No obstante, os advierto de que mi cólera divina podría alcanzaros si tal osáseis, en forma de rayo horterizador (maldición maligna donde las haya, que os haría, en caso de merecerla, vestir con las susodichas hombreras, chándal con elásticos en los tobillos, zapatos con pompones y chaquetón de escái de la peor calidad, todo junto y combinado con un cardado setentero y calcetines de raquetitas) o, peor aún, de íncubo lujurioso con la cara de un jefe de servicio y el cuerpo de Falete. Yo voy avisando.
Vuelvo hoy, para vuestro placer, a contaros una breve fabulilla inspirada en uno de nuestros cuentos clásicos; sin embargo, no es esta una versión apta para niños y sí para adultos en cuyos cerebros resida el germen del sentido común. Descubriréis en ella el contexto y la ocasión en que Lady Vaga gustaría de apearse de los tacones y cubrir sus vertiginosas curvas con una cuadriculada camisa de leñador, complementada, claro está, con botarracas de goma, vaquero informe (sin-forma) y hacha tamaño familiar de las que pesan como un cargo de conciencia. Pues, aunque os pasme y temáis que a la ínclita Lady Vaga le haya dado por el travestismo, no es tal; es apenas un desahogo mental aún no realizado pero ya anotado en mi lista de tareas pendientes (junto a tropecientas entradas, nosécuántos agradecimientos de premios y varias otras cosas).
Supongo, queridas y queridos, que todos recordáis a la dulce Caperucita Roja, ingenua chavalita utilizada por nuestros padres y abuelos para enseñarnos que no hay que fiarse de desconocidos y, mucho menos, recibir en la cama si eres una respetable septuagenaria...
¿Veis? Esta se pone la caperuza porque en su bosque hace un frío que te pelas viva. Las demás no tenéis excusa. |
Así pues, alegremente va Capreñudita dando botes por el bosque, pero flojitos, que no conviene pasarse de atlética en su estado, portando su hermosa cestita de mimbre a modo de canastilla, rellena ya, por supuesto, de todo lo que necesitará para su estancia en la casa de la abuelita, léase: braguitas desechables de esas que nunca son de la talla adecuada, una docena de bodies y otros tantos peleles, camisitas de batista, pañales de dos tallas diferentes por si el bebé sale terciadito y por si no, cuatro arrullos, una toquilla, discos de lactancia a tutiplén, un CD de música relajante, un bolígrafo para firmar todos los CI que le presenten por delante, una cremita para los puntos y el cepillo iónico para estar mona cuando vengan las visitas, entre otras cosas.
No desconfía nuestra dulce heroína cuando el Ginelobo se le aparece, en mitad del camino, para decirle, con aviesa intención:
- Capreñudita, Capreñudita, ¿vas a casa de la abuelita?
-Sí, llevo mi canastilla llena de cosas divinas y mira qué mona voy con mi Pretty Pusher a juego con las uñas.
- Bueno, pues vente para tal día que tengo un hueco en la agenda y cuídate de no engordar más de nueve kilillos a lo largo del camino por el bosque, que luego os ponéis ceporras y no hay quien saque a los niños ni con agua caliente.
- Sí, señor Ginelobo, lo que usted diga.
Y Capreñudita continúa su camino, sin atreverse a pararse para comer una baya, no vaya a ser que se pase de peso, ni para hablar con otras Preñuditas que también van a ver a sus abuelitas, por si acaso le dicen algo que no le cuadre. A lo largo de su travesía, el Ginelobo la controla periódicamente, que no es cosa de que la señorita se equivoque de ruta y ose llegar tarde a la casa de la abuela.
El malvado Ginelobo, que no está dispuesto a que se le escape ni una sola Preñudita, se monta en su Lexus y tira por un atajo para llegar antes a casa de la abuelita. Allí, se encuentra a la abuelita-comadrona, que junto a la cama, espera tranquilamente a Capreñudita Roja, sin prisa ni temor alguno. Sin miramientos ni pudor, el Ginelobo agarra por las solapas de la batita guateada a la abuelita y la encierra en el armario de la colada, carcajeándose con recochineo:
- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡El parto de Capreñudita lo atenderé yo, aunque sea un parto normal!
- Pero, doctor Ginelobo, somos las comadronas las responsables del parto normal...
- ¡No en mi servicio, ja, ja, ja...!
Cuando Capreñudita llega, en su inocencia, es incapaz de distinguir entre el Ginelobo y la abuelita, pues él ya se ha disfrazado oportunamente y sonríe con fingida dulzura, reclinado en la cama. Pero tampoco es tonta la chavala y, entornando los ojillos (pues ya se ha quitado las gafas, que le han dicho que no puede llevarlas en el hospital), comenta:
- Abuelita, abuelita, ¡qué varita más larga tienes!- absteneos aquí del chiste fácil, por Diox, que es un cuento sin maldad ni cosas verdes.
- Es para romperte la bolsa mejor...
- Abuelita, abuelita, ¡qué de tubos y cables raros tienes!
- Es para anestesiarte mejor...
No del todo satisfecha, Capreñudita aventura una última exclamación:
- Abuelita, abuelita, ¡qué tijeras más raras tienes!
- ¡Es para rajarte el periné mejor!
¡Y de un salto, el lobo se abalanza sobre Capreñudita Roja, que, demasiado prima para reaccionar, deja que la tumben en el potro y la espatarren a lo gallina de corral! ¡Ay, Capreñudita, es tarde para huir! ¡Te la ha colado el Ginelobo con el cuento del parto de baja intervención atendido por comadronas...! ¡Te va a poner fino el Pretty Pusher!
Pero... ¡No temas! ¡Aquí viene Lady Vaga, vestida de leñador, que, si bien no es el look que más la favorece, sí es el más adecuado para la ocasión! ¡Y no está sola! ¡La acompaña un ejército de comadronas silvestres -de esas que atienden en mitad del bosque a las locas hippies como ella misma- que, en un pis-pas, reducen al Ginelobo maloso, rescatan a la comadrona encerrada en el armario -los chistes fáciles los dejo a vuestro criterio- y bajan a nuestra Capreñudita del potro obstétrico para que pueda parir a su bola, como los cánones mandan!
Y Capreñudita parió, en la postura que quiso, a su rollo y en el tiempo que necesitó, con las analgesias que ella estimó oportunas, un precioso bebé sin episiotomías, puntos ni suturas varias.
Moraleja: Podemos parir. No te fíes de los Ginelobos y take it easy, baby.
Ese final feliz no se lo cree ni perry
ResponderEliminarAyyy Vaga, q yo estoy ya llegando a casa de la abuelita... estará ella o me atenderá un ginelobo??? Espero saber distinguirles q esta vez no me quita las gafas ni el Tato!!!
ResponderEliminarQuerida V:
ResponderEliminarEs que yo, en el fondo, soy una romántica empedernida y creo en los finales felices, los ginecólogos majos y los elefantes rosas voladores ;)
Besos fantasiosos,
Lady Vaga.
Querida Eva:
ResponderEliminarA ti no te engaña nadie porque conoces el cuento y sabes que no hay que bajarse las bragas hasta que el bebé saque la mano y grite "mamáaaaaa, teeetaaa".
Te deseo un parto feliz e intenso. No dejes de contárnoslo, ¿eh?
Besos oxitocínicos,
Lady Vaga.
Me parto contigo Lady Vaga. eres la caña. un fan, muy fan tuyo, que ha parido sin ginelobo, sin tactos ni bisturí y sabe de que va este cuento!!!
ResponderEliminar¡¡¡ QUE BUENO !!!!! Te veo de caza en los hospitales mas cercanos.
ResponderEliminarQuerido Anónimo:
ResponderEliminarImagino que cuando dices que eres "un fan", así en masculino, es un error tipográfico... O eso, o te refieres al parto de tu señora esposa y entonces ya sé quién eres (creo).
Besos intrigados,
Lady Vaga.
Querida Alina:
ResponderEliminarGanas no me faltan, solo tengo que encontrar un portabebés estampado de camuflaje para la ocasión y unos guantes majos para no dejar huellas.
Besos furtivos,
Lady Vaga.
Querida Lady Vaga:
ResponderEliminarJoder, me identifico mogollón con Cepreñudita jajaja Aunque gracias al cielo, el leñador llegó en la semana 35 y no en pleno parto.
Yo si creo en estos finales felices.
Besos puerperos.
Querida Lady Vaga,
ResponderEliminaryou are the milk! jajajajajajajaj... la leche, vamos!
Me ha encantado... y tú de leñadora te veo divina de la muerte! Como always!
Un bezazo!
Querida Lady Rabbit:
ResponderEliminarNo sabes cuánto me alegré de que encontrases un leñador, aunque me tuviste en ascuas todo el embarazo...
Besos oxitocínicos,
Lady Vaga.
Eres aviesa, perversa, malvada y satánica... uF. ¡Cómo me gusta! tu verbo-incisivo, lleno de circunloquios y de dobles, no, triples sentidos... ¿Para cuando me necesitas con mis esbirros sarracenos (o mejor conocida como guardia mora) para que les paltamos laspielnas a esos Ginelobos malvados que abundan por esos lares?
ResponderEliminarQuerido GLurPS:
ResponderEliminar¡Cuánto tiempo hace que esperaba leer esas palabras! ¡Un caballero vengador que restaure nuestra honra agraviada!
Tu guardia mora y tú tendríais más trabajo aquí que el Equipo A en los ochenta, créeme... Tengo una lista de agraviadas con la que podría empapelar un despacho o dos...
Besos belicosos,
Lady Vaga.
Éste cuento si que es de terror, y eso si que es un buen final. Los hermanos Grimm a su lado, querida Lady, son unos aficionados.
ResponderEliminarBesos!
Creo que vengo a verte de tanto en tanto (de esta no pasa para meterte en mi lista de blogs) y la última vez estaba aún embarazada, pero tb te digo que poco a poco las cosas van cambiando...Pq yo, pariendo en un hospital parí en la postura que quise con la analgésia que quise (en mi caso si hubo puntos, pero por unos desgarros internos, que he de decir que están bien curados y no me molestaron nada de nada)...Vamos dando pasitos, lentos, pero vamos avanzando...POr cierto, no recuerdo ver nunca a la ginecóloga que firmo mi parto...
ResponderEliminarQuerida Drew:
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado. Te echaba de menos, te debo una visita bloguera sin más dilación.
Besos reencontrados,
Lady Vaga.
Querida Ness:
ResponderEliminarGracias por tomarte la molestia de comentar. Estoy de acuerdo contigo en que las cosas están cambiando (gracias, principalmente, al esfuerzo de un grupo de grandes profesionales y de muchas mujeres inconformistas), aunque con más lentitud de lo deseable, pero sí lo hacen.
Me alegro muchísimo de que tu parto fuese genial en el hospital y te agradezco que lo comentes aquí para dejar constancia de ello. Es una satisfacción comprobar que, como tú bien dices, se van dando pasitos.
Besos encantados,
Lady Vaga.
Jajaja!!! Genial, genial como siempre o más... querida Lady Vaga tu estás hermosa vestida con lo que sea... Creo que hoy tenemos ginelobo para cenar ;)
ResponderEliminarFantástica! como siempre!
ResponderEliminarQué bueno!
ResponderEliminarOjalá existiesen leñadores como tu Lady Vaga, cuantas capreñuditas salvarías.
Besitos
Jejeje. Ha vuelto Lady Vaga con sus grandes historias!! Cómo me he reído! jajaja. Vuelve para hacernos pasar un buen rato pronto, y mientras, disfruta de los peques!! =)
ResponderEliminarDesgraciadamente los partos se complican, por se realizan en un Hospital si no se realizarian debajo de un árbol ... y para la detección de esas complicaciones esta el ginecologo que lo único que quiere es un NIÑO Y MADRE SANOS Y VIVOS.
ResponderEliminarQuerida Marga:
ResponderEliminarMe alegro de que te hayas divertido con mi cuento y te invito a una parrillada de ginelobo cuando tú quieras.
Besos gastronómicos,
Lady Vaga.
Querida Ana:
ResponderEliminarMuchas gracias por visitarme y tomarte la molestia de comentar. Siempre gusta recibir buenas críticas ;)
Besos fantabulosos,
Lady Vaga.
Querida Carol:
ResponderEliminarSi todos los leñadores fuesen como yo, las chimeneas del mundo se morirían de inanición, pues tengo que admitir que mis brazos no son los más capacitados para manejar el hacha con soltura... Pero sí, unas cuantas Capreñuditas sí que rescataríamos, anda que no iba a molar...
Besos soñadores,
Lady Vaga.
Querida Ana M.:
ResponderEliminarPues me alegro de que te gusten mis parrafadas, porque me he propuesto pasar por aquí con más frecuencia. A ver si lo consigo.
Besos voluntariosos,
Lady Vaga.
Querido Anónimo:
ResponderEliminarTu afirmación es falaz y te voy a explicar por qué:
- los partos suelen complicarse por la realización de intervenciones innecesarias: pinchar oxitocina para acelerarlos, tactar a tutiplén a la mujer, inmovilizarla, restringir la ingesta de alimentos...
- Los partos que se complican por sí mismos son un escasísimo porcentaje.
- Cuando un parto fuera del hospital se complica, la comadrona que lo atiende (porque hay comadronas, sí, no parimos atendidas por un chamán ni por Paco Porras perejil en ristre) identifica la complicación y coordina el traslado al hospital, donde la madre y el bebé reciben las entonces necesarias intervenciones, sea una analgesia farmacológica o una cesárea.
- Eso de "se realizan en un hospital" no es así, cada una puede parir donde quiera, pues es tan legal y legítimo hacerlo en el hospital como en una casa de partos, en el domicilio particular, debajo de un árbol o en un concierto de los Rolling.
- Las que elegimos parir fuera de un hospital, lo hacemos con comadronas, profesionales tituladas para identificar esas complicaciones. Los ginecólogos no son quienes las identifican, sino que las resuelven, previo aviso de la comadrona.
Te recomiendo, querido Anónimo, que dejes de desinformar repitiendo tópicos anticuados y te leas la Estrategia de Salud Sexual y Reproductiva que edita el Ministerio, las recomendaciones para el parto de la OMS y, si dominas el inglés, la guía NICE.
Besos didácticos,
Lady Vaga.
Bravo. Un gusto leer semejantes cuentos. Si alguna vez vuelvo a ponerme de "rojo" y "viajo" 9 meses por el bosque, ojalá haya un ejército de leñadores/as k me eviten caer en las manos del ginelobo... K una vez ya es suficiente. Bs
ResponderEliminarMe ha encantado!! Estoy hasta emocionada con la hazaña de esas leñadoras locas hippies lideradas por ti! Me quedo con esta versión de cuento, gracias por contarla tan bien. Besos
ResponderEliminar¡Eh! Y mi comment!! Comenté! Lo juro por la conexión wifi de mi áifonfor!! Grrrrr!!
ResponderEliminarMe ha encantado!!! Manda cuando puedas una brigada de leñadores, por estos lares, que harían un buen servicio a la comunidad de Capreñuditas.
ResponderEliminarBesos
Querida Miriam:
ResponderEliminarCuando eso ocurra, nos tendrás a todas a tu lado, dispuestas a ayudarte en todo lo que esté en nuestra mano. Yo estoy deseando verte de rojo, seguro que te sienta de lujo;)
Besos encarnados,
Lady Vaga.
Querida Cocolina:
ResponderEliminarSí, la verdad es que el final ha quedado muy rollo Braveheart, jejejeje... Me he dejado llevar por el entusiasmo.
Besos animados,
Lady Vaga.
Querida Ebony:
ResponderEliminar¿Me estás diciendo que estos cenutrios de Blogspot han tenido la indecencia de borrar un comentario tuyo? Jartita me tienen, vive Dior... Es una conspiración para erradicar el glamour del mundo, fijo ;) Cualquier día migro el blog y que les den morcilla...
Por cierto, se te echaba de menos por estos lares. Te debo chopocientas visitas a tu blog y te las pagaré, I swear.
Besos cumplidores,
Lady Vaga.
Querida Laurana:
ResponderEliminarOs mandaré toda una brigada con sombrero tapaorejas incluido, que bien os viene con el tiempo inclemente que estáis teniendo por allí... Y un gorro extra para cuidar tus preciosas orejitas.
Besos forrados de borreguito,
Lady Vaga.
Eugenio contaba un chiste sobre "Caperuzita", decía asín:
ResponderEliminarIba Caperuzita por el bosque "tralala lalita, tralala lalita..." y se le aparece el Lobo y el dice: "Caperuzita, Caperuzita, ¿vas a casa de la abueliiitaaa?"
Y ella: "Noooo, a lavar el potorro al río"
Joé! cómo cambió el cuento!, lobo dixit.
A ver si va cambiando el cuento y matenemos los potorros lejos de los potros de tortura.
Saludos risueños,
Verónica
Querida Verónica:
EliminarMe encanta ver que comentas y que te estás leyendo el blog de cabo a rabo, jejejeje...
¿Puedes creer que no sabía que el chiste era de Eugenio? ¡Estoy en la parra siempre! ¡Es buenísimo!
Y sí, mantengamos los potorros lejos de los potros, ¡buen lema de guerrilla!
Besos fluviales,
Lady Vaga.