Temía yo aquel momento como a una vara verde. Queridos y queridas, por fin había sucedido: no llevaba ni una semana ingresada y la dra. Fistra, harta de mi histeria, mi impertinencia, mis interrogatorios a las enfermeras (porque ella no se dejaba, la jodía) y mi belleza espectacular incluso a cara lavada, vena rota y antibiótico a go-gó, reaccionó.
En una noche de luna creciente, la Fistra se cambió la bata blanca por otra negra, se pintó los ojos con alheña e invocó a su dios, su superior, el omnipotente Jefe de Servicio. Entre vapores de azufre y truenos de tormenta, el Jefe de Servicio se le apareció, se sintió complacido por su danza (reggaeton-fox, ecléctica que es ella) y por sus ofrendas (unas cuantas embarazadas atadas a sus camas a las que había inyectado hierro en vena para que su malestar ayudase a atraer al Supremo) y escuchó su petición. La Fistra, como groupie de segunda regional, necesitaba a su Jefazo para achantar a una preñada inoportuna que se negaba a palmar de una infección y se revolvía cuando le decían que su bebé iba por el mal camino. El Maligno se avino a reducir a la subversiva elementa, cambió sus patas de cabra por unos pantalones de pinzas y se calzó las gafas de reñir.
Os diré que la Fistra es una maestra del suspense digna de epatar a Hitchcock si ambos coincidiesen por ahí: me adelantó en una de sus visitas que al día siguiente vendría a verme el jefe de servicio, que quería hablar conmigo. Mi pobre esfínter anal se contrajo para retener un pedete de miedo (por suerte, lo consiguió) y ella disfrutó el momento, cual madrastra de Blancanieves (blanca estaba yo ya por esos días a base de antibióticos y pinchazos en la vena, sí).
La mañana que le correspondía apareció el jefe de servicio. Yo le temía, pues Lady Rabbit me había contado que durante su cesárea él estaba en quirófano y bromeaba diciendo al cirujano "ten cuidado, que cortas al bebé", lo cual a mí me parecía poco menos que sádico. Debo decir que físicamente me sorprendió, pues yo esperaba un prodigio de maldad tipo macho cabrío y él, en cambio, escogió manifestarse en la forma de un señor de mediana edad y estatura corriente, con pelo canoso y nada amenazante en general.
Decidió ser directo, lo cual yo agradecí, pues sabéis que estaba aquellos días muy atareada y no podía dedicar demasiado tiempo a menesteres prescindibles. Le invité a sentarse, pero él declinó mi gentil oferta, supongo que por aquello del lenguaje no verbal.
- Me han dicho que no está usted conforme con cómo se está llevando su caso, que dice que no la informan.
- Efectivamente, doctor, no me informan. Tengo que preguntar a las enfermeras, las cuales no tienen ninguna obligación de contarme nada- sonrisa, tono dulce, ojos grandes de muñeca. Hay que ganarse al enemigo.
- Bueno, lo que se le cuenta es lo que se sabe. ¿Qué quiere usted saber más?- pregunta peligrosa. Sopeso mis opciones durante una décima de segundo, intentando escoger la menos mala- No tenemos ni idea de cómo va a evolucionar su caso, así que nadie puede darle esa respuesta.
- Doctor, ¿sabe cuál creo yo que es el problema? Soy yo- los ojos del médico se abren un poquito más, demostrando su incredulidad ante lo que acaba de oír-, que los sobrevaloro. Tiendo a pensar que saben tanto, tanto, que tienen todas las respuestas, y claro, supongo que algunos de sus compañeros se sienten abrumados- toma, Fistra, pedazo de zorra, esquívala si puedes-. Me pongo en sus manos y me gusta que me expliquen bien las cosas; supongo que valoro demasiado su profesión...
Visiblemente halagado, el jefe de servicio baja la guardia:
- Bueno, no somos dioses- ya le gustaría a él-, sino personas, y no podemos saberlo todo. ¿Tiene alguna otra pregunta?- aprovecha para resumirme brevemente lo que yo ya sé: hay un indicador de infección que me sube en cada nueva analítica, pero todos los demás continúan perfectos, lo cual les tiene algo despistados y por eso están a la espera de ver qué sucede, la infección no puede confirmarse ni descartarse con los datos de que disponen. Muy bien, esto podría hacerlo mi doctora, pero no le sale del parrús, prefiere hacerme jugar al tangram con la información que me suministra troceada cual menestra verdulera.
- Bueno, doctor, entonces- sonrisa, parpadeo de pestañas abanicantes cual pai-pai tropical, voz calculada (que para eso me tiré años en la radio)-, ¿en cuánto se me tendría que quedar la PCR para que ustedes pudiesen descartar del todo la infección? Para que me manden a mi casa...
- Pues con que se quedase en torno a veinticinco o treinta ya nos serviría...
- De acuerdo, pues para mañana la pienso tener en treinta, doctor- él ríe y yo también.
Objetivo conseguido: hemos toreado al miura y hasta le hemos acariciado un poquito la testuz. El jefe de servicio se despide con amabilidad y se marcha y yo me quedo en la habitación tan satisfecha como si me hubiese acabado de hacer un circuito spa completo con peluquería, manicura, pedicura y orgasmo incluidos.
Lord Muchomacho, que tuvo que dejar la habitación al comienzo de la cumbre porque O. G. se estaba manifestando en contra de la clase médica a pleno pulmón, vuelve y me informa de que el doctor ha salido sonriendo y con aspecto sereno. Yo le explico que le he lijado los callos, es decir, que le he peloteado como una campeona.
Y es que la Fistra podrá ser más vieja y con más experiencia, pero a mí a zorra con estilo no me gana nadie. Que se enteren los ginesaurios del mundo. Lady Vaga es una cabrona con clase, ya sea postrada en la cama o subida a unos tacones que darían envidia a Leti.
Querida lady vaga, veo que has visto poco Cuarto Milenio.
ResponderEliminarMi rey del frikismo y piloto de la nave del misterio, iker para los amigos, nos enseña en múltiples programas las diversas representación del mal...
Hay veces que incluso se presenta con forma de inocente niño.
En tu caso, prefirió no llamar la atención. Ponerse una bata blanca y entrar a la habitación sin ir demasiado a saco contigo. Aunque no dudes que su hija verónica, la doctora Fistra, le había soltado sapos y culebras por su boquita y si tu no hubieras sido tan buena actriz hubieras sufrido su colera. Y esque el jefazo, es de bisturí largo, siempre lo lleva a mano y desenfundado.
Lo del comentario en mi cesárea fue incluso peor porque habia un jaja entre medias pero bueno, es que el señor es un cachondo! Mira si lo es, que la excusa para no poner bañera en los paritorios es que se cae el suelo.
De ese planteamiento me salen varias preguntas.
Es una excusa o es real?
Si es una excusa es usted un cerdo y habría que castigarle con un buen cólico nefritico, ya vería que la bañera le calma. O mejor no llenarla por si se cae? Ah no... que seguro que vive en un chalet que le he pagado yo. ARRG.
Si es real, qué pasará si un dia estamos dos preñadas, cuyos pesos sin duda superan los de su bañera, en la sala donde hacen los registros...? Me preocupa mi integridad física Doctor Churches.
Retomando el tema. Notaste que le salia humo o fuego cuando te dijo que no eran Dioses? A mi es que cuando se hizo pasar por Dios estaba al otro lado del teléfono y no pude verlo... pero solo como si se le retorciera la cabeza mil veces solo de mentar a Dios... la letra pequeña, es que el es el jefe de servio de Dios.
En resumen, señoritas, ir a según que hospitales con agua bendita para ir descartando.
Lady rabbit, la coneja que sufrió al jefe churches y no dejará de preñarse para disfrutar dándole por culo una y otra vez, le volveré loco pensando que está viviendo el día de la marmota.
Querida Lady Rabbit:
ResponderEliminarCuando tienes razón, tienes razón. Y nada más puedo añadir a tu sensato comentario, salvo, quizá, que si de verdad consigues volver loco al susodicho jefazo, te estaré eternamente agradecida y te haré masajes en los piececitos a demanda.
Siempre tuya,
Lady Vaga.
Dios mío, como te lo has currado...debido a que entré de estrangis en medio poco propicio, no puedo hacerte la ola o reverencia que te mereces...pero cuenta con ella cuando llegue a mi casa.
ResponderEliminarBiquiños
Laurana
Querida Laurana:
ResponderEliminarSí que me lo curré, me faltó ofrecerme a un escarceo galante, pero como soy una mujer comprometida y decente (y además parecía que se conformaba con el rollo peloteo-platónico), me lo ahorré...
No hagas movimientos raros con el espinazo, que si por mi culpa te da un tirón me sentiré muy mal.
Besos y slurps varios,
Lady Vaga.
Qué par de cojones tienes. Yo, de mayor, quiero ser tan diva como tú, Divina!
ResponderEliminarNothing de nothing, chata, si llegas a estar allí habrías notado que el corazón se me salía por el pecho del puro acojone que traía ;)
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