Proyección futurista de mi alegría el día en que el funesto vejestorio se jubile y deje paso a saurios menos decrépitos y quizá más reciclables. |
A despecho de los pronósticos más pesimistas, no parí unos días después un pequeño bebé inviable de menos de 16 semanas, sino una criatura a quien, dada la recomendación de reposo que me hacían los agoreros galenos, di en llamar Lady Vaga.
Como sabéis, queridas y queridos, la simpar dama de pies impecablemente calzados hasta cuando se ducha poseyó a la carcasa peterparkeriana que la trajo al mundo y el resto es historia...
Por edad, juventud y lozanía me corresponde brindar por la jubilación de Churches (cuando tal acontezca, pues se agarra a la butaca cual garrapata perruna) con la botella de Moët de las grandes ocasiones. Os esperaré ese día con mis mejores galas. Hasta entonces, seguiremos luchando por la extinción de los ginesaurios.
Se despide, meditabunda pero feliz,
Lady Vaga,
la diva que divaga.