el causante de (todos) mis desvelos, sino la idea recurrente que me ronda la cabeza: "vale, ahora ya me encuentro bien y supongo que en unas semanas me levantarán la indicación de reposo... Pero yo ya me sentía perfectamente hasta que me ocurrió aquello el 16 de marzo, así que ¿qué indica que no me volverá a ocurrir?"

Porque lo más estresante de este tipo de problemas es que nadie te dice por qué suceden ni qué hacer para evitarlos (salvo "no cojas peso", "descansa", "estáte tumbadita"), y por eso siempre te queda la duda de si se repetirá... Y, claro, yo aún no he llegado a las 24 semanas y el inquilino de mi barriga, Minimacho, aún no es viable, es decir, no es capaz de vivir fuera de mi cuerpo si llegase el caso (si se declarase la famosa infección fantasma y me pusiera de parto prematuro).

En fin, queridos y queridas, son días de mucha actividad en el cerebro de Lady Vaga y por eso no os he comunicado nuevas; pues es mucho más agradable dar buenas noticias que largar rollos como el que acabo de soltar.

Pero, claro, no podía dejar que os fuéseis de vacaciones con este come-come en vuestras cabecitas, así que, hala, por pedir.

Besos cuasi vacacionales.
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